4.8.07

Homenaje

Acodados en la barra de un bar, porqué no, otra vez. La madera, la penumbra, el humo azul, el sopor, el estado de sana reflexión que sólo más de dos whiskys pueden dar. El sinsentido que flota en el aire como un halcón amaestrado.
A mi lado, el poeta, el sabio, el librepensador, el amigo. Paul Maker. Juega con dos dedos a patear un maní sobre la barra de madera oscura, como si se tratara del partido de su vida.
De pronto una mujer situada en una de las mesas, se ha puesto de pie y abandona el local. Lleva un jean ajustado y hace taconear sus botas de color morado. El cabello se mueve, apenas, sobre sus hombros. Ella aprieta su diminuta cartera bajo un antebrazo. Su culo es redondo y firme. Un culo para dejarse llevar a dar una vuelta en culo. Un culo para abandonar las más íntimas convicciones. Un culo para soñar y soñar.
–Me estoy cogiendo encima –dice Paul Maker tras haber seguido con inusitado interés el trayecto de la mujer. Después levanta su vaso, indicando al barman que precisa otro whisky–. Y más maníes.

2 comentarios:

Bugman dijo...

Aunque viviera cien vidas, en cada una de la cuales se me presentaran cien ocasiones similares, jamás podría acuñar tan contundente frase. Me quito un inexistente sombrero ante la inefable, espectacular e inimitable maestría de su ilustrísimo amigo.

J. Hundred dijo...

*bugman! estamos ante un cénit de potencia expresiva, y un paladar negro como usted no podía dejarlo pasar. un saludo.