La mujer me cuenta el procedimiento. Me cuenta que cuando me pide que la llame, determinado día, a determinada hora, se da un baño y se prepara un café. Enciende un cigarrillo. Y se coloca el teléfono celular (pequeño artefacto de la más alta tecnología, por cierto) en el interior de la vagina. Entonces yo llamo, dejo sonar el teléfono varias veces. Ella no atiende.
Me cuenta, me explica, que cuando yo llamo y el teléfono suena y ella no atiende, es un momento muy intenso de la relación.
–Me hacés muy feliz –dice, no exenta de cierta emoción que hace brillar su pupila izquierda.
Está por llover. Miro por la ventana del bar, y está por llover.
Me cuenta, me explica, que cuando yo llamo y el teléfono suena y ella no atiende, es un momento muy intenso de la relación.
–Me hacés muy feliz –dice, no exenta de cierta emoción que hace brillar su pupila izquierda.
Está por llover. Miro por la ventana del bar, y está por llover.
3 comentarios:
Hay quienes prefieren los pequeños artefactos y quienes todavía añoran los teléfonos negros.
Por suerte, la telefonía actual dispone de un amplio espectro para elegir.
Llame ya, llame ya Juan!
Eso es amor!
Pero...no le da miedo de que justo alguien mas pueda llamar en ese momento y le gane de mano? Y si mirando el registro de llamadas perdidas ella se da cuenta de que fue mas feliz que nunca con la llamada de otro??? Por dios!!
*condesa! tantas almas allí afuera ávidas de comunicación, y yo aquí, con la verba inflamada.
*emeefe! entre usted y yo, tengo una confianza inmensa en mis llamados. pero nadie es imprescindible, somos todos argentinos, no sé.
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