–Dulce princesa, grácil doncella, etérea criatura, es mi intención dedicar la tarde a olisquear vuestra vagina con la curiosidad y vocación de un sommelier.
La sonoridad del cachetazo no alcanza a ser representada en su fidedigna intensidad por la palabra escrita.
La sonoridad del cachetazo no alcanza a ser representada en su fidedigna intensidad por la palabra escrita.
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