4.10.06

Agradecimiento

Cuando alguien me dice que me quiere, no le creo. Me conozco hace ya muchos años; cómo podría creerle.
Prefiero alguien que no logra ocultar el singular desprecio que siente hacia mi persona; un desprecio natural, sin fundamento. Y aún así, ese alguien decide quererme, por motivos difíciles de discernir. Tal vez desea domesticar su repugnancia; tal vez le gustan los desafíos; ver cuánto es capaz de soportar; descubrir que jamás imaginó cuán lejos podía llegar; maravillarse ante su propia voluntad para continuar, para seguir.
En cualquier caso, considero que cada vez que el fenómeno tiene lugar, que soy querido, es por motivos en su totalidad ajenos a mi voluntad. Como los terremotos, o las catástrofes climáticas.

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