Muchas, infinitas cosas pueden suceder todavía.
Puede ocurrir que decida copular con un fox terrier pelo duro una mañana de Agosto.
Puede suceder que prepare un licuado de bananas y detergente y se lo de a probar a mi vecino fisiculturista. Y a su madre.
Puede incluso ocurrir que abandone todas mis posesiones terrenales y me dirija en peregrinación a la India con el único objetivo de comentarle a Sai Baba las bondades de la crema de enjuague capilar.
Pero no podré nunca divertirme en una fiesta. Eso no, estoy seguro.
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