6.10.07

Un poco de aleluya

no fui yo,
fueron mis manos
las que pidieron tocar
sus tetas
una vez más

para satisfacer su nada sencillo
destino
de manos
y exprimir la magia que hay oculta en
cada instante

–estoy dispuesto a regalarte todos
los álbumes de fotos–


y no fue ella,
fueron sus tetas
las que dijeron ‘sí’
una vez más

para conseguir la maravillosa fragancia
de la comprensión

antes de cumplir con sus obligaciones
de glándulas mamarias.


en este curioso paraíso
donde las manos piden
y las tetas hablan.

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