Si se observa a un animal en su hábitat natural, y luego se lo observa en una jaula, en un zoológico, incluso el ojo no entrenado advertirá sutiles diferencias de comportamiento.
Si se le quita al animal lo que se ha dado en llamar ‘hipótesis de conflicto’, si el animal comprende que se le traerá la comida a un horario cierto, si el animal descubre que la jaula que le impide escapar es la misma jaula que le impide, por ejemplo, ser mordido, si el animal entiende que lo que se espera de él es que se deje sacar un par de fotos, que se rasque, que de un par de vacilantes pasos, que gruña, pongamos unas tres o cuatro horas al día. El animal, entonces, se quedará echado, de manera tan aburrida como indolente, limitándose a respirar, y a llevar a cabo alguna que otra función de índole fisiológica, más o menos involuntaria.
La diferencia en términos de comportamiento, lo que subyace y define, entonces, es la diferencia entre libertad y confort. Cuánto confort está dispuesto a ceder el tigre, la cebra, el mono, para tener más libertad. Y cuánta libertad está dispuesto a ceder el tigre, la cebra, el mono, para obtener algo de confort.
Para intentar acercar posiciones, para aproximar una solución a tan álgido tema, pueden hacerse en principio dos cosas. Poner una Playstation, por ejemplo, en la jaula del león. O darle algo de dinero en efectivo a un cocodrilo, en su hábitat natural.
Si se le quita al animal lo que se ha dado en llamar ‘hipótesis de conflicto’, si el animal comprende que se le traerá la comida a un horario cierto, si el animal descubre que la jaula que le impide escapar es la misma jaula que le impide, por ejemplo, ser mordido, si el animal entiende que lo que se espera de él es que se deje sacar un par de fotos, que se rasque, que de un par de vacilantes pasos, que gruña, pongamos unas tres o cuatro horas al día. El animal, entonces, se quedará echado, de manera tan aburrida como indolente, limitándose a respirar, y a llevar a cabo alguna que otra función de índole fisiológica, más o menos involuntaria.
La diferencia en términos de comportamiento, lo que subyace y define, entonces, es la diferencia entre libertad y confort. Cuánto confort está dispuesto a ceder el tigre, la cebra, el mono, para tener más libertad. Y cuánta libertad está dispuesto a ceder el tigre, la cebra, el mono, para obtener algo de confort.
Para intentar acercar posiciones, para aproximar una solución a tan álgido tema, pueden hacerse en principio dos cosas. Poner una Playstation, por ejemplo, en la jaula del león. O darle algo de dinero en efectivo a un cocodrilo, en su hábitat natural.
4 comentarios:
Me hizo acordar a esos versos de Almafuerte que en este preciso instante no recuerdo.
Pero venían justo al caso, le juro.
*es así, bugman.
Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos, estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en la frágil cárcel de las fieras:
No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones,
lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves…
¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!
Almafuerte
Hay otro poema, también, que dice así:
ya sé que lo importante no es que venga
sino que vuelva.
ya sé que es el precio más bajo
o te devolvemos la diferencia.
ya sé que ¡volvimos!
¿volviste?
pero no puedo encontrar el queso rallado
y lloro entre las góndolas como un chico
perdido en las playas de San Clemente
entre la inmensidad del mar y los boludos
que aplauden (la gente).
Juan Hundred (con el alma débil)
Ese, ese era!
El de las gòndolas!
Muchas gracias.
Publicar un comentario