30.7.05

Se termina

La belleza no puede perdurar. Dicho de otra forma: condición intrínseca de lo bello es tener fin. Más o menos remoto. Quien contempla algo bello debe poder imaginar la corrupción; la decadencia; el final. De ahí que todo aquello que termina pueda ser bello, al menos por un instante de tiempo. Por lo que dura un parpadeo. Lo eterno es poco serio. Artificial.

Estudio del carnaval carioca como cualquier otra epidemia

Muchas, infinitas cosas pueden suceder todavía.
Puede ocurrir que decida copular con un fox terrier pelo duro una mañana de Agosto.
Puede suceder que prepare un licuado de bananas y detergente y se lo de a probar a mi vecino fisiculturista. Y a su madre.
Puede incluso ocurrir que abandone todas mis posesiones terrenales y me dirija en peregrinación a la India con el único objetivo de comentarle a Sai Baba las bondades de la crema de enjuague capilar.
Pero no podré nunca divertirme en una fiesta. Eso no, estoy seguro.

Aún en esta forma

Trabajo en el banco. Se me acerca un compañero. Es un cajero, también. Atiende una caja, la caja cinco. Por lo general, yo atiendo la caja siete. Soy cajero, también.
Se me acerca, entonces, el cajero de la caja cinco.
Me dice: ‘te odio. Quiero que sepas que te odio. Te desprecio con fuerzas más allá de mi capacidad de análisis. Te aborrezco, intensamente. Pensé que tenía no una, sino múltiples explicaciones racionales al respecto. Ahora sé que no importa el porqué. Te odio, y ese odio es suficiente para mí. Te odié desde que te vi. Te odié desde siempre’.
Hace una pausa, toma aire. Yo lo observo; tengo el sello de ‘CAJA 7’ en mi mano izquierda. Pienso muchas cosas. Pienso, transpiro, pienso, y vuelvo a transpirar. Pienso en estamparle el sello de ‘CAJA 7’ en la frente, pero el pensamiento dura sólo un momento.
Sigue: ‘Y te quiero dar las gracias, porque odiarte es mi razón de ser. Odiarte es mi motor. Desde que te odio, me siento mucho mejor. Durante un tiempo pensé en matarme, te confieso, pero ya no, ya no. Odiarte me hace levantarme por la mañana, casi de buen humor. Escucho música mientras desayuno. Escucho jazz, mientras pienso en todo lo que te voy a odiar cuando te vea. Gracias, che. De verdad te lo agradezco’.
Vuelve a la caja cinco y continúa trabajando con inusitado frenesí.
Y ahora sé, por Dios bendito ahora sé lo bello que es sentirse imprescindible.

29.7.05

Egoísta

Entro a la farmacia. Me acerco al mostrador. La chica me mira, aburrida. Sobre su delantal blanco tiene bordado, a la altura del corazón, su nombre. El bordado es azul, grueso, tosco. El nombre es ‘María’.
–Buenas noches –digo–. Necesito un remedio.
La chica, en adelante ‘María’, me mira, más aburrida.
–Unas pastillas –sigo–, un jarabe. Algo que me cure.
María me mira. En ningún momento se observa en ella un mínimo interés.
–Me siento mal, y preferiría sentirme bien.
María, aún con ambas manos apoyadas sobre el mostrador, retrocede un paso.
–Estoy triste, y preferiría estar alegre, María –digo–. No sé –también digo.
Una de las manos desaparece, con lentitud de reptil, de mi vista. Casi puedo sentir cómo uno de sus dedos pulsa un oculto botón. Está pidiendo ayuda, María, pero no para mí, no, para ella.

28.7.05

Bajo la lluvia, sin cantar. Fábulas sin animales

Hubo un tiempo en que estuve convencido que la lluvia ejercía un efecto negativo en el común de las personas que habitan las grandes ciudades. Creí que la lluvia los volvía más malos, más mezquinos, en una palabra: peores. Creí en verdad que la lluvia hacía florecer lo peor de esas bestias sin alma con las que me suelo cruzar en mi cotidiano derrotero.
Pero me equivoqué. Me equivoqué y lo admito.
La lluvia me vuelve mejor a mí, eso es todo.

23.7.05

Conócete a ti mismo. Y luego, olvídate lo que sabes

Me ha sucedido encontrarme con una notable paz interior, en medio de un ambiente exterior por demás convulsionado.
También me ha sucedido hallarme en un estado de profunda inquietud, en medio de la más absoluta y exterior de las calmas.
También me ha ocurrido, cómo no, el hallarme en un estado de sosiego interior ante un entorno por demás relajado. Y también me hallé preso de un interior desquiciado y convulso, en medio de un exterior agitado.
En resumen, me ha tocado estar en los más diversos ambientes, y he tenido las más variadas reacciones.
O sea, no sé. Nada.

Estado de ánimo

Las cosas que me causan alegría y las cosas que me causan tristeza son exactamente las mismas. Depende, la diferencia, si en el desayuno hubo café con leche, pan, manteca y mermelada.

A viva voz

En los lugares públicos, la gente habla en un tono de voz muy por encima de lo necesario. Tal vez con la secreta intención que alguien, más allá de su interlocutor, los escuche. Tal vez para escucharse a sí mismos. En cualquier caso y sin excepción, mi experiencia me indica que aquellos que tienen algo interesante para decir lo dicen en voz muy baja. O sino, simplemente, callan.

22.7.05

Música

El oído absouto, señor Director, es la capacidad para distinguir con exactitud el nombre convencional (la nota) correspondiente a una frecuencia. Esta capacidad está relacionada con la memoria auditiva (la capacidad de recordar ciertos sonidos).
El fracaso absoluto, señor Director, es esta orquesta y todas las partes que la componen. Usted y yo, sin ir más lejos.

20.7.05

Homenaje a Paul Maker

Ortega y Gasset dijo alguna vez: 'yo soy yo y mis circunstancias'.
Conversando en una degustación de kinotos al marraschino con el filósofo finisecular, colega y amigo, Paul Maker, me dijo 'yo soy mis circunstancias, a veces mis circunstancias, apenas mis circunstancias. Yo no soy yo. Yo salgo poco. Yo no vine'.

16.7.05

Para una vida semiplena

El 85% de la vida es esperar.
El otro 15% es lavarse los dientes.

Guía de estudios para alumnos inquietos

Observo con inquietud que cualquier progreso de índole académico implica un denodado esfuerzo por avanzar en materias, más que a menudo fútiles. Sin embargo, he recorrido las más diversas universidades sin hallar en ninguna la posibilidad de hacer un master, por ejemplo, en mirar por la ventana o comer aceitunas negras.

Ellas no saben

El descubrir que una bella mujer acodada en la barra de un bar no manifiesta la más mínima intención de tener contacto carnal conmigo es motivo de profunda frustración, sino de contrariedad. Para mí. Para la mujer en cuestión, no.

9.7.05

Decálogo de deseos para mayores de treinta

1)Quiero confort.
Los otros nueve deseos no tienen importancia.

Acerca de lo volitivo

A la mañana, invariablemente, estoy de buen humor. Pero me suelo despertar a las tres de la tarde. Tal vez por eso no se nota.

No te entiendo (te juro que no te entiendo)

Cuando escucho gente hablar en otro idioma, me sorprendo. Veo a las personas intercambiar sonidos y señales, sonreír, mover las manos, hacer pausas, mientras yo no consigo comprender nada en absoluto. La patria es el idioma, y no entenderlo equivale a ser un marciano.
Lo mismo me ocurre, la mayoría de las veces, con el idioma que practico. Eso también es extraño.

2.7.05

Paisajes naturales

Contemplar las bellezas insondables de la naturaleza siempre ha sido motivo de satisfacción, de sana alegría. Ver el mar, una montaña, un campo que se pierde hasta fundirse en el significado mismo de la palabra ‘verde’, es algo que te llena el alma, no encuentro otra forma de definirlo.
Lo mismo me ha ocurrido contemplando el extracto de una cuenta bancaria.

Las claves de la diversión: apuntes para no sentirse -tan- solo

Cuando voy a bares, descubro que hay televisores encendidos por todas partes; pianistas tocando antiguas melodías; saxofonistas blancos jugando a ser saxofonistas negros; bailarines de tango; magos; acróbatas.
Al parecer, la gente necesita desesperadamente divertirse.
Yo necesito tomar café y mirar por la ventana.

Todo mal, o antítesis jamaiquina

Cuando era chico, estuve muy preocupado acerca de lo que acontecería cuando fuera grande. Ahora que soy grande, estoy muy preocupado acerca de lo que aconteció cuando era chico.
En ambos casos, la preocupación no modifica ni soluciona nada. Es una presencia, y como tal, una compañía.