Observo durante cinco horas un partido de tenis. Cuando la mujer que me acompaña se despierta y me pregunta cómo van, respondo que no sé. Desconozco el tenis, los rudimentos de su reglamento y más aún, en qué consiste el juego. Jamás he tocado una raqueta en mi vida.
La mujer me mira, entre risueña y sorprendida. Le explico que, sin la peculiaridad de portar gorritas y shorts, me es dado ver gente que deja sus mejores esfuerzos en cosas que desconozco, cosas irrelevantes o que no me interesan, casi todos los días.
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