Lo único que tenés que entender es que en el trabajo es contra alguien, siempre.
No, bueno, quizás no lo logré expresar en su total dimensión, no me cuesta nada además, amplío.
El trabajo, o los trabajos, de oficina principalmente. Vos creés que algo puede ser a favor, algo de lo que está sucediendo puede ser a favor de vos o de otro alguien, pero no. No funciona así, por la sencilla razón que el ser humano, el mamífero mediano que se ha dado en llamar ‘hombre’, es la mierda más pura.
Entonces, eso es todo lo que tenés que saber. Si vos pedís algo porque te favorece a vos, una silla o una computadora o estar más cerca de una ventana, no va a suceder. Ahora, si otro alguien quiere tu lugar, entonces puede que te muevan, a vos, y en medio de ese desplazamiento logres llegar a sentarte en un lugar que te resulte más cómodo. Si tenés calor y pedís que te pongan un aire acondicionado no sucederá jamás, pero si un jefe mandó a comprar aires para llevarse uno nuevo a la casa puede que te pongan el viejo a vos. Así sucede, esa es la idea.
Así que sigo viendo y escuchando con ternura alguien que pide, en el ámbito laboral, algo para él. Y alguien, otro alguien, toma nota, alguien lo felicita por la idea, alguien le dice que lo que se le ocurrió, lo que solicita, es justo y necesario. Y entonces el primer alguien, el que hizo la solicitud, al poco tiempo es transferido a cualquier parte, a un sótano o a un pueblito perdido en medio de la nada para que entienda el único mensaje que se impone en todas las oficinas del planeta tierra. No molestes, no jodas.
La forma de funcionar es surfear la ola de otro, jamás la tuya. Vos no tenés ni tabla ni ola ni malla ni protector solar ni entendés muy bien qué carajo es el mar, pero sabés aguantar la respiración cuando alguien se tira un pedo en un ascensor y sonreír al mismo tiempo. De eso se trata, no te vas a ahogar.