12.1.09

Capacidades diferentes

El faquir muestra sus habilidades: se acuesta sobre una cama de clavos y hace que un colaborador le parta de un mazazo un bloque de piedra que le han colocado sobre el pecho, camina descalzo sobre vidrios rotos primero, sobre brasas encendidas después, se atraviesa la nariz de lado a lado con una aguja de cincuenta centímetros de largo.
La chica que me acompaña aplaude con entusiasmo, me pregunta qué pienso.
–No resistiría un trabajo de oficina más de una semana –le digo.

4 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Y es que el cuero no se curte con esa clase de hazañas...

Y cuando está curtido de verdad, no arranca ningún aplauso de nadie.

En el fondo, el faquir no es más que otro ilusionista. Uno muy bueno, es cierto; pero un ilusionista al fin.

Un saludo.

Alelí dijo...

los bollos, los pinchazos, el dolor físico finalmente desaparecen...en cambio el castigo del oficinista no solo que esta aceptado si no que ademas ni siquiera se registra como doloroso...que tiempos estos!
nos están erosinando las almas y no nos enteramos...

J. Hundred dijo...

*yoni bigud! creo que todos somos ilusionistas. permítame el arrebato de un ejemplo. hace algunos años entré a una oficina y dije ‘todos ustedes levitarán’. la gente se predispuso entonces, dada la frase, a ver alguna hazaña a lo copperfield. habiendo captado la atención de los presentes, ahí nomás me rajé un pedo descomunal.

*alelí! trabajar consiste, más o menos, en una transacción de lo más particular. te dan algo de dinero, y te piden, a cambio, todo lo demás.

Yoni Bigud dijo...

Les dio más, mucho más de lo que pedían.

Cuando uno hace algo, aunque sea ilusionismo, tiene que hacerlo bien.

Un saludo.