29.4.06

Escrito en la naturaleza

En el canal de televisión de la National Geographic muestran un documental sobre hipopótamos. Esto capta mi atención de inmediato, ya que jamás, que yo recuerde, he tenido la oportunidad de conversar con un hipopótamo.
La parte que me sorprende es que los hipopótamos conviven con los cocodrilos en el mismo río. Desconozco los motivos específicos, pero los cocodrilos no se meten con los hipopótamos. Los cocodrilos lo saben; los hipopótamos lo saben. Está escrito en la naturaleza.
Tal es así que en determinado momento del documental, un hipopótamo se acerca a un cocodrilo por detrás, y lo mordisquea, lo empuja, para obligarlo a soltar una parte de la cebra que el cocodrilo está comiendo.
El cocodrilo, obligado por las circunstancias, se limita a compartir parte de su presa.
El documental sigue por horas; me duermo antes. Lo que me preocupa es que el documental ha generado en mí un mayor interés que las últimas cinco películas de W. Allen que fui a ver al cine.

Seminario sobre técnicas de negociación para ejecutivos de grandes empresas

Cuando se tiene una mascota, más precisamente un perro, la utilización de una correa para portar al animal me parece algo inapropiado, improcedente y de pésimo gusto.
Despojado del artilugio el animal se verá en ejercicio de la potestad de acompañar al humano en cuestión, o de abandonarlo si ésa es su voluntad.
Como arma de negociación, en lugar de correa, se le puede mencionar al animal que en caso de seguir su propio camino, se procederá a cancelarle la extensión de la tarjeta de crédito.

26.4.06

Yo creo

Creo que el aburrimiento mata más gente que los accidentes de tránsito, aunque me cueste dilucidar alguna utilidad en dicha afirmación.

Mientras vos salvás al mundo

Ella sufre lo indecible el hambre en Etiopía, pero no es capaz de ceder a un ínfimo requerimiento de naturaleza íntima. Algo que hace a una relación sexual entre dos adultos, y algo que, en tanto el requerimiento es de mi autoría, preferiría no mencionar.
Se me ocurre pensar que la gente que elige preocupaciones grandilocuentes lo hace para no tener que involucrarse en cosas que, bueno, en cosas que prefiero no detallar.

22.4.06

Ránking de tragedias

Cuando ocurre una catástrofe natural, cuando hay una tragedia, cuando hay un terremoto, cuando cae un avión, cuando chocan los trenes, la pregunta es siempre la misma. ¿Por qué?
Idéntico cuestionamiento me ha visitado con la caída del cabello, sepan disculpar.

La importancia de haber sufrido

Cada vez que puedo, no dejo pasar la oportunidad de mencionar todo el sufrimiento que experimenté siendo niño. La frase, invariable y utilizable en cualquier contexto es: ‘sabés lo que sufrí yo de pibe’.
A decir verdad, cuando pienso en el asunto, no consigo recordar peculiaridades ni detalles del sufrimiento mencionado. Esto me hace pensar, la ausencia de especificidades, que tal vez el sufrimiento no haya existido.
Pero invariablemente la frase en cuestión tiene un efecto beatificador en el interlocutor de turno. Particularmente, cuando el interlocutor es del sexo femenino.
Ante la mención de mi sufrimiento pretérito, el interlocutor, en adelante ‘la interlocutora’, se muestra más permeable a escuchar mis argumentaciones. Muestra una mejor predisposición hacia mi persona. Y hasta puede manifestar deseos de coger.

19.4.06

Cuando uno ingresa a un hospital

Cuando uno ingresa a un hospital descubre que todo aquello que suceda fuera del hospital, carece de importancia dentro del hospital.
Cuando uno ingresa a un hospital tiene la facultad de percibir que aquello que uno podría considerar su propia vida, no es más que una maquinaria defectuosa, no es más que mercancía de dudosa utilidad.
Cuando uno ingresa a un hospital tiene la espléndida oportunidad de entender lo que debe sentir una vaquillona antes de transformarse en media res, o una prostituta que viaja en subterráneo, rumbo a su jornada de trabajo.

Una reacción fisiológica

Me explican con claridad soberana, que el sentido del humor puede ser, ni más ni menos, una reacción fisiológica contra la frustración, una reacción fisiológica contra el miedo.
Comulgo con el argumento de inmediato. Es la primera vez que lo escucho. A decir verdad, lo desconocía, y jamás se me hubiera ocurrido.
Eso quiere decir, entonces, que cada vez que he apelado al sentido del humor en los últimos años, bueno. No sé de qué se ríen.

15.4.06

Magritte

Si uno se queda contemplando, pasados siete minutos, un humeante plato de ravioles con oliva, pimienta, y un vaso de vino rojo de calidad media, no se obtendrá la misma consideración y respeto que si uno se queda contemplando, pongamos siete minutos, un Magritte en el Museo Reina Sofía, en Madrid.
Tal vez mi módico talento consista en encontrar belleza donde puedo. Disculpáme.

Otro game

Observo durante cinco horas un partido de tenis. Cuando la mujer que me acompaña se despierta y me pregunta cómo van, respondo que no sé. Desconozco el tenis, los rudimentos de su reglamento y más aún, en qué consiste el juego. Jamás he tocado una raqueta en mi vida.

La mujer me mira, entre risueña y sorprendida. Le explico que, sin la peculiaridad de portar gorritas y shorts, me es dado ver gente que deja sus mejores esfuerzos en cosas que desconozco, cosas irrelevantes o que no me interesan, casi todos los días.

Sin Ilíada, sin Odisea

En lo personal, lamento lo indecible no tener gestas heroicas para contar. Pero toda gesta heroica requiere, en primera instancia, de un héroe.

12.4.06

Para encontrar a la mujer de tu vida, lección # 579PQ22/N

Después de la práctica sexual, la mujer sugerirá la conveniencia de pedir helado, pedido al que Ud. accederá de inmediato.
Se pedirán dos cuartos de helado. Es importante que se pidan porciones separadas; lo que comerá ella por un lado, lo que comerá usted por otro.
Ella elegirá, por ejemplo, granizado de dulce de leche y chocolate, como los sabores para su porción. Los gustos que usted elija para su propio cuarto no son de relevancia alguna.
Aquí viene la parte interesante: usted irá a pedir el helado por teléfono a otra habitación. A la cocina, tal vez.
Usted cometerá un error. El error consistirá en pedir dulce de leche en lugar de dulce de leche granizado. O chocolate en lugar de chocolate con almendras. Un error, que no altere la esencia del pedido, pero un error. Uno solo.
Vendrá el helado. Usted cumplirá con el sagrado rito de pagar.
Usted le llevará entonces, el cuarto de helado correspondiente a ella, con su correspondiente cuchara, a la cama.
Ella, desnuda, en la cama, probará el helado. En la primer cucharada, es evidente, notará el error.
¡Ahora es el momento! Olvide la capacidad amatoria y/o intelectual de la mujer en cuestión. Olvide el tamaño de los pechos, o si posee conocimientos de violín. Olvide el poder adquisitivo, la bondad, las várices.
La mujer tiene en su mano el cuarto de helado, y ha percibido el error.
Ahora es el momento. Preste atención.

Para encontrar a la mujer de tu vida, lección # 579PQ22

En el bar, la mujer me jura que me ama, que debemos seguir juntos, que haría cualquier cosa por mí.
Así que llamo al mozo y le pido que traiga un plato, un cuchillo, un tenedor.
Le pido, también, el trapo rejilla.
Pongo el trapo sobre el plato.
–Cométe el trapo –le digo.
Ella me mira, sonríe, me dice que no sea tonto.
Si tan sólo hubiera comido un bocado. Si hubiera hecho el intento de cortar, como si de una milanesa se tratara. Pero no lo hizo. Se quedó mirándome; se arregló el escote; encendió un cigarrillo.
Pero no tocó el plato ni los cubiertos ni el trapo. No lo hizo.

8.4.06

Es una sensación

En la oficina donde trabajo. Una mujer se acerca para saludarme, y de un modo sigiloso suelta, me atrevería a decir, dada la cantidad, la totalidad de su vello púbico sobre / dentro de la taza de café con leche que me hallo bebiendo.
Me da un beso y se retira con una sonrisa, sin que el resto de la gente que trabaja conmigo haya podido percibir la maniobra.
Mientras levanto la taza y me dispongo a beber un sorbo, me pregunto cómo poder discernir entre la locura y el amor.

Tic tac

Entro en un negocio que vende relojes, una relojería. Me quedo de pie, en medio de vitrinas repletas de relojes, asimilando el agobio del tiempo.
Se me acerca una vendedora.
–Buenas tardes, señor, ¿lo puedo ayudar en algo? ¿Qué desea?
­–Sí –digo–. Que los pare.

5.4.06

Metáforas en oferta

Un corazón sueña con ser pulmón.

Misión

La gente que cree tener una misión, tiene al mismo tiempo un dogma que rige la casi totalidad de sus actos. Pero adolecen del costado lúdico. Están obligados a tomarse demasiado en serio, mientras, el resto de los mortales, a veces, de a ratos, se divierten.

Peluquería

Observo a mi peluquero mientras me corta el pelo. Treinta años cortando el pelo; treinta años en la más vana de las luchas contra una secreción. Y siempre una sonrisa, un comentario original, el entusiasmo en la más pura de sus formas.
Vaya entonces este fragmento para todas esas chicas dispuestas a arruinarte una noche con ese ‘no me siento realizada, ¿entendés?’.

1.4.06

Introspección

Me he pasado todo el día comiendo frutos secos: nueces, almendras, bellotas, maníes. De a ratos, me sentí una ardilla. De a ratos, un mono.
La experiencia ha sido tan gratificante como aleccionadora. Perfectamente comparable con viajar a Paris o hacer esquí acuático.

Perdonen la franqueza

Me llama una persona para invitarme a una fiesta. Le solicito un detalle estricto de los alimentos y bebidas que habrá para la ocasión.
Responde que no puede contestar con exactitud, puesto que no lo sabe.
Le pregunto entonces si alguna mujer que vaya a concurrir al evento, le ha manifestado el deseo taxativo de mantener alguna suerte de contacto carnal conmigo.
Responde que no, que nadie le ha dicho nada al respecto.
Le consulto sobre cuánto tenían pensado abonarme por mi presencia.
Responde, algo confundido, que nada. Se trata de una fiesta.
–Mi estimado –le digo–; por alguna complejidad semántica que se me escapa en este momento, lo que usted considera una fiesta, a mí se me antoja un trabajo.