25.7.12

Qué se siente

         Voy a una farmacia, por el centro, una sucursal de las grandes cadenas. Entro, voy al mostrador. Me dirijo a una distraída bioquímica que lucha con un sudoku, y con un crucigrama, al mismo tiempo. Mientras alguien pregunta si esas pastillas sirven para cagar y para el dolor de garganta, mientras alguien compra bronceador, mientras alguien quiere pagar un impuesto.
         Empiezo a gritar, barbaridades. Le digo que me vendió un medicamento equivocado que casi mata a mi madre, a mi novia, y a mi pequeño Schnauzer, también. Le digo que es la peor basura que vi en mi vida, que con la salud no se jode. Le digo,  le grito, que he hecho una denuncia para que les clausuren la farmacia. Además de iniciar una causa penal contra ella, por abandono de persona, por mala praxis, por ser ella portadora de una vaginitis de las fuertes, no hay más que olisquear el aire para darse cuenta.
         Voy a una verdulería de mi barrio que atienden dos abnegadas bolivianas, con una casi oriental sumisión, con el mítico silencio del altiplano cubriéndoles todo el fatigado ser. Correctas, respetuosas, ordenadas. Pateo un cajón de mandarinas, ruedan mandarinas por el piso. Grito que me han vendido fruta podrida, otra vez. Que siempre me venden fruta podrida, que hasta la lechuga que me venden está podrida. Es lechuga marrón, no verde. Lechuga que parece haber sido utilizada por un oso panda para limpiarse el culo. Les digo que seguro ellas son indocumentadas, voy a hacer que las deporten. Los argentinos somos descendientes de europeos, aguante la Rue Montmartre loco, viva Twickenham, abajo la Pachamama. Lanzo una furibunda escupida, mi verde flemón palpita sobre una berenjena como un aplicado insecto, agito un índice demasiado cerca de sus bovinas miradas.
         Es que desde que vivimos juntos no hacés otra cosa que quejarte. Quería saber por qué te gusta tanto.

10 comentarios:

gen71 dijo...

Muy buen intento.

La diferencia es que a ellas les sale naturalmente; como a nosotros detectar un buen culo a mas de 50 metros de distancia en una peatonal, por poner solo un ejemplo.

Mas allá de todo, excelente texto.

Mis respetos.

A.Torrante dijo...

Lamento que haya tenido la oportunidad de reconocer el aroma de una vaginitis, pero lo congratulo por tan buen olfato. En cuanto a su pregunta: "Mejor mal acompañada que sola", podría ser una respuesta tentativa. Hay gente que no sabe vivir sola, pero acompañada hace lo imposible por romperle las pelotas a quien la acompaña. Y sí, somos raros los humanos.

Angel dijo...

Disculpe mi atrevimiento,
pero la queja es más fruto del que pone la oreja que de aquel que la ejecuta.

Yo NO SOY Cindy Crawford!! dijo...

Anda a saber, capaz cuando vivía sola se quejaba en silencio. Ahora aprovecha que tiene quien la escuche.
Los que se quejan se quejan siempre, solos o acompañados.

Yoni Bigud dijo...

Está muy bien el intento, aunque destinado al fracaso más aterrador. Lo importante, como usted ya habrá comprobado, no es la queja en sí, sino el objeto de la misma.

En pocas palabras, el placer lo brinda usted. Y dicen que eso es fundamental en una relación de pareja. Dicen eh, a mí no me consta.

Un saludo.

Mr. Kint dijo...

Es muy probable que la queja sea ya parte de su pulida rutina, que esté empapada en su humilde existencia, la de la muchacha digo, claro.
No hago caso, Juan. Ni siquiera esos shoppings de hipocondríacos merecen tal berriche sin sentido.
Saludos y abrazo.

J. Hundred dijo...

*gen71! usted lo ha dicho, hay cosas que te salen naturalmente, o no te salen y punto. no me deja otra alternativa que coincidir. lo saludo con respeto.

*a. torrante! respecto a oler una concha a distancia, me remito al sabio conocido como ‘multiple miggs’, en aquella escena donde jodie foster entra a ver a lecter por primera vez, con tanto contenido en lo que hace a las relaciones humanas. una cosa más, yo suelo decir, en mi cotidiano, particular, e intransferible via crucis, que estoy solo y mal acompañado. cosas que pasan.

*angel! no estoy de acuerdo con usted, y eso, bien mirado, significa que usted no está de acuerdo conmigo. pero usted dijo ‘la queja es de la oreja’, y a mí esa rima me resulta simpática, en medio de este fantástico desencuentro.

*yo no soy cindy crawford!!! como dijera la filósofa finisecular, ana maría casanova: si querés llorar, llorá.

*yoni bigud! siendo un adolescente, no dejaba de llamar mi atención cuando presenciaba alguna situación. ah, sí, una situación de carácter doméstico, en la calle, o en un bar, donde una mujer recriminaba, decía, increpaba, las más diversas cuestiones, mientras su acompañante, quizás su marido, quizás su pareja, continuaba fumando, esperando el colectivo, o terminando su café con leche, sin emitir prácticamente comentario. tiempo después fui comprendiendo que no es necesario ser lorenzo, el mundo está lleno de lamas. un saludo para usted.

*mr. kint! hay personas que por alguna razón se resisten a comprender que todo lo que no les sale, todo lo que no son, todo lo que les parece que está mal del mundo en general y de sus miserables vidas en particular, no es mucho más que un dato del problema. un abrazo.

Canoso dijo...

Leyendo esta entrada y la anterior podría decirle que la queja no es otra cosa que un medio, la prolongación de todas las frustraciones.
Sin embargo, sigo sin encontrarle el solución a lo de su poronga.

Pdta: vengo aquí por recomendación de unos amigos que lo leen seguido.
Un saludo.

J. Hundred dijo...

*carugo! pareciera que sus amigos nos desprecian, a usted y a mí, con similar intensidad. 1saludo.

Julieta en jumper dijo...

Jajaja, espectacular.