En el cine, todos se sientan en sus butacas y miran hacia delante, hacia el rectangular y límpido trozo de material donde será proyectado el film dentro de unos instantes.
Me sorprende que sino todos (porque siempre hay algún distraído), al menos la inmensa mayoría no gire sus cabezas hacia atrás, hacia la última fila, y se dediquen a observarme. A mí.
Mi vida es mucho más interesante.
Me sorprende que sino todos (porque siempre hay algún distraído), al menos la inmensa mayoría no gire sus cabezas hacia atrás, hacia la última fila, y se dediquen a observarme. A mí.
Mi vida es mucho más interesante.
4 comentarios:
¿Entonces era usted? Me debe una entrada de cine, caballero. Demasiado tarde me percaté de que hubiera podido observarlo gratis, mientras compraba caramelos masticables.
*estimado bugman. mi madre, siendo yo un niño, se encargó de explicarme los tormentos y calamidades que aguardaban a todos aquellos que se atrevieran a comer caramelos masticables. así que me cuidé bien de hacerlo. sin embargo, una mañana, masticando mi habitual dosis de maní japonés, perdí una muela limpita. si yo fuera esopo, le diría una bella moraleja. así que me limito a decirle que las calamidades son bichos traicioneros.
conste en actas.
Peor aún. No era usted, y me pasé la película observando a un salame cualquiera. Sin embargo me pareció muy interesante. Eso demuestra que el interés en cualquier cosa es ante todo, un acto de voluntad. O de fe? Un acto, en todo caso.
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