12.2.08

En el nombre del perro

La historia es más o menos así:
La mujer es viuda. La mujer tiene dinero, mucho dinero. La mujer tiene como cincuenta propiedades. La mujer vive en una mansión, con tres mucamas, y un perro que recogió de la calle, siendo cachorro. El perro es bigotudo, desprolijo, atorrante. El perro se llama Caruso.
La mujer, por una venta de una casa, conoce a un abogado, que es amigo de un amigo mío. El abogado cuenta la historia.
La mujer quedó satisfecha con los servicios del abogado en la venta de la casa. Le toma confianza. Le toma cariño.
La mujer está muy mayor, muy enferma. Sabe que va a morir. Contrata al abogado, al amigo de mi amigo, como albacea.
El hombre debe administrar los bienes de la mujer, ocuparse de la sucesión, que se cumpla su voluntad.
Aquí empieza lo interesante.
La mujer le deja un departamento al abogado, al albacea, un departamento pequeño a cada una de las mucamas, y todo el resto debe ser donado a obras de caridad.
Pero.
Pero mientras viva el perro, todo es del perro. Todo es de Caruso. Nada puede ser vendido, mientras Caruso esté con vida. Eso implica que mientras el perro viva, las mucamas viven en una mansión, con regios sueldos, sin otra cosa que hacer que alimentar al perro, y sacarlo a pasear dos veces por día, media hora cada vez. Hay un veterinario contratado para ir a ver al perro, una vez por semana, y presentar un informe acerca del estado de salud del perro. De Caruso. El veterinario cobra, por el mencionado servicio, una fortuna.
El abogado, el amigo de mi amigo, también cobra una fortuna, mes a mes, como albacea.
Todos los involucrados en la historia tienen la vida resuelta, mientras viva el perro. Cuando el perro muera, el 99% de la fortuna será donada, se entregará un departamento aquí y allá, y fin.
El veterinario fue a hablar con el abogado, el amigo de mi amigo, el otro día. Su tono era confidencial. Le dijo que tiene un perro similar, parecido, ideal para sustituir a Caruso cuando muera, y seguir con el esquema vigente, cinco o diez años más. Pero el abogado, el amigo de mi amigo, es abogado y respeta la ley y se comprometió a cumplir el mandato de una mujer moribunda. Sus más íntimas convicciones están en juego ahí. No puede hacer eso.
Una de las mucamas fue a ver al abogado. Le propuso llevar una perra, y que Caruso tenga un hijo. Esto fue algo que la viuda no contempló. Si Caruso tiene un hijo, será un legítimo heredero, y tendría derecho, tal vez, al mismo trato que Caruso. De esta forma se podría continuar, quién sabe por cuánto tiempo.
Sin haber recibido aprobación del abogado, la mucama introdujo una perra en la mansión, una perra en celo. Pero Caruso se dedica todo el día a estar echado sobre sus almohadones. Caruso se niega a fornicar. Las mucamas han llegado al extremo de intentar estimular al perro, de masturbarlo, preferiría no entrar en detalles. Pero Caruso no se digna a participar de una cópula canina.
En un parque, en un descuido, Caruso baja a la calle y es atropellado por un camión. Sufre un golpe tremendo, tiene conmoción cerebral, y fractura de las dos patas traseras.
Caruso permanece internado en la mejor clínica de la ciudad, recibiendo los cuidados de los más afamados especialistas.
Mientras en la sala de espera las mucamas, el veterinario, el abogado, y una simpática perra color té con leche, guardan un respetuoso silencio, y rezan para que Caruso no muera.

6 comentarios:

Geoffrey Firmin dijo...

¿Un abogado que respeta la ley? ¿Con nobles "íntimas convicciones"? Mmm...Ese fue el detalle que lo delató, querido Juan Hundred. Usted está escribiendo ficción! Por un momento, sospeché la jactancia de Caruso, un perro rico nuevo, estilo menemista.
Abrazo cordial!

stel dijo...

pobre caruso, que no puede ni siquiera ser lo que le tocó y vivir una vida de perro de las buenas. Espero que si muere, por lo menos no se les ocurra momificarlo o cualquier cosa de esas...

Anónimo dijo...

Sr. Hundred, después de usted, "vida de perros" adquiere un nuevo significado.

juanhundred dijo...

*geoffrey firmin! es absolutamente claro que usted me hace una acusación muy seria. aunque yo no consiga entenderla.
*stel! sí, pobre caruso. aunque, como escuché alguna vez, entre los problemas de la abundancia y los problemas de la escasez, me quedo con los problemas de la abundancia.
*susana! podría decirle ‘no somos nada’. podría decirle ‘yo soy un prisma a través del cual pasa un rayo de luz, y surge un arco iris de colores’. podría decirle ‘alcanzame la sal’. podría decirle cualquier cosa con tal que se quede un ratito más. espere, no se vaya.

Emeefe dijo...

Imagino a una señora de un instituto de beneficencia (futura receptora del resto de la herencia) entrando subrepticiamente por la noche para desconectar a Caruso de los aparatos que lo mantienen vivo!

J. Hundred dijo...

*emeefe! es curioso tal vez lo que voy a decirle, pero usted, cuando piensa mal, piensa muy bien.