28.1.06

Rigor científico

No veo porqué no se ha de poder partir de premisas falsas, para arribar a conclusiones ciertas. ¿Acaso la seducción no consiste, precisamente, en eso?

Reivindicación de la premisa falsa

Así como el frío produce la contracción, el encogimiento en cierto tipo de metales, produce un efecto similar en mi, por ponerle un nombre más o menos apropiado, órgano sexual.
Afirmar entonces que tengo el pito de metal, es revolcarse en el pantano del silogismo sin objetivo claro ni motivo alguno.

25.1.06

Recursos humanos

Si yo trabajara en un departamento de recursos humanos. Si yo tuviera que entrevistar gente, pongamos, para trabajar en oficina, pediría que el postulante hiciera una prueba muy sencilla.
Lo principal, la prueba más relevante, la que define si el aspirante puede conseguir el puesto de trabajo o no, consiste en pedir al aspirante que abra la boca, que abra la boca al máximo, que abra su boca tanto como se lo permitan sus maxilares y sus labios. Y aguante así, con la boca abierta, por todo lo que dura un minuto.
Finalizada esa prueba, estoy en condiciones de determinar si el postulante es apto y merecedor del trabajo.
No hace falta leer sus antecedentes laborales. No hace falta que el postulante se esfuerce en mentir, en agradar, en parecer humano.
Lo importante es ver si en su cavidad bucal entra un sapo adulto, vivo, sin sal, sin ningún otro tipo de aderezo. Un sapo vivo, listo para ser tragado.

Osado

Cada mañana en un bar, me cuestiono mi vida. Sufro a la manera tradicional, pensando que todo pudo haber sido diferente. Me reprocho no haber tenido una vida más original, más vertiginosa, más aventurera. No haber sido cantante de rock, o cazador de cocodrilos es algo que debiera atormentar a cualquiera. No haber saltado en paracaídas. No haber participado en una sudorosa orgía en un yate. En Mónaco. No haber peleado contra una pitón embravecida en el Amazonas. No haber retado a duelo a Bob Dylan por los favores de una rubia con ojos de miel. No. Nada.
¿Qué pienso hacer al respecto? Nada, también nada. En absoluto. Son estas cosas que pienso las que dan un sabor particular a mi café con leche con medialunas.

La inversión de la carga de la prueba

La gente que trabaja en oficinas está muerta hasta que demuestre lo contrario. Y es algo que lamento lo indecible.

24.1.06

Actores de reparto

Soy mal espectador. Cada vez que observo a una persona arriba de un escenario, cantando o actuando o tocando el trombón, no puedo evitar pensar que esa persona podría haber sido yo. Es tonto, ya lo sé; y jamás pasó por mi mente cantar o actuar. O tocar el trombón.
Si yo fuera el sujeto arriba del escenario me señalaría con un dedo y diría: ‘¡Eh, vos. Sí, vos. Andáte. No te interesa el espectáculo, no te sirve. Te hace mal’.
Pero ninguno de esos sujetos parece tener la caballerosidad y cortesía necesarias para devolverme el protagonismo de mi minúscula vida.

21.1.06

Génesis

porque de chico quise Nesquik
y me dieron Zucoa
todo este fracaso está
justificado.

porque de chico quise Nesquik
y me dieron Nescao
todo este resentimiento, este rencor,
este deseo de revancha que me mastica
la sangre
es admisible.

porque de chico quise Nesquik
y me dieron Vascolet
son estas ganas de escupir, de morder,
de apretar, de patear,
de meter los dedos.
de hacer daño.

porque de chico quise Nesquik.
¡Nesquik!
y me dijeron que era igual,
que era lo mismo.

pero me dieron otra cosa.


*El autor siente que en términos poéticos ha alcanzado su punto más alto. El autor se asusta. El autor se sorprende. El autor sonríe.

20.1.06

En el cine

La película no era buena. La película era, incluso, mala. Pero en la película existía un momento donde el psiquiatra le decía a su paciente una frase. Al parecer, la frase pertenecía a una canción. Al parecer, la canción pertenecía a un grupo llamado ‘The The’.
Ah, sí, la frase.
‘Si no puedes cambiar el mundo, cambia tu mundo’.
O no.
‘Si no puedes cambiar el mundo, trata de cambiar tu mundo’.
Por más que estuve pensando toda la tarde del domingo al respecto, no conseguí recordar cuál de las dos frases era la que el psiquiatra le decía a su paciente. En la película.
Tampoco conseguí decidir, por más que lo pensé, cuál de las dos frases me hubiera gustado escuchar a mí, en caso de ser el paciente.
Tampoco conseguí decidir, por más que lo pensé, cuál de las dos frases me hubiera gustado decir a mí, en caso de ser el psiquiatra.
Pero la película no era buena. Era mala. De eso estoy seguro.

18.1.06

Gastronomía moderna

El restaurante era exquisito. Una hermosa casa en el barrio de Palermo. Sillas confortables. Una cava infinita. Velas. Mozas con uniforme y el cabello recogido. Especialistas en postres lo suficientemente amanerados para exponer durante nueve minutos acerca de las sutilezas del chocolate. Un jardín de invierno poblado de árboles enanos que hubieran hecho las delicias de cualquier japonés. Poca luz. Jazz de fondo. Armonía.
El restaurante tenía de todo, menos comida.

Cómo seducir con nada

Los rudimentos de la seducción indican que se debe simular atributos de los cuales se carece. Esto, no es preciso aclararlo, desemboca en la más tradicional de las decepciones. Cuando el/la seducido/a descubre que los atributos del/la seductor/a no existen en esencia. Fueron, tal vez, fruto de un genuino esfuerzo, pero en ningún caso se trató de cualidades perdurables, mucho menos duraderas.
En lo personal, y aunque pueda resultar algo revulsivo, pongo lo peor de mí en la primera cita. Si la sujeta en cuestión logra superar la repugnancia inicial, puede huir con la certeza que las cosas no harán más que mejorar.

14.1.06

Volturno

Es menester desconfiar de la gente que no tiene vicios. De la gente que no fuma ni bebe. De la gente que no manifiesta mayor interés por el sexo ni por la pizza ni por el chocolate.
El cuerpo humano, si bien complejo, puede ser entendido como una máquina, como la cafetera Volturno que me regalaron hace tantos años. El cuerpo humano, como la cafetera, sin las debidas válvulas de escape, estallaría en mil pedazos.
Lo demás es la fatiga de materiales, la decadencia y caída. Lo demás ni merece ser contado.

Cómo ser feliz en 3 lecciones

Fracasar sin rencor, fracasar sin rencor. Repito: fracasar sin rencor. He ahí la clave al alcance de la mano, para todos aquellos que no recibieron la dotación inicial de recursos, estéticos o materiales.

Dificultades

Una mujer resulta genuinamente conmovida por un poema que he escrito hace más o menos diez años. Aquí es donde comienzan las dificultades. La persona que escribió ese poema, estoy casi seguro, ya no existe. Sin embargo, a juzgar por los ojos de la mujer, el impacto del poema es exquisito. Me atrevería a decir que es exquisito e impensado.
Aquí es donde las dificultades continúan. ¿Qué es esto? ¿Una extraña máquina del tiempo hecha con una birome? ¿La cepa de un virus que, por no haber sido leído y agotado en su momento, ha mutado en algo de una potencia desconocida? ¿Una suerte de polinización aleatoria, como un espermatozoide díscolo fuera de su órbita?
¿Qué es esto? ¿Literatura?

11.1.06

Rousseau, Hobbes, y el taxista

El taxista me cuenta que de niño, y hasta no tan niño, fue vendedor ambulante. Vendía chocolates en los trenes.
Me cuenta que iba a vender a un tren alejado de su barrio, porque sabía que en el tren más cercano se podía cruzar con gente que lo conocía.
Teniendo once años, fue golpeado por un muchacho de veinte años, que también era vendedor. El muchacho le robó los chocolates. El muchacho lo tiró del tren.
Sin embargo, al día siguiente, el niño volvió a vender chocolates al mismo lugar. Al mismo tren.
Me explica: entre que me volvieran a pegar, y la vergüenza que me viera algún conocido, preferí que me volvieran a pegar.
Esta historia tal vez pueda explicar sobre el género humano casi todo lo que yo quería saber.
Acto seguido, el niño que vendía chocolates –ahora taxista-, sacó un arma y me asaltó. Me robó todo lo que tenía.
Antes de bajarme del auto nos dimos la mano con sana, y me atrevería a decir genuina camaradería.

Palabras

La gente por lo general, cuando no tiene nada que decir, sigue hablando.
La gente de bien, cuando no tiene nada que decir, calla.
La gente algo peculiar, cuando no tiene nada que decir, escribe.

8.1.06

Si no tenés un cubo mágico

He abocado el domingo al siguiente ejercicio de refutación y porqué no sesudo análisis:
1) La frase dice 'no le pidas peras al olmo'. La frase correcta es, de manera inobjetable: 'no le pidas peras a Pérez'.
2) La frase dice 'a papá mono con bananas verdes'. La frase correcta es, sin posibilidad de duda: 'a papá mono con bananas de Chernobyl'
3) La frase dice 'al que madruga Dios lo ayuda'. La frase correcta es, elemental: 'al que madruga Dios lo arruga'.

Y se me terminó el domingo, que si no...

pd: el Sr. Olmo, las bananas verdes, y la ayuda divina serán tratados en posteriores acápites. Hay allí una combinatoria que aún no consigo descifrar.

7.1.06

La piedra

Me regalaron una piedra traída de un lugar indómito. Me dicen que debo colocar la piedra en un recipiente con agua y sal, durante todo un día. Debe darle el sol y la luna. Luego, puedo retirar la piedra del recipiente, y colocarla en algún lugar de mi hogar. La piedra tiene poderes. La piedra está energizada. La piedra se encargará del resto.
Sigo el procedimiento al pie de la letra.
A partir de entonces, de manera misteriosa, todo sale mal. Piso baldosas flojas y me salpico mis zapatos. Mi novia me dice que después de hablarlo durante mucho tiempo con su analista, ha descubierto que me odia. Las empanadas que pido para cenar llegan frías. Se rompe la cadena del baño. Alguien parece haberse pasado la noche martillando la parte delantera de mi automóvil.
Pienso qué debe sentir alguien que ha ido a misa, pongamos durante unos diez años, mientras un circunspecto médico lee unos análisis y le anuncia, por ejemplo, un cáncer.
Pienso que no existe un ranking de tragedias, así como no existe un ranking de imposibles. Pienso que para mí está igual de lejos el mar Egeo que Marte.
Pienso qué hacer con la piedra que me regalaron.

Relaciones humanas

Las relaciones humanas naufragan, de manera invariable, en el hastío, en el tedio. Resulta triste de ver cómo el encantamiento y la fascinación primera, mutan, trocan, si se le da el debido tiempo, en aburrimiento puro y duro.
Tal vez convenga entonces, por el bien de los involucrados, retirarse, partir, sin tristeza excesiva, antes que la pasión se transforme en abulia, el genuino resplandor en opacidad sin remedio, la alegría en pena.
Conocerse entonces, mientras dura el brillo de lo mágico, y partir después, antes de verlo marchitarse.
Eso te da unos cuarenta y cinco minutos bárbaros, más o menos.

4.1.06

Devoluciones

Me encanta ser invitado a lugares a los que no pienso concurrir. Es una forma de devolver tanto rechazo que recibí siendo niño.

Parábola de los talentos

No sé quién lo dijo, ni si fue dicho de esta forma, pero creo en verdad que el talento justifica todo lo demás. Cualquier falla en la personalidad o en el carácter. El talento justifica todo. El talento exime y redime. Así lo creo.
Ahora, respecto a porqué no asistí a tu cumpleaños, no es preciso tal vez bucear en lo insondable de la conducta humana.
No tenía ganas, che. Disculpame.

1.1.06

Felices los felices, dijo J. L. B.

Partiendo de un momento cero, el nacimiento, si es que es preciso definir dicho momento aunque no me parece relevante para la línea argumental que deseo llevar adelante, las posibilidades de ser feliz o triste se me antojan, como si de ambas caras de una moneda se tratara, iguales.
Aquí es donde comienzan las dificultades desde el más puro empirismo. La mayor parte de la gente que observo a diario, está triste. Esto me obliga a pensar que los felices, menos en número, son muy felices; utilizan, sin poder precisar si de manera indebida o merecida, la felicidad de muchos.
Los felices parecen incapacitados para utilizar una sola felicidad, y optan por varias. La felicidad, concluyo, es adictiva, y genera las mismas patologías que en el portador de cualquier otro vicio. Aún a riesgo de ser poco original diría que el problema con la felicidad, como con el dinero, con el whisky o con el chocolate en rama, es siempre la vieja y querida paradoja: demasiado poco, o demasiado.