19.9.09

La birome

Entro a un bar, a un bar de siempre, a uno de los bares de siempre en realidad, uno de los bares donde desayuno.
Me pongo de pie, de manera tan inesperada como tranquila. Hay poca gente en el bar, esa es quizás su única gracia. Es muy temprano.
Me acerco a una mesa, una mesa donde desayuna una parejita joven. El va de traje, hojea un diario. Ella es bonita, cabello corto, sin maquillaje, pulóver color salmón, orejas perfectas.
–No va a funcionar –apoyo las dos palmas sobre la mesa, entre un café con leche y un vaso de agua–. Ya están aburridos, y salen hace no mucho más de un año. Todavía dura un poco el sexo, pero se va apagando, siempre lo mismo. Date vuelta, o chupamelá. Por más que trabajes y trabajes, nunca vas a juntar la plata necesaria. Y vos querés tener un hijo, claro, porque vas para los treinta y te empezás a asustar. Pero también vas al psicólogo, y le contaste que te gusta un pibe de la facu, un peludo de barbita, y el psicólogo te dijo que le des lugar a tus sentimientos, que pruebes. Y cuando haya que ver quién se queda con el horno a microondas, siempre es triste, porque a la frustración se le suma el odio y uno se quiere descargar con la otra parte. Echarle la culpa al otro, para poder continuar.
Camino unos pasos, me acerco a otra mesa. Es un señor de elegante sport, cincuenta años, canoso, un reloj digno. Hay un maletín apoyado en el asiento libre de su mesa. El señor habla por celular.
–Es mentira –le apoyo una mano sobre el hombro, y se sobresalta–. El negocio no va a salir nunca. Fuiste un buen vendedor de cortinas para baños o máquinas de coser, pero fue hace mucho. Te quedaron dos trajes, y esa camisa no da más. Seguís creyendo que te queda una vuelta más en la calesita de la vida, seguís esperando en el andén un tren que no va a pasar. Ahora viene la vejez, sin guita. Y un hijo que te desprecia. Podés aceptar el cocker que te quiso regalar la vecina del quinto, y sacarlo a la noche a caminar.
Hay otra mesa, una chica flaquita, leyendo un libro de Cortázar de tapas mordidas. Se baña poco, tiene el cabello muy sucio, pero sus tetas son redondas y firmes.
–No te lo creés ni vos –con un ínfimo movimiento la obligo a apoyar el libro abierto sobre la mesa, aunque no lo suelta–. Estás repodrida de leer, de vivir alquilando con tres amigas de la facultad. Podés recitar páginas enteras de ‘Rayuela’, de memoria, y aún así nadie te invita a cenar. Los chicos del barrio tocan la guitarra, quieren coger veinte minutos, media hora como mucho, y escapar. La vida de bohemio es preciosa en las películas, pero ahí a la vuelta espera la realidad hecha de bombachas con elásticos vencidos y heladeras viejas que hacen una bocha de hielo imposible de romper. Quizás convenga que vuelvas a casa, con los papis, a tomar mate, ver novelas, descansar.
Vuelvo a mi mesa, me siento. Es que perdí la birome, no me di cuenta. El café está frío. Yo si no escribo me pongo mal.

10 comentarios:

La condesa sangrienta dijo...

El hombre está sentado solo a la mesa.
El cortado en jarrita se enfría frente a un cuaderno abierto. Me acerco amablemente para darle la birome caída justo detrás de su zapato derecho, al tiempo que pregunto
- ¿buscabas esto?
Alza la mirada cansada que se enciende por un segundo cuando dice: odio las mujeres que lloran en público. Te odio.
Entonces, mientras hundo la birome en la espuma amarronada de su café, le digo: tengo conjuntivitis, pelotudo.

Unknown dijo...

Me pone triste saber que probablemente la vida sea asi de patética y predecible. Y me da miedo ponerme a pensar lo que alguien podría escribir si me viera sentada en un bar a la mañana tempranito. Los viejos dicen que la vida te da sorpresas...¿se habrán acabado algunas décadas atras? O tal ves se las choreó Menem....
Como verás soy una fiel lectora.
Un beso enorme.

Unknown dijo...

Fe de erratas (donde dice tal ves, tendría que decir tal vez).

Yoni Bigud dijo...

La birome es su responsabilidad hombre. Es la celda que lo mantiene a una distancia prudente del resto del mundo. Usted percibe miserias ajenas, cosas que nadie quiere oír si no se refieren a otra persona.

Átesela de las bolas si es necesario, pero no la pierda más. No tiene ese derecho.

Un saludo.

J. Hundred dijo...

*la condesa sangrienta! es increíble lo que son capaces de hacer algunas mujeres con tal de tocarme, aunque sea, el zapato derecho.

*penélope! la vida te da sorpresas, no hay dudas al respecto. el problema, mucho me temo, está en la proporción (digamos que malas a buenas, en relación de 10 x 1). ah, y si yo la viera sentada en un bar, a la mañana tempranito, le diría que es muy bonita.

*penélope! la única errata que yo le hubiera marcado es que en palabras como ‘chorear’ o ‘garchar’, a mí me gusta escribirlas / decirlas con ‘sh’ en lugar de ‘ch’. pero es porque me parece que la palabra se endulza, y por paradójico que parezca, adquiere potencia expresiva. ejemplo 1: este vino es una shagar. no sé, son las cosas que me divierten a mí.

*yoni bigud! yo nací para mirar, lo que pocos quieren ver, dijo charly garcía cuando era charly garcía. seguiré su atinada sugerencia de atarme la birome a las bolas. uno nunca sabe en qué momento puede aparecer un alma caritativa que nos solicite que le echemos, al menos, un módico haiku (quise y quise usar el tema de la birome atada a las bolas con la práctica sexual, pero no se me ocurrió nada. pecar de ingenioso es mejor que pecar de falto de ingenio, pero a veces, simplemente, no sale). un saludo.

Anónimo dijo...

Felicitaciones por la aparición en Oblogo!

Marcos Asensio dijo...

Te conoci por Oblogo y ya me tenes suscripto a la perpetuidad. Aunque el subte venga lleno me subo igual!
Gracias!

J. Hundred dijo...

*desconexion! gracias.

*torcuato merengue! caramba, parece que la revista oblogo tiene incluso más poderes que la cruz de gólgota, que gentilmente nos ofrece mauro viale por tv. no, no se ofenda, yo soy de contestar así. gracias por pasar.

MaGa dijo...

Un amigo me pasó su link, yo "se lo agradezco infinitamente".
Escribe como me gustaría hacerlo algún día, cuando sea grande...

J. Hundred dijo...

*lamaga! dura la vida del artista. usted se lo ‘agradece infinitamente’ a su amigo, y para mí, ni un besito en la frente.