30.1.09

¿Te acordás?

Me encuentro con un amigo de la adolescencia. Lo invito a tomar una cerveza. L. empieza a hablar. Se acuerda de la vez que fornicamos once con la misma chica, y lo dificultoso que fue sortear el orden de participación en el evento. Se acuerda la vez que nos peleamos con un club de rugby de Tucumán, y cómo nos pegaban y nos seguían pegando, así que decidimos que lo único que podíamos hacer era correr, pero también corrían más rápido que nosotros, así que nos metimos al mar, vestidos, y empezamos a nadar, nadábamos muy bien, y nos quedamos flotando en el agua, bien adentro, con zapatillas y relojes y la poca plata en los bolsillos, esperando que amaneciera, haciendo chistes para ahuyentar a los tiburones. Se acuerda la vez que dije que iba a superar la marca de dieciocho whiskys de Dylan Thomas, pero al séptimo whisky me quise coger a su hermana y a su madre y a un simpático caniche y me desmayé y me desperté en el hospital a los dos días y pregunté qué pasaba.
–Bueno –le digo–. Contame cómo andan tus cosas.
No dice nada. Enciende un cigarrillo y mira por la ventana del bar, da una pitada y retiene el humo, como si le fuera posible dar una vuelta más en la deliciosa calesita del pasado.

1 comentario:

Lara dijo...

La deliciosa calesita del pasado...dejalo tranquilo... qué importa cómo van sus cosas... están hablando de otra cosa.