Si se procede a la ingesta de un alfajor de chocolate con dulce de leche, no se logrará comprender ni por asomo las complejas diferencias entre círculo y circunferencia.
Tampoco se entenderá, no, el significado del diámetro.
Se ignorará por completo en qué consiste el radio.
No se estará ni cerca de acercarse a las enigmáticas y procelosas aguas del número pi.
En resumen, al ingerir un alfajor de chocolate con dulce de leche, no se aprenderá nada de nada. Un alfajor no ha vuelto, jamás, mejor a nadie.
Pero no sabés lo rico que estaba.
Tampoco se entenderá, no, el significado del diámetro.
Se ignorará por completo en qué consiste el radio.
No se estará ni cerca de acercarse a las enigmáticas y procelosas aguas del número pi.
En resumen, al ingerir un alfajor de chocolate con dulce de leche, no se aprenderá nada de nada. Un alfajor no ha vuelto, jamás, mejor a nadie.
Pero no sabés lo rico que estaba.
1 comentario:
Discrepo. Un alfajor de chocolate puede enseñar a un niño lo que es la avaricia, la envidia, el placer, y fundamentalmente la gula. Algunos niños aprenden más de moral gracias a la existencia de alfajores que de la prédica de pastores evangélicos. Ahora, los niños de hoy no aprenden nociones de geometría ni a patadas.
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