23.6.10

Tiros

Estaba en el andén, en el andén del subterráneo. Estar bajo tierra y no estar muerto es bastante grave, porque es como estar muerto, pero sin las ventajas de estar muerto. Es como estar muerto y fastidioso a la vez. Y encima esperando que aparezca el subte, que viene lleno, creo que ya lo dije, y encima no viene más.
El primer disparo no lo escuché. Aprovecho el viaje en subte para leer un poco, o para cerrar los ojos y hacer algún ejercicio de respiración, todas cosas sencillas, pasatiempos mientras se está muerto, con la secreta esperanza de resucitar. O mejor dicho sí lo escuché, pero me aturdió. Pensé que era otra cosa, alguien que había dejado caer una caja con un televisor o con seis botellas de vino, un tremendo portazo lleno de disgusto, el reventón de un neumático, cosas que no podían ser, no sé.
Pero no, no podía ser. Estábamos en el andén del subte B, en la estación Dorrego, y eran las nueve menos diez de la mañana. Gente, gente fastidiosa y esperando y no mucho más.
–¡Al piso, al piso! –Dijo alguien, un tipo flaquito con gorra de lana y una mochila con el logo de ‘Los Piojos’ en la espalda. Y el tipo se tiró al piso, lo cual le costó un poco, porque el subte se estaba retrasando y el andén se había cargado mucho de gente, no había casi lugar. Le costó tirarse, tuvo que empujar.
–¡Tiros, son tiros! –Una mujer se tomó el pecho y luego se miró las manos para ver si estaban manchadas de sangre. Pero no, sus doce kilos de teta, ya para siempre glándulas mamarias, permanecían en su lugar.
La mujer usó el plural, porque había sonado un segundo tiro. Y ahora sí, los que leíamos y los que dormíamos de pie y los que esperábamos y nada más, supimos de inconfundible e inapelable manera que estaban sonando tiros.
La gente comenzó a arrojarse, como podía, al piso, unos sobre otros. Hubo alaridos, puteadas, gritos superpuestos e inconexos por encima de la música de los televisores. Los que no podían tirarse al piso, por fiaca o por falta de espacio, se apoyaban contra la pared del andén. Hubo quienes saltaron a las vías, maniobra riesgosa por cierto, gritando, para cruzar al otro lado, como si de un río se tratara. La gente se tapaba los oídos con las manos, algunos rezaban, otros corrían pero en cámara lenta, porque mientras corrían tropezaban y trataban de adivinar para dónde, en qué dirección tenían que correr.
Habrá durado todo un minuto o dos, no más. Desde una punta del andén, la de atrás, un hombre tiraba contra todo. Fueron quince tiros, uno detrás de otro, con intervalos regulares de entre dos y tres segundos. El hombre era canoso, bien peinado, de unos cincuenta años, usaba jeans y una campera negra, corta, sin cuello, como las de los beisbolistas. Tiraba sin moverse, bien afirmado. Tiró y siguió tirando hasta que escuchó, todos lo escuchamos, un chasquido, no había más balas.
Entonces lo agarraron. Entre varios, un policía de civil, tres guardias del subterráneo, algunos entusiastas siempre deseosos de tirar una trompada.
Lo esposaron, al hombre. Y lo fueron haciendo caminar por el andén, para llevarlo detenido. Llegaron más policías. La gente, lentamente, se incorporaba, recuperando sus carteras o bolsos, sacudiéndose la ropa. Cada uno fue verificando que ni él mismo ni el de al lado estuviera muerto. Había silenciosas sonrisas, asentimientos de cabeza. Todos buscaban manchas de sangre en el piso, algún gemido, alguien que debiera ser socorrido de inmediato.
Se oían sirenas, arriba, patrulleros, ambulancias. Venían los bomberos, también.
Al pasar junto a mí, un policía le estaba preguntando al sujeto, mientras lo hacía avanzar a empujones.
–¿Pero qué hiciste, boludo? ¿Qué te pasa? ¿Sos de una secta, te dejó una mina? ¿Vos qué reclamás?
–Nada –el hombre negó con la cabeza. Tenía un rasguño que le cruzaba la frente–. Tomo el subte acá, desde hace veinte años, y me parece que están todos tristes y aburridos, que nunca les pasa nada. Quería que una vez tuvieran algo para contar.

19 comentarios:

Jazmin dijo...

Imagino que usted habrá tenido ganas de felicitarlo por la iniciativa.
No deja de ser algo fantástico, no? Que estando muertos todos abajo, alguien hubiera muerto de uno de esos tiros.
Ante esa muerte real, la otra habría sido una muerte de siliconas, un orgasmo fingido, un chocolate light.

Qué día tengo hoy... ideal para haber estado en ese andén, mire.

Juan Manuel dijo...

Uf! Quién no pensó alguna vez en despertarse de entre los muertos y estar vivo y bailar en el andén? Alguien se iba a animar alguna vez...

Qué bueno que no lastimó a nadie. Se me ocurre que hay formas menos peligrosas de resucitar.

Maica dijo...

Seguro consiguió despertar a unos cuantos... a algunos por un rato, a otros quizás les cambió la vida. Vaya a saber.

Roedor dijo...

Claro, lo que hizo el tipo es como contar en un blog una historia sobre un tipo que se puso a cagar a tiros a la gente (¿a nadie?) en el subte, como para tener algo que contar, ¿no?

A.R.N. dijo...

la gente que tiene algo que contar no se si esta menos triste y menos aburrida. ocupan su tiempo.
aprenderemos algun dia a disfrutar de todo? tambien de nuestro tiempo? lindo el texto. un besito.

Viejex dijo...

Usted me preocupa, Hundred. Creo que dejaré de tomar el subte. Lo evitaré cuanto me sea posible, con particular énfasis la línea B.

La lectora dijo...

dicen que lo que vale es la intención, pero aquí me entró la duda.
saludos para usté!

Geoffrey Firmin dijo...

Y encima el canoso le da ideas a usted. ¿Ya compró la camperita negra?
Abrazo cordial!

J. Hundred dijo...

*jazmin! se pueden cuestionar las formas, desde ya, pero la iniciativa es encomiable. no se angustie si tiene un mal día, yo he tenido una mala década y aquí me ve, regalando luz.

*juan manuel! me gusta mucho su comentario, aunque quizás no lo entiendo.

*maica! espero no incomodarla pero sí, creo que coincido.

*

*a.r.n.! bioy dijo ‘vivir es distraerse’, frase que uno tiene dificultades para entender, hasta que la entiende de golpe y ve cómo se tambalea el decorado de la vida. le mando un beso en la frente.

*viejex! hace bien.

*la lectora! si yo fuera otra persona, me gustaría conocerla. y supongo que si usted fuera otra persona, aceptaría.

*geoffrey firmin! viendo mi tan posterior como irremediable derrotero, mi inexorable caída libre, debo reconocer que cuando usted me decía, hace algunos años, que yo era un absoluto imbécil, que no tenía nada para decir, que nada había de valor en las idioteces que yo me limitaba a balbucear por escrito, bueno, esos insultos resultan ahora no sólo tan clarividentes como premonitorios, sino al mismo tiempo una extraordinaria música (dijo alguien que manya mucho del asunto: el fracaso purifica lo anterior). es bueno saber de usted, un abrazo.

Mr. Kint dijo...

Dispararle a gente en el subte para que resucite es como cachetear a un zombie para que reaccione. O pretender demoler un fantasma a batazos de beisbol. Estridentes acciones que, aunque de lo más loables, resultan estériles.
Ya lo dijo alguien hace como 2500 años. Los que intentan apartar a los seres de esas oscuras fosas se vuelven víctimas del escarnio público y la incomprensión general; se los tilda de lunáticos, psicóticos, falsos profetas, y demás. Algunos tienen el dudoso beneficio de transformarse en mártires, pero la mayorìa muere sólo, cautivo en lóbregos calabozos (qué paradoja), con su camperita de cuero negra, sin cuello, como la de los beisbolistas.
Saludos.

Jazmin dijo...

¿Quién lo dijo?

¿Imhotep?

Yoni Bigud dijo...

Esos tiros con ese propósito altruista... si no lo estuviera contando en tercera persona, juraría que fue usted.

Un saludo.

La lectora dijo...

Juan (respondiendo a su comentario que era respuesta a mi comentario previo, o que no era respuesta exactamente sino una continuación de una posible charla virtual): ¡nunca mejor dicho!
Nuevamente, ¡saludos para usté!

(y gracias por lo de mis vueltas y los comentarios antiguos y la danza, muy tierno lo suyo).

Mr. Kint dijo...

Me leo y escribí "camperita de cuero", ¿cuero? no sé en que estaba pensado.

Detalles que se vuelven importantes.

Saludos

Anónimo dijo...

no le respondió a roedor, q descortés

El Gaucho Santillán dijo...

Lo que mata es la rutina, eso es claro.

Bien escrito.

Saludos

Anónimo dijo...

Los que viajamos a diario en subte deberíamos escribir un librito de anécdotas.
Recuerdo la del señor que decía era enviado de Dios. Raramente casi se muele a trompadas con otro, aunque nada sorprende.
Yoni tiene las suyas también, un poco más "odorous" por cierto.
Usted es de los que suben empujando con el culete para poder entrar?
Los tiros deben haber despertado una estampida de ratas, el subte está lleno de rodentias, vió?
Saludos, JH.

J. Hundred dijo...

*mr. verbal kint! cuenta la leyenda que el prohombre de la televisión argentina, el señor gerardo sofovich, volvió a hacer, cuándo no, una vez más, la peluquería de don mateo, insigne programa con el que rompió todo allá lejos y hace tiempo (quizás porque no había de qué reírse, y siempre es preciso tener algo de qué reírse), cuando trabajaba el gordo porcel. no me pida fechas, no me pida excesivos detalles, por favor, esto es una fábula. el asunto es que vuelve a hacer el programa, y se lleva a trabajar con él a dos protohumoristas, jóvenes que habían crecido a la sombra del impar señor marcelo tinelli. los muchachos eran, así se los conoce creo, pachu y pablo. hombres desde ya con más arrojo que talento, aventureros, con aptitudes nada desdeñables por cierto para el éxito televisivo, quizás para la vida. el asunto era que en las grabaciones de los capítulos, de pronto alguno de los dos, o pachu, o pablo, que tenían por fin protagónicos en un programa de humor de cierto renombre después de una carrera construida a base de módicos gags y precarias apariciones, se confundían la letra, daban mal un pie, quizás se equivocaban con el libreto. desde el control, entonces, se oía la rasposa voz de don gerardo, que una y otra vez le decía al equivocado de turno: ‘no te esfuerces tanto, disfrutalo’.

*jazmin! a ver, le digo, agarra gaona derecho, más o menos al 3500 aparece nazca, dobla a la derecha, y ahí sí, la primera o la segunda es lmhotep. si sigue unas diez cuadras más, al 2700 de nazca tiene el restaurante ‘jaimito’, ahí se puede comer un guiso de lentejas, o una fabada que quizás le devuelva la alegría. la manzana asada es una delicia.

*yoni bigud! las delicadas trampas de la literatura. un saludo.

*la lectora! tenemos, usted y yo, hemos construido, este fantástico desencuentro para nosotros dos.

*mr. verbal kint! m’ijo, no se sabe si usted quiere transformarse en un esclarecido killer, o si pretende levantarse alguna burrita en un rústico sucedáneo de creamfields. la camperita no, no es de cuero, para su información. es de lo que se conoce como tela de avión. un saludo.

*

*el gaucho santillán! algunos dicen que lo que mata es la humedad. otros dicen que lo que mata es la rutina. yo creo que lo que mata son los boludos, tantos pero tantos boludos por centímetro cúbico de aire. un saludo.

*caia! los que viajamos a diario en subte deberíamos, simplemente, no hacerlo. le cuento, muy breve, para no aburrirla, para no hacerle perder su precioso tiempo, ya que me lo pregunta, cómo viajo yo. ingreso al vagón tomándome, con ambas manos, bien fuerte, la joya, el perico. porque cuando viajás en subte, cada viaje en subte, es como si el mismito Dios bajara a la tierra, sólo para darte un puntinazo en la hapi.

La lectora dijo...

La gran suerte, mi amigo Juan, es que lo hemos construido nosotros mismos. ¡No tenemos cómo hechar la culpa hacia otros lados! Sin embargo, uno construye y destruye dependiendo del momento. Digo: nunca se sabe.