Cada vez que se publica en un diario, o se recita en un noticiero de la televisión, que un guardicárcel contrae matrimonio con una reclusa, o que un preso se casa con una mujer perteneciente al servicio penitenciario, la historia es contada con un sorpresivo barniz de esperanza, de fe, de posibilidad de vivir una vida mejor, de encontrar el amor, de cambiar.
Pero a mí no me parece. La situación descripta es de una asimetría tan exasperante, que me pongo mal. Si la reclusa no estuviera reclusa, si el guardiacárcel no fuera guardiacárcel, esa pareja no se hubiera formado jamás.
Bueno, casi como cualquier otra pareja, claro, prácticamente como todas las demás.
Pero a mí no me parece. La situación descripta es de una asimetría tan exasperante, que me pongo mal. Si la reclusa no estuviera reclusa, si el guardiacárcel no fuera guardiacárcel, esa pareja no se hubiera formado jamás.
Bueno, casi como cualquier otra pareja, claro, prácticamente como todas las demás.
2 comentarios:
Y... lo que mueve los hilos del mundo es la coyuntura. Cualquier pesimista lo sabe.
Un saludo.
*yoni bigud! como dijo arquímedes: denme un par de coyunturas, y te daré una vida.
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