11.8.09

Te presento a Esteban

Ella viene a verme. Viene con su novio. Trae a su nuevo novio, o quiere presentarme a su nuevo novio, quiere que lo conozca, no es clara la situación, pero estar en situaciones no claras se ha transformado en una de mis impensadas destrezas.
–Mirá –me dice–. Te presento a Esteban.
–Hola –digo.
–Hola –dice Esteban. Es un muchacho de aproximadamente treinta años. Quizás veintiocho, quizás treinta y dos. No es ni gordo ni flaco, ni demasiado alto, ni bajito, va prolijamente peinado con raya al costado y vestido con pulcritud. Tiene un teléfono celular en una mano.
–Esteban es mejor que vos, mucho mejor que vos –dice ella.
–Sí –digo yo. No es muy difícil lograr eso.
–Esteban gana más plata que vos, tiene un buen trabajo. Es gerente.
–Sí –digo yo. Puede que Esteban sea gerente de algo, gerente de cualquier cosa, cómo saberlo.
–Esteban es más flaco que vos. Se hizo un análisis el otro día. ¿Sabés cuánto le dio el colesterol?
–No, no sé.
–Uno punto treinta y tres. ¡Uno punto treinta y tres!
–Qué bueno –digo. Pienso qué lindo sería no tener colesterol, como quien piensa qué lindo sería estar caminando por la playa, descalzo, como quien piensa en algo que queda lejos.
–Esteban tiene pelo. Tiene flequillo. Mirá.
Miro. Es verdad. Esteban tiene pelo, todo hace suponer que el pelo permanecerá sobre su cabeza por mucho tiempo más. Es como pasto, su pelo, no es verde, no, pero crece con ese vigor, esa vegetal vehemencia.
–Esteban coge mejor que vos. Coge despacio, pausado. No se agita. Cuando terminamos de coger me pregunta si la pasé bien, si quiero un vaso de agua. No tira el preservativo para ver si queda pegado contra la puerta del armario, no toma whisky de la botella.
–Entiendo –digo, porque se entiende lo que ella dice.
–Esteban es cariñoso –dice ella–. Dos o tres veces por semana aparece con bombones, o con flores. O me dice ‘te traje una sorpresa’.
–Una sorpresa –digo yo.
–¡Sí, una sorpresa! –dice ella–. Y entradas para ir al teatro, o a un recital. A Esteban le gusta salir.
–Le gusta salir –digo yo.
–Esteban hace planes conmigo –dice ella–. Armamos vacaciones juntos. Vamos a una playa, y sacamos fotos. Muchas fotos, y las tenemos en la compu. Queremos convivir. A Esteban le gustan los chicos.
–Los chicos no tienen la culpa de nada –digo yo. En lo personal prefiero los animales, me llevo mucho mejor con los animales que con las personas, pero los chicos son una gran cosa.
–No te voy a decir que es perfecto, no, nadie es perfecto –dice ella–. Si lo mirás bien tiene una expresión de tristeza en el rostro, un rictus triste.
–Debe ser cuando está con vos, nada más –digo. A mí me pasaba.

7 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Aguardo agazapado -le juro- con algunas de sus respuestas bajo la axila. Aguardo a alguna ex novia, a algún viejo enemigo coyuntural o a quien sea.

Seguramente voy a elegir mal la persona y el momento, pero eso no es culpa suya.

Un saludo.

Lara dijo...

Buenísimo! La frase final es ejemplar, ojalá tuviera la calma y el ingenio necesarios para contestar así... Padecí el relato y disfruté el final.Sabiendo el final volví a leerlo, y a reírme sabiendo lo que le esperaba a esta srta. a quien tan bien no le debe ir con Flanders ya que todavía necesitaba ir a mostrárselo a Ud.!

Alelí dijo...

Sr. ese golpe final y fulminante me encantó. Un excelente apreciación...

Anónimo dijo...

Anda un poco predecible en sus escritos, JH.
*

J. Hundred dijo...

*yoni bigud! elegir mal la persona, elegir mal el momento, son gajes del oficio. un saludo para usted, camarada sniper.

*lara! si se rió al final, bueno, sin ser un entendido en la materia, sin saber muy bien de qué estamos hablando, me atrevería a decir que no estamos tan mal.

*alelí! le agradezco que le encante.

*

Unknown dijo...

jaja, que lindo....Pobre Esteban, no solo es "perfecto" (con lo aburrido que eso es), sino a pesar de(o por)eso, su novia sigue enamoradísima del mamarracho (con todo respeto) que describis que vos mismo sos!! Genial...

J. Hundred dijo...

*penélope! quizás sea como usted dice, quizás sea genial.