10.8.10

Monedita

El hombre, quizás un mendigo, quizás todavía no, se ha detenido. Mientras cruzamos la avenida que no conduce a ninguna parte, el hombre ha visto algo que ha capturado su atención. Lleva un mugriento bolsito enganchado de un hombro, y camina muy inclinado hacia delante. Una moneda, eso es lo que vio.
Se agacha, el hombre, para recoger la moneda. Pero, la ciudad y sus infinitas trampas, la moneda está adherida, incrustada quizás, en el indiferente pavimento.
El sol nos quema el alma a todos, el semáforo está a punto de cambiar, se ha puesto amarillo ya, y el hombre sigue inclinado, luchando, esa moneda es para él.
Apuro el paso, oigo el ruido de los motores que se aprestan a comer todo lo que se les ponga delante.
El hombre no escucha, no ve, quiere esa moneda que los astros han puesto en su camino y que quizás lo redima, lo justifique, la suerte parpadea, te hace un guiño, hay que saberla leer.
Yo, que he llegado ya al otro lado de la avenida, veo el grotesco de la escena, el hombre con dos dedos hurgando el pavimento, los automóviles que han arrancado, el demoledor sol, las bocinas.
Estoy a punto de reírme, como tantas situaciones donde no se sabe muy bien qué hacer, y uno se ríe de los nervios. Pero me doy cuenta que estamos haciendo todos más o menos lo mismo, entonces no me río, no creo que me pueda reír nunca más.

11 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Lo triste de todo esto es que ahora solo me quedan ganas de meterme en la cama y aceptar esa sopa de vegetales que ayer rechacé con tantos bríos, regodeándome en mi preciada ignorancia.

Ya se lo dije alguna vez, quizás con otras palabras: Usted tiene el deber de aprender a regular esa luz que desparrama tan livianamente, sin pensar en las consecuencias.

Un saludo.

Jazmin dijo...

Ud. tiene el poder de ponerme el corazón de luto... aunque sea por unos minutos.


Si además tuviera la misma capacidad para hacerme reír, sería el hombre ideal.

Mr. Kint dijo...

Cuando usted escribe algo así, yo me pongo a pensar. Y luego de semejante acto suele sobrevenir lo peor.
Leo un texto como éste y pienso, le decía, que lo suyo es fuera de lo común, que el tata Dios le ha convidado algo de su propia luminosidad, apenas una pizca de esa fuente, y en ese sencillo acto le ha otorgado a su prosa una potencia lumínica sideral. Sentencio que lo suyo es de un resplandor inusitado, un fulgor astral incuestionable.
Luego de esta reflexión inicial observo mis textos y no veo más que letras como una seguidilla de pequeñas hormigas bajo un orden metódico, regular, tan seguro y cuidadoso que alcanza a cumplir, quizás, con el humilde objetivo concebido. Pero, claro, no veo siquiera una chispa de esa luz, apenas 20 watts de bajo consumo, un tubo titilando intermitente en sus últimas horas de vida útil.
Entonces ya no sé si decirle que lo suyo es genial. Tal vez ocurra que usted no sea excepcionalmente brillante, que ese resplandor estelar que yo veo es una mera cuestión de percepción, porque lo mío es de una pasmosa falta de luminosidad, digamos, apenas el reflejo de un satélite, con suerte.
O tal vez invento todo esto porque no me animo a decírselo. No sé. Usted entenderá.

Saludos

J. Hundred dijo...

*yoni bigud! no pude regular el amperaje, tal vez. un saludo.

*jazmin! su comentario es mucho más desafortunado que ofensivo. tiene casi rango de certeza, nadie lo duda, que yo no soy el hombre ideal. también hay una probabilidad, para nada menor, que usted haya perdido la capacidad de reír por el camino.

*mr. verbal kint! a ver, mi viejo. le cuento una pequeña historia, más o menos, no sea muy riguroso con los detalles. estaba Idi Amin, en Uganda, y organiza un desfile para algún mandatario extranjero que se digna visitarlo. un desfile militar, por cierto. las boludeces de rigor, tipos de uniforme que pasan caminando y saludan, esas cosas. de pronto anuncian que va a desfilar la fuerza aérea. desde ya, los invitados extranjeros se aprestan a mirar al cielo. pero no, empiezan a pasar, a intervalos regulares, unos tipos. con uniforme. corriendo, los tipos. corriendo lo más rápido que pueden. van, los tipos, los tipos que corren, con los brazos abiertos, en cruz (palmas hacia abajo), y corren muy serios, concentrados, derechito. alguien, que no alcanza a comprender la escena, que no puede reprimir quizás la risa, manifiesta casi en un susurro que no entiende.
la respuesta del dictador que alcanzó a oír el comentario es ‘bueno, todavía no tenemos aviones, pero eso no nos desanima’.
lo que le quise decir, como me salió, como pude, es que quizás ni usted, ni de seguro yo, tengamos los aviones que requiere la escritura. que eso no nos desanime.

Jazmin dijo...

Vea que nunca retruco aquí, pero...

Ud. no puede confirmar que no sea el hombre ideal. No será EL, pero puede serlo para alguien. Imagine lo atractivo que resulta (para un ser hormonal como yo) tener un ideal ahí arriba, intocable. Nunca desilusiona. Perfecto. Una entelequia que destiñe al resto de los mortales.
Y quizás lo desilusione yo, al decirle con absoluta certeza, esta vez sí, que la capacidad de reír no la he perdido. Sí me resulta más fácil reirme sola que disfrutar el hallazgo de alguien que me haga reír.

Probablemente, de jodida que soy.

Belén Garrido dijo...

Caí, no sé como caí, y leí solo este post y la piel se me puso de gallina. Ahora voy a investigar los otros...y a pasar más seguido, claro.

La lectora dijo...

Auch.
A releer.
Saludos para usted.
Y ahora pienso que antes lo tuteaba, pero esta vez me salió el usted del alma.

J. Hundred dijo...

*jazmin!

*belén garrido! pase, póngase cómoda. deje su ropa al lado de la mía.

*la lectora! en lo personal, suelo tratar de usted a la gente que respeto y quizás admiro. también trato de usted a las cajeras de supermercado, a los porteros, a los empleados en general que exudan un exceso de fastidio, y a algunos animales domésticos (principalmente gatos y perros, mi trato no va mucho más allá de lo gestual con peces ni aves). un saludo.

Anónimo dijo...

Uno hace tantas cosas denigrantes no sólo por una simple moneda.

J. Hundred dijo...

*caia! hay una película, una película sobre un libro de stephen king. la película se llama, se llamó, ‘the green mile’. aquí se tradujo como ‘milagros inesperados’, o alguna boludez similar. la película, the green mile, transcurre en el sitio donde están los presos condenados a muerte. hay un negro, acusado de lo peor, que parece después que no es culpable, y está lo que les ocurre a los guardias con los internos. tampoco es mi intención contar la película, la vi hace mucho y me gustó. ahora sí: hay una escena, cerca del final, donde el negro, que es michael clarke duncan, (hace el papel de john coffey, sentenciado a muerte por violar y asesinar a dos niñas). john coffey, entonces, tiene un diálogo casi al final de la película, con paul edgecomb (interpretado por tom hanks) que es el jefe de los guardias. el diálogo que tienen es el que adjunto a continuación:

Paul Edgecomb: On the day of my judgment, when I stand before God, and He asks me why did I kill one of his true miracles, what am I gonna say? That it was my job? My job?
John Coffey:You tell God the Father it was a kindness you done. I know you hurtin' and worryin', I can feel it on you, but you oughta quit on it now. Because I want it over and done. I do. I'm tired, boss. Tired of bein' on the road, lonely as a sparrow in the rain. Tired of not ever having me a buddy to be with, or tell me where we's coming from or going to, or why. Mostly I'm tired of people being ugly to each other. I'm tired of all the pain I feel and hear in the world everyday. There's too much of it. It's like pieces of glass in my head all the time. Can you understand?
Paul Edgecomb: Yes, John. I think I can.

a mí me pareció tan triste y tan hermoso a la vez. quizás sea la ocasión adecuada para compartirlo con usted.

Anónimo dijo...

La es, conozco el diálogo y la película.
Un beso, Juan.