15.8.09

Una profunda fe

El comportamiento es por demás sencillo, cualquier mamífero mediano, cualquier animal lo entiende con inusitada rapidez, porque en verdad lo sabía de siempre, de antes.
Primero está el esfuerzo, el incordio, la mínima proeza requerida, y luego, al final, está el premio a ese ahínco, la recompensa.
Así funciona entonces, son milenarias pautas de conducta.
No hace falta insistir, pero permítanme insistir, con un ejemplo. Fijar los conceptos de unívoca manera. Cualquiera de ustedes lo ha visto infinidad de veces, por televisión al menos. Está el estanque, está la foca. Se le pide, entonces, a la foca, que proceda, que haga su pirueta, su gracia, que pase a través de un aro sostenido en el aire o que cabecee una multicolor pelota. Una vez hecho esto, el que dirige la prueba, el humano, que tiene un balde cargado por ejemplo de sardinas, le arroja, a la foca, lo que la foca quiere, una sardina. Cada uno ha cumplido con su parte del trato, y se puede continuar. Esfuerzo, recompensa, y así. Lo que acontece entonces podría ser denominado, si es que es preciso denominarlo de alguna forma, sardinear.
Acá llega la magia, lo mágico.
Voy a ver a una prostituta. Toco timbre, subo al departamento. La prostituta me recibe, me saluda. Me dice ‘mi tarifa son trescientos veinte pesos la hora’, por ejemplo. Entonces yo saco cuatrocientos pesos y se los entrego.
–Voy a buscarte el vuelto a la cocina –dice, para terminar con la parte monetaria, dejar la plata a resguardo, y proceder con el servicio. Tiene un culo importante, un culo para salir a dar una vuelta en culo y olvidarse de todo lo demás. Tacos plateados de quince centímetros, medias de red.
–No, está bien así –digo, y sonrío, apenas.
Es entonces donde hemos ingresado en un plano absolutamente diferente. Hay confianza, hay comprensión, hay un acto de fe, la lógica de esfuerzo-recompensa ha sido quebrada y eso provoca el más absoluto de los desconciertos. No se trata de ‘comela toda y después te doy alguito más de plata’. No. Es un salto al vacío, es apostar a lo bueno del otro aún en las circunstancias más abyectas.
Esto hará, volviendo al ejemplo del principio, que la foca de lo mejor de sí, que salte y se esmere como nunca, más allá del reglamento. También, puede ser, es posible, que la foca, obtenida la sardina primero, satisfecha su inquietud, opte por no hacer un carajo, presa de un indolente sopor. En ese caso no tiene solución, hay que matarla.

6 comentarios:

Lara dijo...

La idea la comparto, sin acto de fe, ni una prostituta se porta bien, bien. Igual hay que tener ganas de correr el riesgo, porque el ser en cuestion, prostituta, plomero, amante, novio, o marido, o quien sea a quien se le pague o apueste de más, o adelantado, en general me ha traído más ganas de matar que de volver a contratar... y solo alguna que otra satisfacción. Aún no decido qué prefiero. Hasta ahora siempre caigo inevitablemente en quebrar la lógica esfuerzo-recompensa, y en general siempre me sale mal. ya maté unos cuantos... Hay una excepción: un par de amiga/os que quedan fuera de esta idea, al menos para mí.

Anónimo dijo...

como dice el filósofo: 'salgamos a volar, querida mia, subite a mi culo super sport'

J. Hundred dijo...

*lara! me sorprende, me intimida, en esta fatídica, porqué no irrepetible oportunidad, ser tan prolijamente entendido. no es que dude de sus fantásticos atributos, de sus abrumadoras capacidades, nada más lejano. se trata, simplemente, que me pasa poco. así que gracias.

*

Yoni Bigud dijo...

Es también un acto de valentía. Un pedido desesperado, pero sin los gritos, con más elegancia.

Un saludo.

Alelí dijo...

definitivamente no quedaría nadie en el planeta!

J. Hundred dijo...

*yoni bigud! estar desesperado quizás sea, me atrevería a decir, mi única elegancia.
un saludo.

*alelí! usted sabrá.