Cuando se tiene una mascota, más precisamente un perro, la utilización de una correa para portar al animal me parece algo inapropiado, improcedente y de pésimo gusto.
Despojado del artilugio el animal se verá en ejercicio de la potestad de acompañar al humano en cuestión, o de abandonarlo si ésa es su voluntad.
Como arma de negociación, en lugar de correa, se le puede mencionar al animal que en caso de seguir su propio camino, se procederá a cancelarle la extensión de la tarjeta de crédito.
29.4.06
Seminario sobre técnicas de negociación para ejecutivos de grandes empresas
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario