15.5.10

Dominó

Voy al cementerio. A la tumba de mi padre. Es domingo, muy temprano. Hace frío, un frío del carajo. El cielo está cargado de nubarrones como bolsas de residuos a punto de reventar.
Son esos cementerios modernos, estilo americano. Mucho verde, árboles, pajaritos, no como los clásicos cementerios donde parece que todo está a punto para filmar un video de Michael Jackson, el de los muertos vivos justamente, donde un ejército de mutantes en harapos va emergiendo de entre las lápidas, dejando pedazos de tierra revuelta, antes de aplicarse al esperpéntico bailecito.
Esto resulta, a pesar de la más contundente que nunca presencia de la muerte, soportable. Como pasear por un parque. Hay aves, hay flores.
Camino de memoria, con lento paso, por un sendero donde he empujado, no mucho tiempo atrás, un ataúd con el cuerpo de mi padre. Siento como si me estuvieran regando desde arriba, desde un metro por encima de mi cabeza, con una regadera cargada de agua hirviente. Hilos de dolor.
Llego hasta el sitio exacto. Me detengo. Un rectángulo verde, muy verde, del tamaño de media cancha de fútbol. Y las lápidas de ese sector. Los pequeños idénticos rectángulos, empotrados en el césped. Descubro que desde mi última visita han ido aumentando en cantidad, como si de una partida de dominó con Dios se tratara. No sé por qué, pienso en eso. Es una partida de dominó que se va completando, losa a losa. Después pienso en un elefante. En esos documentales donde enfocan la cabeza de un elefante, de perfil, muy de cerca. Un ojo, un ojo del elefante en primer plano, con sus arrugas, esa expresión en la mirada.
No pienso más nada. Empieza a llover, me voy caminando muy despacio, como cuando uno se mete al mar y avanza con el agua a la cintura, vienen las olas.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Que pasó Juan?

La condesa sangrienta dijo...

No sé por qué uno piensa esas cosas.
Quizás la mente trae imágenes que nos avergüenzan lo suficiente como para distraernos de la pena.

La lectora dijo...

Muy buen relato el suyo. Lo siento por que haya tenido que estar bajo la lluvia en ese patético juego de dominó. Hoy sigue siendo domingo y salió el sol. Que le sea leve.

Yoni Bigud dijo...

Una maravilla de texto. Parece no tener un comienzo, y mucho menos un final. Y sin embargo tiene todo lo necesario para llegar.

Se le parece bastante. A usté digo.

Un saludo.

LeO dijo...

Admiro la facilidad de trasladar los que leen al momento que atravesaron los que escriben.

J. Hundred dijo...

*anónimo! como dice el filósofo finisecular, poeta, catador de pizzas y amigo, Juan José Latagui: pintó bajón.

*la condesa sangrienta! ya dimos.

*la lectora! muchos mamíferos medianos hay por ahí, deambulando en el planeta tierra, munidos de frases hechas como ‘cada vez que llovió, paró’. en mi caso personal, cada vez que llovió, me mojé.

*yoni bigud! era hora quizás, después de tantos años, que me obsequiara usted con una pizca de su empatía. un saludo.

*leO! no alcanzo a entender, en esta precaria oportunidad, lo que me quiso decir. pero si nos guiamos por la jurisprudencia, lo que me quiso decir, valiéndose de algún ingenioso giro idiomático, es que me considera un pelotudo. materia opinable, desde ya.

LeO dijo...

todo lo contrario: fue mi rebuscada manera de felicitarlo por lo descriptivo del relato y cómo al leerlo uno se siente recorriendo los lugares que Ud. recorrió (real o imaginariamente) para después contarnos.

Mr. Kint dijo...

En algunas ocasiones sólo falta un pequeño detonante para que se suceda un powerpoint de imágenes mentales, muchas veces inconexas, siempre melancólicas.
A veces para activar esa fibra se necesita el recuerdo de un ser querido y advertir la carencia, otras veces, alcanza con ver el noticiero y enterarse que un funcionario planea prohibir el ingreso de whisky importado.

La condesa sangrienta dijo...

Juan ¿qué dimos?
es la 2da. o 3ra. vez que me contesta eso, al menos cuénteme que cosa y a quién le estamos dando, si lo damos gratis o cobramos por ello, si estamos siendo generosos, solidarios o simplemente dimos lo que estábamos por tirar.