Si uno se queda contemplando, pasados siete minutos, un humeante plato de ravioles con oliva, pimienta, y un vaso de vino rojo de calidad media, no se obtendrá la misma consideración y respeto que si uno se queda contemplando, pongamos siete minutos, un Magritte en el Museo Reina Sofía, en Madrid.
Tal vez mi módico talento consista en encontrar belleza donde puedo. Disculpáme.
3 comentarios:
esas cosas pequeñas nos llenan de alegrías o sorpresas o vete a saber qué... supongo que en eso esta la grácia, en saberlas apreciar, no?
estimada,
debo confesarle que, en un pasado remoto, fui el autor de una tan absurda como abstrusa novela titulada 'perdiendo la gracia'. entre nosotros, mucho me temo que la novela no tenía ninguna gracia, lo que la arrastró a las procelosas aguas del olvido.
Faulkner dijo, y fue citado hasta el cansancio, algo más o menos así: 'entre la nada y la pena, me quedo con la pena'.
Hundred dijo, y no lo citó nadie: 'entre mi novela y la albahaca, me quedo con la albahaca'.
gracias por estar.
Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude. Orson Welles
Publicar un comentario