20.4.11

A mi manera

Voy a un restaurante. Al restaurante quizás no más lujoso, pero sí más exquisito de Buenos Aires. Es sábado a la noche, hay mucha gente. Entro, saludo como si hubiera cenado allí toda la vida, como si cenara allí desde siempre. Camino unos pocos pasos, me acerco a una mesa, donde hay un matrimonio algo mayor, justamente, cenando. Me detengo junto a la mesa, la mujer ha pedido una exquisita carne, creo que es ciervo, con una papa, de guarnición, una papa con cáscara y todo, hecha de un modo especial, una humeante y amarilla papa con todos los atributos del sol, capaz de calentar el alma.
Tomo la carne de su plato, con una mano, y me la paso por la frente. Gotean jugos sobre mi rostro, huelo, soy todo nariz, mientras, con la otra mano, aprieto la papa, la aprieto con todas mis fuerzas. Siento cómo la papa se deshace entre mis dedos, quema y es una sensación tan dulce a la vez.
La mujer grita, el hombre se pone de pie y me da un empujón, aunque sin demasiado convencimiento, luce algo asustado. Me echan, a los golpes, entre el encargado y un par de mozos. Alguien llama a la policía mientras yo me voy caminando por Beruti, doblo. Me sangra una ceja.
Voy a una concesionaria de automóviles, sobre la Avenida del Libertador. Es una concesionaria de automóviles BMW. Me acerco a un auto en exhibición, es un BMW 325i, negro, flamante, con esa antenita sobre el techo que parece una aleta de tiburón. El que haya inventado esa antena, la forma de esa antena, merece el premio Nobel de la paz, o un reconocimiento de similar magnitud, de parecida relevancia. A través de la puerta del conductor entreabierta, observo los comandos, botones que obedecen a la más ínfima presión, aprovecho para olisquear el fresco cuero de las butacas. Huele a safaris en África, a culo de pequeñas aborígenes desnudas, acaricio apenas un neumático delantero, como quien acaricia un perro que por lo general es afectuoso, pero a veces no.
Cuando el vendedor, un atildado muchacho que usa traje a rayas sin corbata, y zapatos de puntera cuadrada, nuca excesivamente descubierta, me dice si quiero ver el motor, asiento. Pero mientras el pibe se pone a levantar el capot, simplemente me bajo los pantalones, saco mi quizás algo demacrado pito, y comienzo a pishar, contra el lateral del vehículo.
–¡Oiga, eh, qué hace! –Un guardia de seguridad desenfunda su arma y me apunta, lo cual me inhibe un poco y dificulta la micción. Guardo el pitulín, me subo los pantalones. El guardia de seguridad habla por un handy, el vendedor me mira, desconcertado, mientras veo por el reflejo del cristal que otro vendedor se acerca con un secador de piso y dos trapos.
Voy a la casa de una chica, la chica más linda que vi en mi vida. Ya no es tan chica, la conocí hace algunos años, pero sigue siendo una preciosa mujer. Sabía su apellido, busqué su dirección por internet. Está casada, creo, es arquitecta, creo también.
Es lunes, son las ocho de la mañana, espero y espero. Hablé con el portero, le di algo de dinero, le dije que soy un familiar, un familiar lejano al que nadie quiere ver. Me dijo que la chica baja todos los días antes de las nueve, sola, el marido se va antes en su automóvil, ella toma un taxi en la esquina de Tagle, los porteros siempre saben esas cosas, no sé por qué.
Finalmente baja, es una preciosa mañana de invierno. Lleva el cabello más corto que como la recuerdo, un abrigo símil piel, botas de media caña sobre el apretado jean. Taconea un poco sobre la vereda, está acostumbrada a despertar admiración, usa bombachas importadas que le traen de New York, trabaja en la construcción de una torre en Puerto Madero, con un reconocido arquitecto de fama mundial que siempre está despeinado para corroborar que es genial, le pagan bien.
Yo estoy apoyado, con una mano, contra el frente de un edificio, al lado de una panadería donde venden delicadezas, cosas ricas, de calidad.
–Ahhh, sí… Ahí va, pará un minuto, quedate así, ah… –Me estoy masturbando, lo mejor que puedo, con mi mano izquierda. No me he bajado del todo los pantalones para que no se me congele el culo (ni se me vea). He logrado una modesta erección, pero sé que me faltan unos buenos tres o cinco minutos de faena. Me distrae un poco el ruido de los autos.
Ella descubre entonces mi proceder, y acelera el paso, cruza la avenida esquivando autos, algo agitada, en el apuro por escaparse se le ha partido un tacón, corre como puede, rengueando, mientras saca el celular de la cartera e intenta parar un taxi, todo al mismo tiempo.
Todo esto que te cuento, esto que me pasa, es para que veas que ha sido igual con la literatura. Todo ha resultado diferente a como yo quería, estuve cerca, pero no fue exactamente como yo lo deseaba. Aunque, determinadas mañanas de lluvia, me gusta suponer que he logrado algo.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

hace poco descubri este blog y la verdad que se disfruta leyendolo bastante ,este ultimo relato me ha echo reir un buen rato este miercoles gris .
saludos che

Jazmin dijo...

Hum.


Me cuesta sentir empatía esta vez.
Sobre todo si piensa que no logró nada con la literatura.
O si piensa que los logros más importantes pasaban por un auto o una mina.

Ahora... se tenía que comer un bambi? Me la pone muy difícil esta vez.


Por suerte existen determinadas mañanas de lluvia.

Dany dijo...

Feroz. Con el mundo y consigo mismo. Puede esperar a la próxima mañana lluviosa y pensar "algo he logrado". Pero no se agrande. Necesita estar disminuído para escribir de esa forma. Contradicciones....

Anónimo dijo...

Se ve que no gustó el post sobre los comentaristas, se rajaron todos.

Sinceramente, muy depre para una previa de fin de semana largo.

Al final del día el protagonista quiere tirarse del piso 10 para acabar con su vida, pero ni eso puede hacer bien. Al final queda cuadripléjico, lo alimentan con un tubito, le sacan el pis con una sondita clavada en la vejiga y aunque lo masturbara Luli Pop o le hiciera un enema el camillero de turno, todo le daría igual.

Jorge dijo...

Literatura y autoerotismo...más si es un BMW...en el subte sería más fácil...

Yoni Bigud dijo...

Su partido con la literatura no está terminado aún. Pienso que está jugando muy bien, a lo mejor lo gana.

Un saludo.

Bugman dijo...

Juegue Hundred, juegue. (Esto me lo dijo una vez usted a mí, parafraseando al ínclito juez Lamolina). Siga con el carro en movimiento, los zapallos se acomodan solos.

J. Hundred dijo...

*anónimo! 1saludo.

*jazmin! sí, hay logros más importantes que un auto o una mina, usted nos obsequia con toda esa claridad, esa luz. y en esta fantástica oportunidad, en este delicioso desencuentro, su empatía, o la falta de, es de una singular irrelevancia.

*dany! yo ya no sé muy bien si se necesita estar disminuido para escribir de esta forma, o se necesita escribir de esta forma para estar disminuido.

*anónimo! que nos vaya bien a todos.

*jorge! literatura y autoerotismo, falta un whisky más o menos decente con unos daditos de queso, y es mejor que ir a disney.

*yoni bigud! vamos ganando, vamos ganando, decía el señor gómez fuentes. un saludo.

*bugman! una vez, hace muchos años, una chica me contó la frase del carro y los zapallos que se acomodan al andar. la chica me contó también una escena, de ella siendo muy niña, sentada sobre el guardabarros de un camión, hablando con su padre, allá por mar del plata. usted, de seguro sin querer, me hizo recordar un par de cosas que yo no debiera recordar sin la debida asistencia. y sí, la frase de lamolina puedo habérsela dicho yo, perfectamente.

Mr. Kint dijo...

Hace unos días leía en un diario una entrevista a un hombre, un hombre al que acostumbro a disfrutar escuchándolo, dado que es músico y a los músicos por lo general prefiero escucharlos a leerlos; pero bue, ahí estaba yo, con el diario en la mano. El tipo comentaba sobre su éxito por momentos esquivo y proyectos que no salieron tal cual lo planeado y otras empresas que decidió abandonar precipitadamente antes de que éstas terminaran por alcanzar el clamor popular, lo videos en mtv, las chicas en corpiños, el salón de la fama, etc. En fin, el tipo estaba casi sin querer haciendo una brillante recopilación de los reveses de su carrera, aunque sus palabras encerraban la evidente sospecha que todo era consecuencia de sus decisiones; suelta una frase, un latigazo, y dice: "un día llevé el traje a la tintorería y el hombre me dijo que las manchas no salían... porque eran de frustración". La frase pertenece al ecléctico Willy Crook y puede hacer referencia a un reconocimiento general que no ha terminado de arañar o a algún alocado objetivo artístico que quizás sienta él mismo no haber conseguido.
Hace poco, también, escuche las palabras de otro tipo, uno que acostumbro a leer (por idénticas razones pero funcionando en el sentido contrario), pero ahí estaba yo escuchandoló por la magia de la interné y del youtube. Al señor le estaban entregando una comedida distinción, un premio, de alguna manera un pequeño pero valioso reconocimiento a su labor, a su arte. El tipo agradece no sin antes enumerar sus limitaciones y la falta de condiciones naturales. Y ahora, lee esto, otra vez machacando con el tormento de sus fracasos, de lo que no pudo ser, de haber quedado a mitad del camino de aquellos insondables anhelos estéticos.
Lo que digo es que tal vez Hundred y Crook, además de compartir un origen sajón en el seudónimo, entiendan, un día de lluvia, por qué no, que su destino no será el de nobeles y rockstars, ni de fotos y autógrafos en la calle ni chicas que le arrojen corpiños, pero sí con su creación son capaces de hacer vibrar las hebras más íntimas de un puñado de imbéciles desconocidos. Y ahí, tal vez, está lo más hermoso y noble de su arte.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

La frase de Mr Verbal Kint es de antologìa, " Las manchas de fustraciòn " no salen con nada de nada, porque estàn adentro del alma y son profundas, ni siquiera operandolas las pueden quitar.
Creo que su anònimo de la 1.25 AM està dentro de la categorìa ANONIMO ENVIDIOSO, sin dudarlo.
Sabe cual es su problema? su gran problema, que usted escribe no bien, muy bien y eso es como le pasa algunas mujeres bonitas, siempre se le busca a ver donde le saliò el granito, si tiene alguna estrìa o una caries.
Siga por la vida, que no le va tan mal me parece.

saludos, tiene un blog excelente y sus momentos donde se le suelta la cadena y todo se va a la mierda son inigualables.

Gabriela dijo...

primera vez por aqui.. me ha gustado la imagen del proceder, nada de juicios, me he divertido..y casi envidiado la liberdad

paso de nuevo!

J. Hundred dijo...

*mr. verbal kint! estimado, willy crook, entre otras cosas, se ha subido al escenario con los redonditos de ricota. yo, alguna vez, me subí a un banquito, haciendo precario equilibrio, para cambiar una dicroica. pero es muy agradable que usted haya visto lo que ha visto, que haya dicho lo que ha dicho, aunque sea por un instante, de ese modo. un abrazo.

*anónimo! 1saludo.

*gabriela! acá tenemos bastante libertad. y tenemos algo de talcahuano, también. gracias por pasar.

Caia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Caia dijo...

Hay cosas que hay que ignorar, la baja autoestima es una. Saludo y que le vaya bien.