3.11.07

Un secreto

De chiquito se reían de mí. Tenía la frente demasiado amplia, la nariz demasiado grande, algo raro en la mirada, en la forma de expresarme, en mi manera de andar.
No era aceptado, entonces, ni querido, ni elegido para jugar al fútbol o para bailar. Mis amigos armaban reuniones cuya clave era la expresa exclusión de mi persona, que yo no supiera, que no me enterara. En el juego ‘verdad o consecuencia’, que algunos de ustedes conocerán, las chicas elegían ‘verdad’, conmigo, siempre, porque la sola idea de tener que darme un beso las ponía mal. Por más que quise, por más que me esmeré, por más que hice mis mejores esfuerzos, no pude bailar un lento durante toda la adolescencia, nadie quiso bailar conmigo, ni las gordas, ni las rengas, nadie quiso abrazarme jamás.
Ahora, deliciosas criaturas me ofrecen sus favores, sus honduras, con llamativo entusiasmo.
Ahora, simpáticos muchachones me convocan a reuniones en salones donde se bebe el mejor whisky, se fuman los mejores puros, y la gente se dedica a reír, a conversar.
Ahora, la gente me mira y se preguntan cómo es posible que yo exista, tan inteligente y atractivo, tan talentoso, tan pijudo, tan genial.
Y yo no digo nada, no puedo decir nada, no tengo nada para decir, pero si tuviera que decir algo diría que lo que sucede es ajeno a mi voluntad, una reacción del cuerpo, un desesperado anhelo, algo que crece y se manifiesta contra todo pronóstico, como una flor en medio del desierto, unas tremendas ganas del tamaño de una tormenta, porque a mí nunca nadie me quiso abrazar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué afortunado es usted! Es la mismísima historia del patito feo...

A otros nos ocurre de adultos lo que a usted de chico... eso sí que es triste.

Por cierto, podría darnos alguna clave más de tal metamorfosis?

Anónimo dijo...

es ud. quien no se ha dejado abrazar! deje de llorar por los rincones m'hijo!

La condesa sangrienta dijo...

Mándeme al niño que fué para hacerle unos mimos.
Al adulto "tan inteligente y atractivo, tan talentoso, tan pijudo, tan genial", me lo envía después, quiere?

J. Hundred dijo...

*anónimo! yo estaba convencido que me había desollado vivo, que me había arrancado la piel en una experiencia literaria tan valiente como inédita, yo estaba convencido de haber cometido prácticamente un salto mortal nunca visto, un sincericidio capaz de hacer llorar a las masas, y usted va y me dice ‘es la misma historia del patito feo’. y ahora que lo pienso, tiene razón! usted me mandó a cursar de nuevo ‘cuentos infantiles 1 y 2’. y como si esto fuera poco, para poner peor las cosas, usted encima me dice que lo que a mí me ocurrió de chico, a usted le ocurre de grande. o sea, el patito se ha transformado en cisne feo. complicadísimo. la única sugerencia que puedo hacer al respecto, tratando de dar con la pócima, el bálsamo que alivie, es esta, ahí va: enamórese de un defecto, de ser posible, de su peor defecto. la idea es que, ya no es patito que pueda transformarse en cisne, con lo cual el cuento infantil se fue a la remierda, no hay posibilidad de redención. entonces usted va, por ejemplo, permítame un ejemplo, usted se está quedando pelado, y sufre, y lucha, contra la ley de gravedad, recurre a menjunjes y tratamientos tratando de salvar los pocos pelos que tiene, intentando ocultar la calvicie que lo atormenta, piensa en hacerse un implante. no, mi viejo. acá viene el tema que le dije: usted va y se afeita la cabeza como una bola de billar, se pasa un tramontina por el bocho, o sea, usted enloquece y ataca al defecto con más defecto, le tira al corazón de la bestia, al tiempo que intenta convencerse, en lo más profundo de su ser, que usted siempre quiso andar con la cabeza rapada. no importa si es cierto o no (todos sabemos que usted sueña de noche con poder, aunque sea una vez, atarse el cabello, usar vincha). usted, en el ejemplo que doy, jamás tendrá flequillo, la dotación genética se lo ha negado. entonces no debe usted pagar un flequillo hecho con pelo de verga (más económico, más resistente), sino aplicar un acelerador del defecto, se rapa, y debe usted convencerse, con todas sus fuerzas, que eso es lo que ha querido siempre. hay entonces altas posibilidades que la gente en general, y el pelo en particular, se desconcierten, no entiendan cómo es posible que hayan perdido su capacidad de daño, cómo ha podido usted liberarse de sus cadenas, y lo vean entonces, a usted, con otros ojos. y esa es la metamorfosis por la que usted me preguntaba. siguiendo con el ejemplo, ya sé que usted quería pelo, ya lo sé, pero la venganza del que fracasa, creo, es hacer su derrota lo más plácida posible. he dicho.
*
*quiero, condesa. comuníquese por línea privada para coordinar el envío (sí, como si se hubiera ganado una multiprocesadora moulinex contestando una pregunta por la radio. igual igual).

La condesa sangrienta dijo...

Está bien, pero sólo si el escribano me asegura que recibiré el producto con todas las partes que ud. ha publicitado.

Anónimo dijo...

Gracias, Juan, por su tan extensa y (en mi opinón) sabia respuesta que ha dado a mi comentario anterior.

Además ha dado en el clavo con el ejemplo, pues me afecta directamente y ya se imagina usted las vueltas que uno le da a la cabeza con un asunto así, tan nimio pero tormentoso a su vez, según se mire. Como con tantas otras cosas en la vida, uno aprende a asumir y sobre todo a relativizar. Es algo que te puede hundir o hacerte más fuerte, pero desde luego a nadie deja indiferente. En fin. Lo sé, uno puede ser también gordo y/o bajito, e incluso idiota, y ninguna de ellas es mejor, pero para cada cual es su propia cruz la que más pesa.

Salud!

J. Hundred dijo...

*a ver, silencio por favor, mientras el escribano Garófalo desenrosca con cuidado la certificación, mientras el escribano sostiene con ambas manos el acta, mientras muestra, el escribano, toda toda la rúbrica. silencio por favor, señoras y señores! estamos ante un acto de naturaleza notarial, no es preciso aplaudir. a ver, me parece que hay una chica al fondo que se puso pálida, se descompensó tal vez, a ver si le dan un caramelo y alguien le facilita una silla. le debe haber bajado la presión. sí, debe ser el calor.
*anónimo! aunque me tiró con ‘patito feo’ por la cabeza, aunque me quitó el antifaz como quien corre una cortina, aunque me pateó en el piso con displicencia pero sin saña, no le guardo rencor. están aquellos, es lo normal, que brindan rodeados de todos sus afectos. y estamos tambíén los que brindamos rodeados de todos nuestros defectos. en cualquier caso levanto mi copa, y lo saludo.