28.11.07

Forever otro

Desde que he dejado la adolescencia, desde que he ingresado, por decirlo de alguna forma, en la vida adulta, suelo sentarme en un bar, cualquiera, y fantaseo. El objeto de mi fantasía es lo maravillosa que podría ser mi vida con sólo intentarlo, o con un golpe de suerte, según el caso. Liberarme de mi asquerosa rutina como un elefante que se sacude y ruge o brama o como corno se llame el sonido que hace un elefante cuando se sacude. Liberarme, decía, y dedicar mi vida a hacer cosas maravillosas que siempre hacen otros. Dedicar mi vida, entonces, a ser otro.
Pero si fuera otro, estoy seguro, desearía ser el sujeto sentado en la mesa de un bar, con su cuaderno de tapa dura y su birome, el sujeto que mira por la ventana y fantasea con despreocupación, acerca de todo lo que no será jamás.

24.11.07

Ni sano, ni enfermo

Entonces fui al doctor y le dije que me sentía mal, muy mal, que nunca me había sentido tan mal en mi vida. Sino, jamás hubiera ido a un doctor. Cuando uno acepta transformarse en mercancía de otra disciplina, es un momento de claudicación extrema.
Le dije al doctor que me dolía la cintura y el estómago, le dije que se me adormecía detrás de las piernas y que sentía un cosquilleo en el corazón, le dije que me temblaba un párpado movido por piolines desconocidos, le dije que sentía pinchazos en la nuca como si un chino pequeño y meticuloso hubiera decidido torturarme con agujas hirvientes, le dije que no podía definir si me costaba más pishar o respirar o bajar de la cama por la mañana, le dije que no podía dormir ni prestar atención, le dije que se me paspaba la ingle derecha hasta adquirir ese particular y único tono violáceo que tenían los muñequitos de vidrio que se vendían en Necochea, esos que cambiaban de color de acuerdo al clima.
El doctor se lo pensó un rato teatralmente largo. El doctor acomodó un cenicero de vidrio que semejaba una calavera a la cual le hubieran cercenado la tapa de los sesos. El doctor limpió sus gafas de lectura con el faldón de un delantal que debió ser blanco alguna vez, y había ido adquiriendo un color amarillo nicotina. El doctor se sacó un pedazo de lechuga que tenía entre los dientes. El doctor me miró.
–Usted está gordo –me dijo.
Ya lo sabía. Le di la mano y le dije que ya lo sabía.

El camino del saber

Si se toma un hámster, un simpático hámster, puede ser blanco, puede tener alguna mancha irregular color café con leche. Si se toma un hámster, decía, y se le coloca un enchufe en el culo y se le aplica corriente, el animal exhibirá sus puntiagudos dientes en una mordida apretada, se notarán ciertos rasgos de exoftalmia, se le chamuscarán los pelos del bigote.
Si al día siguiente, otro día, se toma otro hámster, y se le aplica el mismo enchufe en el culo, y se le da corriente, el hámster se erguirá graciosamente sobre sus patas traseras, y sosteniendo con una patita un imaginario micrófono, entonará un tema a elección de Frank Sinatra, imitando la particular e inconfundible cadencia de su voz, lo que equivale a decir imitando la voz de ‘la voz’.
Es preciso comprender que cuando están involucrados seres vivos, idéntico estímulo no tiene porqué ir seguido de idéntica reacción.

*ningún animal fue dañado durante la escritura de este fragmento.

21.11.07

Todo lo que no sé de automóviles, y más

Alquilo un espacio temporario, una cochera, en un garage, a unas tres cuadras de donde vivo, para guardar el auto. Las calles se han puesto algo peligrosas, las costumbres han cambiado. Si uno deja el automóvil en la vía pública, el mismo es depredado con una voracidad inverosímil. Te dejan un llavero, te dejan nada.
El hombre que trabaja en el garage en el turno noche se llama Pedro o Carlos, o Master, o Titán. Me dice que cuando le agarra sueño, a la madrugada, cuando cierra los ojos e intenta que descansen un poco sus varicosos pies, de pronto es despertado por ruidos extraños en el piso superior. Algún chirrido producto del contacto entre metales, el rebote de un par de neumáticos, con rítmica intermitencia, contra el piso, un vidrio que cruje, cosas raras.
Al principio creyó que alguien podía estar cometiendo actos de vandalismo, intentando robar, aunque le parecía poco probable. Cuando Carlos o Pedro, Master o Titán, subía a revisar, encontraba un chorro de algún extraño líquido sobre el piso, un espejo roto, un auto, por insólito que parezca, cambiado de lugar.
–¿En qué quedamos? ¿Ladrones o fantasmas? –Hace calor y es tarde. Me quiero ir a dormir. Mañana tengo que ir a trabajar.
Pedro o Carlos o Master o Titán me mira con una paciente ternura, como yo miraría a un niño pequeño con alguna discapacidad evidente.
Su teoría es que hay determinadas noches donde algunos autos, los que se gustan, aprovechan para fornicar.

17.11.07

Bellezas naturales

El turismo es conocido, no sé quién acuñó la frase, como ‘la industria sin chimeneas’. El turismo es una gran cosa. El turismo ha permitido que países arrasados por la impericia o la guerra, países a los cuales no parecía quedarles la más mínima oportunidad, países y pueblos que parecían condenados a la extinción, pudieran renacer. Milagros hechos porque la curiosidad es capaz de hacer que alguien recorra medio mundo con tal de observar cómo se desmorona una pared de hielo, cómo ruge una catarata, qué tan alto se puede subir una montaña.
Esa gente, esa raza dotada de curiosidad, del deseo de buscar, de conocer los milagros de la naturaleza. Esa fuerza que los mueve, esa pulsión que los guía.
Sin embargo, cuando las fortuitas circunstancias me ponen en contacto con alguna representante del sexo femenino de este grupo de aventureros y le ofrezco, sin mayores sutilezas, la posibilidad de contemplar o de entrar en contacto con mis genitales, no quisiera extenderme en detalles que pudieran derrapar en la grosería, la respuesta es por la negativa.
La situación me inquieta, me intriga, me obliga a repensar sobre qué ocultas fuerzas y extrañas motivaciones son las que mueven al turismo.

Sí, seguro

Cuando el cuerpo comienza a mostrar que no es una maquinaria ni tan maravillosa ni tan infalible, cuando se cae una muela o el pelo, cuando se arruga un pezón, es un excelente momento para comenzar a creer en el alma.
Cuando el deseo se escurre como una luz debajo de una puerta, cuando se marchita una vulva, cuando la flaccidez de un pito resulta inocultable, es una ocasión propicia para entender la prístina pureza de la amistad, la compañía, porqué no el amor.
Cuando no se tiene un solo peso, cuando no se pueden comprar cigarrillos o un café, es buena circunstancia para maravillarse con una caminata y un atardecer.
Me sorprende descubrir el noble fluido que habita en las más íntimas convicciones.

14.11.07

Desesperaciones

Absolutamente desesperado y más. Absolutamente desesperado y mucho peor. Absolutamente desesperado y seguís. Absolutamente desesperado y te servís otra porción. Absolutamente desesperado y no entendés qué fue lo que pasó. Absolutamente desesperado como un minero al que se la apagó la luz del casco en el peor momento, sin explicación. Absolutamente desesperado y sonreís. Absolutamente desesperado y pedís la cuenta. Absolutamente desesperado y las galeras hacen huelga de conejos. Absolutamente desesperado, ¿vos no?

10.11.07

Kung Fu (sin el bolsito)

Me pasa últimamente que pido un alfajor en un kiosco, y me dan dos pilas chicas. Me pasa que pido sexo, y me dan amor. Me pasa que pido dinero, y me dan trabajo.
Me pasa últimamente que la gente es boluda, que no me entiende.

Blasfemo

Los premios y castigos son una de las pocas cosas que permiten, por lo que dura un instante, ordenar el caos. La comprensión de algo, por tremendo que sea, da cierto alivio. El orden encontrado permite alinear los planetas hasta el próximo sacudón.
Cuando los dientes amarillos corresponden al que fuma setenta y dos cigarrillos diarios, todos se relajan. Si se descubre que la calvicie está en conexión directa con la ingesta de chocolate en rama durante la pubertad, mucho mejor.
Si el que triunfa en cualquier rubro del horóscopo tiene un rasgo que lo hace parecer descendiente directo de Ra, dios del sol, es entendible.
El problema es cuando sucede el cáncer o el prodigio, el infarto o la teta perfecta, el piano sobre la cabeza de una madre abnegada, o el premio de lotería para un asesino confeso.
El problema es cuando vislumbramos que tal vez Dios no sea magnánimo ni esté demasiado ocupado, no sea travieso ni misericordioso, ni justo ni arbitrario.
Sino tal vez como todos nosotros, de a ratos, indiferente.

7.11.07

El psicoanálisis ayuda

El otro día soñé que cogía con una sandía. Le había hecho un pequeño orificio a la altura de la mitad, y había quitado un círculo de unos cinco centímetros de diámetro, como quien quita el tapón de una bañera. Luego había colocado la sandía sobre el parquet y me había arrojado encima. Recuerdo que la escena transcurría en una habitación desconocida para mí. Había un perchero, y sobre el perchero había una lechuza que parecía seguir atentamente la escena. Aunque no estoy en condiciones de afirmar si la lechuza estaba viva o embalsamada. Los ojos amarillos de la lechuza apuntaban en dirección a la sandía, pero no parpadeaban. Aunque las lechuzas no se caracterizan por parpadear.
Y esa es la escena que soñé la otra noche, doctor. Yo me retorcía un poco sobre la sandía, y la lechuza miraba, y no recuerdo mucho más.
No se vaya, doctor, espere, todavía no le pagué la consulta. Por favor no se vaya.

3.11.07

A vos te falta motivación

Lo interesante es que la vida continúa.
Lo interesante es que te pisa un tren y te deja las piernas como dos escarbadientes usados, y la vida continúa.
Lo interesante es que te roban y el ladrón te clava una percha oxidada en un ojo, y te quedás bajo la lluvia pensando que te falta la billetera y el ojo, y la vida continúa.
Lo interesante es que tu chica fornica con el verdulero, y con el carnicero de manos elefantiásicas que apestan a carne picada, y con el vecino jorobado del séptimo b, y con tu prima, y con el fox terrier pelo duro de tu hijo, y la vida continúa.
Lo interesante es que de chico pensás lo que vas a ser cuando seas grande, y de grande pensás qué habrás hecho de chico para tener el colesterol tan alto, y la vida continúa.
Lo interesante es que casi todo el tiempo lo que tiene sentido no tiene explicación, y lo que tiene explicación no tiene sentido, y la vida continúa.
Y después te morís, y la vida continúa.

Un secreto

De chiquito se reían de mí. Tenía la frente demasiado amplia, la nariz demasiado grande, algo raro en la mirada, en la forma de expresarme, en mi manera de andar.
No era aceptado, entonces, ni querido, ni elegido para jugar al fútbol o para bailar. Mis amigos armaban reuniones cuya clave era la expresa exclusión de mi persona, que yo no supiera, que no me enterara. En el juego ‘verdad o consecuencia’, que algunos de ustedes conocerán, las chicas elegían ‘verdad’, conmigo, siempre, porque la sola idea de tener que darme un beso las ponía mal. Por más que quise, por más que me esmeré, por más que hice mis mejores esfuerzos, no pude bailar un lento durante toda la adolescencia, nadie quiso bailar conmigo, ni las gordas, ni las rengas, nadie quiso abrazarme jamás.
Ahora, deliciosas criaturas me ofrecen sus favores, sus honduras, con llamativo entusiasmo.
Ahora, simpáticos muchachones me convocan a reuniones en salones donde se bebe el mejor whisky, se fuman los mejores puros, y la gente se dedica a reír, a conversar.
Ahora, la gente me mira y se preguntan cómo es posible que yo exista, tan inteligente y atractivo, tan talentoso, tan pijudo, tan genial.
Y yo no digo nada, no puedo decir nada, no tengo nada para decir, pero si tuviera que decir algo diría que lo que sucede es ajeno a mi voluntad, una reacción del cuerpo, un desesperado anhelo, algo que crece y se manifiesta contra todo pronóstico, como una flor en medio del desierto, unas tremendas ganas del tamaño de una tormenta, porque a mí nunca nadie me quiso abrazar.