22.12.07

Payasos

En la calle, en medio de todo lo que ocurre en la calle, un día cualquiera, me cruzo con un payaso. Sin mediar palabra, sin explicación, el payaso me abraza.
Tiene la cara pintada de blanco, tiene la nariz roja, tiene la boca pintada con una sonrisa lo suficientemente grande para abarcar el mundo, tiene un sombrerito pequeño y redondo con una flor cuyo tallo es un resorte, lo que transforma la flor en una antena vibrátil, tiene una corbata multicolor que se bambolea entre sus rodillas, tiene unos zapatones enormes, sobre los cuales se podrían parar siete personas y navegar por un río con rumbo desconocido.
−Dame un peso –me dice el payaso. Percibo que sus ropas son viejas y huelen a naftalina. Percibo que su sudor se asemeja a pilas sulfatadas.
−No –respondo. Me desprendo de él, de su abrazo.
Entonces el payaso hace algo curioso. El payaso se sienta sobre la vereda, y comienza a llorar. Llora con la energía con que sólo los chicos saben hacerlo. Llora como quien descubre que llorar es lo que mejor sabe hacer. Llora como quien comprende que lo único que quería era llorar, llorar para siempre, llorar hasta derretirse y desaparecer.
−Dame un peso, dale –dice− ¿No ves que estar contento es lo más difícil del mundo?

5 comentarios:

Geoffrey Firmin dijo...

Y...despues de esa inquietante afirmacion sospecho que usted le habra soltado una moneda.
Abrazo cordial, estimado Juan Hundred.
Y mis mejores deseos de felicidad para usted y los suyos.

La condesa sangrienta dijo...

Prefiero cruzarme con una estatua viviente: no abrazan, no ofenden nuestro olfato y su éxito radica en hacernos creer que estar contentos, o no, es lo más fácil del mundo.

J. Hundred dijo...

*geoffrey firmin! es, le confieso, la primera vez que alguien que no conozco me transmite buenos deseos. y, ahora que lo pienso, es la primera vez que alguien me transmite buenos deseos, me conozca o no. que mi rostro atónito, que mi pasmo, que mi expresión del más puro estupor no lo engañen. yo agradezco sus palabras, y le deseo lo que usted crea que se merece, o suerte, que si uno tiene suerte lo demás se acomoda.
*condesa! voy a tener que discrepar. cuando veo un ñato que, del abanico artístico que se abre ante sus ojos a una edad temprana, no elige tocar el saxofón en los subterráneos de paris, no elige ser guitarrista de la banda ‘serenos de morgue’, no elige pintar acuarelas colocándose el pincel en el culo, para ser entonces un pintor del culo, y elige, en cambio, quedarse quieto, muy quieto, en florida y lavalle, siento una profunda tristeza. me dan ganas de decirle ‘para quedarte quieto, con cara de preocupación, para intentar no moverte, bueno, te convenía trabajar, es lo que cualquier oficinista hace naturalmente de lunes a viernes’.

La condesa sangrienta dijo...

Yo prefiero que no me abracen con olor a chivo viejo (ni payasos, ni oficinistas ni pintores con un pincel en el culo).

Roedor dijo...

Yo le habría puesto una volea de zurda ahí mientras estaba en el piso, qué joder...