1.1.06

Felices los felices, dijo J. L. B.

Partiendo de un momento cero, el nacimiento, si es que es preciso definir dicho momento aunque no me parece relevante para la línea argumental que deseo llevar adelante, las posibilidades de ser feliz o triste se me antojan, como si de ambas caras de una moneda se tratara, iguales.
Aquí es donde comienzan las dificultades desde el más puro empirismo. La mayor parte de la gente que observo a diario, está triste. Esto me obliga a pensar que los felices, menos en número, son muy felices; utilizan, sin poder precisar si de manera indebida o merecida, la felicidad de muchos.
Los felices parecen incapacitados para utilizar una sola felicidad, y optan por varias. La felicidad, concluyo, es adictiva, y genera las mismas patologías que en el portador de cualquier otro vicio. Aún a riesgo de ser poco original diría que el problema con la felicidad, como con el dinero, con el whisky o con el chocolate en rama, es siempre la vieja y querida paradoja: demasiado poco, o demasiado.

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