23.9.09

Te deseo lo mejor

Trabajo en una oficina, no quisiera entrar en detalles que pudieran herir la sensibilidad del lector, no quisiera ahondar en cosas que pudieran impresionar. Digamos, porque de alguna manera hay que decirlo, que soy jefe de un departamento, jefe de un sector compuesto por siete personas. No es algo que defina la historia.
Una de las personas del sector, al que llamaremos el sujeto A, me informa que va a dejar el trabajo, y como consecuencia el sector. Este muchacho, que ya no es un muchacho sino un tremendo repelotudo de treinta y tantos años, ha conseguido otro trabajo, y se va.
Son cosas normales que suceden en cualquier oficina, las oficinas se alimentan con determinada regularidad de carne fresca, alguien mejora, alguien huye, alguien comienza su particular e intransferible via crucis, alguien se va.
Le digo a A. las boludeces de rigor. Que fue bueno haber trabajado juntos, que todo el mundo tiene derecho a progresar, que le deseo lo mejor. A. tiene el natural entusiasmo de quien cambia de novia y cree que todo ha sido un error, que todavía puede recuperarse, ser feliz. Esos pequeños saltitos de ardilla que hemos dado en llamar ‘vida’, hasta que alguna fuerza superior nos de vuelta nuestras canoas hechas de precarias certezas y nos arroje a la mismísima mierda, demostrándonos que no sabíamos nada, que no teníamos idea, que ahora carecemos del talento o la suerte para volver a empezar. Lo normal.
Le digo a A., ya lo conté, que le deseo lo mejor. También le digo que sería bueno organizarle una cena de despedida, que sería bueno para el grupo, que me deje a mí.
Combinamos entonces el día y la hora, y le digo un lugar, le digo que yo me encargo, que soy el jefe, que organizar es mi especialidad.
Lo cito entonces para el jueves siguiente en un restaurante, a las nueve de la noche, un lujoso restaurante de la ciudad. Voy a ese restaurante, de hecho, y reservo una mesa para siete personas, dejo de seña el 30% de la consumición estimada, no importa el dinero, la reserva está hecha a nombre del sujeto, a nombre de A.
Entonces me reúno con los muchachos del departamento, los muchachos que trabajan conmigo, me reúno en ausencia de A. Y los invito a una cena, el jueves que viene, a esa hora, a las nueve. Pero los cito en otro restaurante. Les digo que no hablen de esto con A., ya que como A. se va de la organización, he decidido no invitarlo. Ya no pertenece al equipo, y yo debo hablar con ellos de cosas secretas, cosas que nadie que no pertenezca a nuestro sector debe escuchar.
Y llega el jueves, el jueves que viene que no va a ser más el jueves que viene sino el jueves, hoy. Recibo a los muchachos en el restaurante al que los he citado y les pido que apaguen los celulares porque quiero contarles algo, algo muy importante.
Mientras imagino a A., solo, en una mesa de siete personas, en medio de un restaurante lujoso y repleto de gente, esperando la llegada de sus compañeros que le han organizado una cena de despedida, preguntándose qué pasa mientras mira hacia la puerta y ruega por la llegada de cualquiera, de al menos uno, porque no entiende qué puede estar sucediendo, y un mozo se le acerca a preguntarle si desea tomar algo, un vaso de agua, mientras espera.
Yo pido vino, un par de botellas de vino caro, le digo al mozo que vamos a tomar el mejor vino, se trata de una ocasión especial.

15 comentarios:

Nefertiti dijo...

El que sabe, sabe... y en este caso.. SÍ es jefe

Alelí dijo...

Me quedo en esos momentos dónde la vida nos da vuelta la canoa y nos vamos a la mismisima mierda! y tb con esos momentos en los que creemos que la vida nos sonríe, en esos momentos en los que lamentablemente nos creemos que la felicidad está afuera...

Geoffrey Firmin dijo...

Saltitos de ardilla...Tremendo, mi estimado Juan, tremendo.
Abrazo cordial!

Viejex dijo...

Sepa usted que lo considero un retorcido, un jodido, una porqueria de persona.

Ya mismo me hago seguidor suyo.

Si le alegra tener un seguidor mas, agradezcale a Oblogo, gracias a la cual lei uno de sus textos y aqui me ve, pispeando el boliche con enorme placer.

P/D sepa tabién que no suelo ser tan elogioso con todo el mundo, lo hago porque leí cuatro articulos y me parecen soberbios.

Bugman dijo...

Yo entiendo que el sujeto A ha recibido uno de los mejores regalos que puede recibir un empleado, la confirmación de que acaba de dejar un trabajo horrible donde estaba bajo la supervisión de un jefe perverso.
Un gesto de nobleza de su parte, si me permite el elogio.

Yoni Bigud dijo...

Un simple vistazo a la vida por venir. Un favor. Una deferencia.

Usted es un encanto.


Un saludo.

Anónimo dijo...

Vi luz y entré.
Excelente tu relato, sin desperdicio!
Beso
Lady Baires

La condesa sangrienta dijo...

Está muy bien.
No hay que mezclar el vino con el agua.

J. Hundred dijo...

*nefertiti! usted me lo dice para que yo me ponga bien. y lo consigue. gracias.

*alelí! cuando una fuerza superior nos da vuelta nuestras canoas hechas de precarias certezas, y nos arroja a la mismísima mierda, bueno, por paradójico que parezca, es uno de los pocos momentos donde tenemos la pícara potestad de volvernos un cachito más interesantes.

*geoffrey firmin! sabía que alguien iba a pescar lo de los saltitos de ardilla. hay momentos donde me sale una chispita de genialidad, lo admito. agradezco su fina atención.

*viejex! percibo, en sus palabras, que es usted una basura infecta, una rata de quincho, una maloliente alimaña. bienvenido.

*bugman! usted me hace lucir como un imbécil con una facilidad que sólo he visto en algunas novias.

*yoni bigud! si la gente supiera lo que viene, si la gente tuviera un vistazo del porvenir, ya se trate de una intervención quirúrgica o de un matrimonio, bueno, la vida sería, mucho me temo, insostenible desde lo anímico.

*lady baires! avise que va a pasar, así no la recibo con un shorcito manchado de fugazzetta. un beso para usted.

*la condesa sangrienta! no sé qué quiso decir, pero sé que se trata de algo de relevancia (mi fe en usted va adquiriendo ribetes de ilimitado).

La condesa sangrienta dijo...

...un vaso de agua, mientras espera.
Yo pido vino, un par de botellas de vino caro,


¿mentendió ahora, cariño?

Mona Loca dijo...

Digno de un Marqués
De un Macchiavello.


Ojalá se me ocurrieran esas cosas a mí. Quién le dice que la próxima vez que alguien decida dejarnos, lo haga.



(pd: lo de "saltitos de ardilla" me parece una imagen magistral)

J. Hundred dijo...

*la condesa sangrienta! la entendí, bonita, ahora la entendí. lo que sucede, creo, es que nos tiene usted acostumbrados a semejantes honduras poéticas, a tamaño vuelo semiótico, que cuando dice algo más o menos terrenal, bueno, nos quedamos todos buscando ocultos significados. el problema de ser genial aunque sea una vez, me temo, es que todo el mundo espera más de uno, pesada carga. se lo digo porque me pasa todo el tiempo.

*mona loca! usted, sin duda, sobreestima mis capacidades. pero teniendo en cuenta que por lo general me subestiman, no tengo ningún inconveniente con que alguien venga a emparejar un poco las cosas. gracias.

Viejex dijo...

Oiga!! Como que maloliente!?? no le permito!

Gus dijo...

Si me voy de mi laburo no tendrias ese gusto, ni en pedo paso 5 minutos mas con los pelotudos que laburan conmigo, ni despedida ni nada, chau.

J. Hundred dijo...

*viejex!

*gus! su accionar luce nimbado de una particular claridad.