20.8.10

Somos distintos

Somos diferentes, hombres y mujeres somos diferentes. Pero no por lo que vos pensás, es un poco más complejo. Las cosas siempre son un poco más complejas.
Lo mejor va a ser verlo con un ejemplo. La ilustrativa capacidad de un ejemplo donde uno, pareciera, está hablando de algo, de una cosa, pero en realidad está hablando de otro algo. De otra cosa.
¿Cuál es el ejemplo? Ah, sí, el ejemplo. Me olvidaba.
Suponete que tenés ganas de coger, unas tremendas ganas de coger, sucede, pasa, si nos ponemos en pacatos todo se vuelve más difícil de razonar.
Tenés ganas de coger, te decía, lo único que tenés son ganas de coger, y esas ganas tapan todo lo demás. Cuando tenés ganas de coger, de verdad, esas ganas te nublan, te impiden seguir funcionando con, por decirlo de algún modo, normalidad.
Pero también, en el ejemplo que nos ocupa, no tenés con quién. No tenés con quién coger. Pasa también, muy humano, muy normal. Eso, que no tengas con quién, es un fenómeno multicausal. Puede que seas albino y tus compañeras de facultad ni se te acerquen, puede que estés recién divorciada y no te animes a decirle que sí al gordito que se te sienta al lado en la oficina, puede que seas un pervertido con pequeñas pero rotundas matas de pelo brotándote de las orejas y las fosas nasales, acostumbrado a la pornografía y a las bebidas gasificadas, puede que estés con un herpes genital de lo más rebelde que te dejó la vagina y sus alrededores con la textura (y el color) de una pila sulfatada, puede que seas muy tímido y que te guste particularmente el jazz instrumental.
No importa, lo que importa es que no tenés con quién coger, entonces te querés masturbar. Pero. Claro que hay un pero, siempre hay un pero. Te masturbás desde que eras chico, te masturbás desde siempre. No es lo mismo masturbarse que ‘the real thing’, pensás un poco en eso, aunque te hayas comprado un pito semirígido de policarbonato color turquesa, aunque metas el pitulín en un kilo y medio de carne picada embutida en un florero de tallo largo. No, claro que no es lo mismo.
Y vas por la calle, caminando, hace frío, ya es de noche. Querés llegar a tu casa, te querés bañar, querés comer. Pero, por sobre todo, se impone, te querés masturbar.
Vas por la calle, te decía, y ves un maniquí. Tirado, contra un árbol, hay un maniquí. Si sos una chica, te encontrás con un maniquí, un maniquí de un hombre. Si sos un muchacho, te encontrás con un maniquí de mujer.
Eso es todo, vas caminando, de noche, con ganas de llegar a tu casa y masturbarte, y encontrás tirado, junto a un árbol ahí nomás, muy cerquita de la entrada de tu casa, un maniquí.
Listo, terminó el ejemplo. Si sos una mujer, ves que no hay nadie en la calle, te acercás al maniquí. Te das cuenta que le podés sacar, al maniquí, una mano. Como si la desenroscaras, le sacás una mano, al maniquí, y te la metés en la cartera. Te llevás la mano del maniquí, para masturbarte.
Si sos un hombre, te acercás al maniquí, también. Lo levantás, le sacudís un poco la mugre y te lo llevás, a tu casa. Cargándolo como si fuera, no sé, un abrigo, de costado. Te llevás el maniquí para masturbarte, por supuesto. Jamás le cortarías una mano.

7 comentarios:

Juan Manuel dijo...

Yo concuerdo absolutamente, jamás le cortaría una mano. Por otro lado, un amigo soñó que, al ser interrumpido en pleno acto sexual, le arrancaba los senos a su amante para no irse con las manos vacías. Así que no sé si su principio se aplica a todos los hombres, don Juan. Pero yo sí acuerdo, le repito. Absolutamente.

Belén Garrido dijo...

No sé... yo prefiero usar mi vibrador.

sergio dijo...

Es típico de las mujeres el solo querer sacarnos algo, el amputarnos una parte de nosotros. En cambio los hombres en serio, los machos cabrios, aceptamos el paquete entero, el combo de idiotez-buen cuerpo o viceversa. O la verdad no nos importa nada y solo queremos garchar.

Mr. Kint dijo...

¿Una mano? ¿A quién se le ocurre? Sólo un bicho cruel como la mujer puede enorgullecerse de tal actitud. Hacer de un sucio maniquí un Tupac Amaru, un horror.
Si de cercenar se trata, yo me llevaría la cabeza, sin dudas. Pero no me haga caso, yo soy de esos retorcidos que suelen transportarse con la trompeta de Davis o el piano de Monk.

Saludos

J. Hundred dijo...

*juan manuel! le agradezco la cortesía.

*belén garrido! como solía decir aquel filósofo del referato argentino, don francisco ‘pancho’ lamolina: juegue, juegue! (también solía decir, y se aplica sin dificultades al tema que nos ocupa, el famosísimo ‘siga, siga!’).

*sergio! el por todos conocidos maestro po, solía decirle a un jovencísimo y rapado wanchankein, al principio de la serie, aquello de ‘cuando puedas caminar sobre papel de arroz sin dejar huella, habrás aprendido’. pero usted ha comprendido todo perfectamente, usted puede hacer con el papel de arroz, incluso con el arroz, lo que se le de la gana.

*mr. verbal kint! hace más o menos veinte años, por poner al azar una fecha, un número, que nadie mencionaba a thelonious monk en los precarios ámbitos que me toca frecuentar. yo se lo agradezco.

Anónimo dijo...

Esto es una genialidad!! Como no lo vi!!! Genial, genial.
Muchas gracias.

J. Hundred dijo...

*anónimo! me sucede, quizás demasiadas veces, ser tan genial y que nadie lo perciba. 1saludo.