13.9.06

Ajeno

Alguien decide que soy un genio, sin ninguna razón aparente.
Alguien descubre que me detesta, por motivos que siempre estuvieron a la luz, pero han brotado con amazónico frenesí.
Todo esto sucede mientras yo, en una calle cualquiera, me rasco la nariz.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahi está el asunto querube, en detestar su genialidad o en considerar geniales sus aspectos detestables.
Todo eso, claro está, mientras quien realiza dichas consideraciones se rasca la oreja y le alcanza servicialmente una carilina para el "rascado" de su nariz

Bugman dijo...

Las opiniones de los demás están sobrevaloradas. Incluyendo esta.

Anónimo dijo...

Peopiedad transitiva: debés tener una napia grande,
y las cosas grandes conmocionan, por envidia o por alegría.

J. Hundred dijo...

*narices y orejas, narices y orejas, narices y orejas. basta decir eso, como un mantra, y la palabra 'rascar'. y uno no sabe en qué momento, cómo fue que ocurrió, pero la respiración se ha vuelto algo agitada.
**tiene ud. razón, bugman, cuándo no. además, la gente va por ahí tirando opiniones, como quien espolvorea un bizcochuelo con azúcar impalpable.
***como dijera la filósofa tucumana m. sosa: 'gracias a la propiedad transitiva, que me ha dado taaanto'. no, para qué le voy a mentir. si yo fuera portador de, ejem, algo capaz de, como dice usted, conmocionar, de generar envidia o alegría, no sé, creo que de alguna forma habría superado mi proverbial timidez, y hubiera intentado hacerlo saber. hubiera intentado hacerlo visible. hubiera intentado comunicarlo.