27.8.09

Mirá, mirá

Fuimos a comer. A un restaurante, un restaurante cualquiera, de barrio, una de las cantinas a las que solíamos ir, de novios.
Puse una mano sobre la jarrita de agua.
–Mirá –le dije. Cerré los ojos un instante, con mi palma sobre el recipiente, y el agua se transformó en vino. En Saint Felicien cabernet merlot, para ser más exacto. Una señora sentada en otra mesa dio un saltito hacia atrás y casi se cae de la silla.
–Mirá –le dije–. Puse una mano, la misma mano, mi mano izquierda, sobre la panera. Era una panera de plástico verde, verde clarito, con una servilleta de papel en el fondo, y miguitas, nada más que miguitas. Cerré los ojos, otra vez, con la mano dentro de la panera, los dedos extendidos, pero sin tocar la servilleta, lo que equivalía a decir que la mano quedó suspendida por un instante a unos tres centímetros de la servilleta, de las miguitas. Y aparecieron panes, panes recién horneados, crujiente pan francés, pancitos negros, pancitos redondos saborizados con cebolla, con queso, con ajo. Aparecieron demasiados panes para la panera. Rodó un pan y cayó al piso.
Vino el mozo con el pedido. Agnolottis de ricota y nuez para mí, con pesto.
–Mirá –le dije. El mozo tenía el hemisferio derecho del rostro absolutamente quemado, esas manchas de nacimiento, mitad quemadura, mitad púrpura en todas sus gamas. Costaba mirarlo. Apoyé la palma, la palma de mi mano izquierda sobre la piel calcinada de su rostro. Se hizo un silencio, pero el hombre cerró los ojos y abrazó la bandeja vacía contra su pecho. Apoyé la mano, toqué la piel, y desapareció la mancha, se alisó la piel, su rostro volvió a brillar. La chica de la caja tuvo que aferrarse al mostrador para no caerse. Los integrantes de una mesa se pusieron de pie, alguien aplaudió, cayó una cuchara. El mozo se miraba el rostro en uno de los espejos del salón, y lloraba.
–Sí, está bien –dijo ella–, pero me prometiste que ibas a cambiar el auto.

10 comentarios:

Alelí dijo...

que pena!

Bugman dijo...

Pensé que ya lo sabía, caballero. La Fe mueve montañas, no concesionarias.

Nefertiti dijo...

Me parece genial e increible que me hayas bajado la luna... pero para serte sincera y de acuerdo a mi forma de ser práctica, yo solo quiero que la canilla del lavadero deje de gotear. Y sabemos que voy a terminar arreglandola sola y revoleandote la luna por la cabeza

Yoni Bigud dijo...

Y es que una promesa es una promesa señor. Nadie le pidió que hiciera cosas que no anduvo prometiendo. Las hizo porque quiso. Ahora no pretenda incluirlas en la columna del haber a punta de pistola.

Un saludo.

J. Hundred dijo...

*alelí! parece un desencuentro, eso sí.

*bugman! habiendo fracasado en todos los rubros del horóscopo de manera más que taxativa, habiendo realmente quedado afuera de las ontológicas categorías que pueden resumirse en salud-dinero-amor, habiendo sido despojado de la más mínima posibilidad de convicción en el amplio abanico que va del yoga al dulce de batata. así y todo, estoy en condiciones de afirmarle que si yo quisiera tener un amigo, si yo quisiera sentarme en un bar a tomar una cerveza y mirar por la ventana, si yo quisiera contarle a alguien que me acuerdo perfectamente de la chica que no quiso bailar lento conmigo en sexto grado, o conversar respecto a las honduras del alma humana. bueno, usted calificaría para el puesto, tranquilamente, sin esfuerzo.

*nefertiti! estimada. por impensados avatares la magia golpea a su puerta, y usted, ante la posibilidad única e irrepetible, carraspea y dice ‘yo sólo quiero que la canilla del lavadero deje de gotear’. es fácil entonces conjeturar lo que, en cirílicos caracteres, le diría aladino que puede usted hacer, la maniobra que puede llevar a cabo, con la lámpara.

*yoni bigud! como decía un amigo mío, que ya no es más mi amigo: qué lástima todo. un saludo.

Nefertiti dijo...

Ah! Felices esas mentes utópicas que creen en la magia.
Y la lámpara... bueno, iría a la basura junto con otros cachivaches.

Unknown dijo...

jajaj.....es la condición necesaria de la mujer: la insatisfacción.....si pudieran llenarnos, no seríamos inalcanzables, ni tendríamos el misterio que los seduce.

J. Hundred dijo...

*penelope! nunca me había pasado, hasta ahora, descubrir que la palabra 'llenar' tenga tantas connotaciones.

mara gena dijo...

JAJAJA! Lo leí en Oblogo y me estalló la risa.
saludos

J. Hundred dijo...

*mara gena! qué linda risa. gracias.