22.4.06

La importancia de haber sufrido

Cada vez que puedo, no dejo pasar la oportunidad de mencionar todo el sufrimiento que experimenté siendo niño. La frase, invariable y utilizable en cualquier contexto es: ‘sabés lo que sufrí yo de pibe’.
A decir verdad, cuando pienso en el asunto, no consigo recordar peculiaridades ni detalles del sufrimiento mencionado. Esto me hace pensar, la ausencia de especificidades, que tal vez el sufrimiento no haya existido.
Pero invariablemente la frase en cuestión tiene un efecto beatificador en el interlocutor de turno. Particularmente, cuando el interlocutor es del sexo femenino.
Ante la mención de mi sufrimiento pretérito, el interlocutor, en adelante ‘la interlocutora’, se muestra más permeable a escuchar mis argumentaciones. Muestra una mejor predisposición hacia mi persona. Y hasta puede manifestar deseos de coger.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

o de salir corriendo...

J. Hundred dijo...

sí. o de aprender a tocar el vibráfono. o de limpiarle el pico a un pingüino empetrolado, con quitaesmalte 'cutex'. o de poner un parripollo. pero en cualquier caso sí, claro que sí.

Anónimo dijo...

Estas argumentaciones-lamentaciones, en general debe utilizarlas un chico o señor que es feo, en las proporciones que le fueron dadas. si este es su caso, lo lamento, sinceramente.
Siempre que esto sucede, hay una velada oferta garantizada de "y no sabés lo bien que la pasarías conmigo". obviamente esto no se dice, se insinúa, se deja caer, entre las miradas a la lejanía, a la lontananza. Después de la primera o segunda decepción, una constata que es tan falso ese sufrimiento como la implícita oferta. Y alli mismo, se puede abandonar al lamentando, sin mayores miramientos, cosa que me produce un gran placer, tal vez un tanto sádico, debo confesarlo, pero mayor al de limpiar a un pinguino empetrolado "con detergente magistral, mi reina".