28.4.07

Lírico

Me llama un amigo para pedirme sangre. Tiene un familiar enfermo, lo tienen que operar. No cree que sobreviva, pero aún así, necesita diecisiete dadores de sangre. Existe algo denominado ‘banco de sangre’. Es un banco donde hay sangre. Uno saca sangre, y debe reponerla.
Me llama otro amigo, al rato, para decirme que también ha sido llamado por este amigo, en adelante el ‘amigo 1’. También le han pedido, es evidente, sangre.
Este amigo, que podríamos denominar el ‘amigo 2’, se muestra fastidiado. Le molesta el pedido. Le molesta que le pidan sangre. Quiere saber mi opinión. En realidad, me parece, quiere alimentar su fastidio con el mío. Quiere que nos fastidiemos juntos.
Pienso por un momento si debo compartir mi fastidio con él. Pienso si debo fastidiarme. Concluyo que no. Contesto alguna generalidad, y corto la comunicación de inmediato.
Existen a mi modo de ver dos tipos de amigos: los que te pedirán sangre, y los que te pedirán dinero.
Y también están las mujeres. Que te pedirán tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Las mujeres siempre te chuparán la sangre sin preguntar, gastarás dinero en ellas tratando de conseguir 'algo', y es al momento de solicitarlo, que te pedirán tiempo. Como se ve, los amigos tienen la cortesía de pedir cosas que uno puede argumentar no poseer.

Bugman dijo...

Podría pedirse dinero para comprar sangre. O pedir sangre y venderla. Todo esto, por supuesto requiere tiempo. A mí no me miren. No puedo donar sangre porque me duele cuando me pinchan. No puedo prestar dinero porque me lo gasté todo. No tengo tiempo para tonterías. Probablemente sea por eso que no tengo amigos.

J. Hundred dijo...

*pretérito, en esta ocasión voy a disentir con usted. le digo más, también voy a disentir conmigo. lo que quise decir es que así como alguien dijo alguna vez que la mujer es la casa del hombre (fue Abelardo Castillo, estoy seguro), la mujer, lo único que precisa del hombre, en verdad, es su tiempo. olvídese de las tres ‘p’ (plata, pito, pistacho?). acá el punto es que, por imperativo categórico, mandato hormonal, o como pomodoro se llame, la mujer sabe desde siempre que al dar vida, en ese prodigio, dará tiempo, una inaudita bola de tiempo. supongamos que la mujer tiene dos hijos, entonces, pucho más, pucho menos, a 65 años promedio la cápita, ha entregado así, como quien no quiere la cosa, 130 años de tiempo. y sale, desde siempre, más allá de su voluntad, a recuperarlos. y la única forma de recuperarlos es una tarde obligándote a acompañarla a hacer las compras, dos horitas de charla durante fútbol de primera, una excursión a las termas de la pindonga, etc. el agujero de tiempo en el preparatorio antes y/o el recuperatorio después de dar vida, transforma a la mujer en un vampiro de tiempo. la mujer necesita tiempo tiempo tiempo. tiempo sin aplicación específica. TU tiempo.
lo que yo quise decir, entonces, es… pero qué corneta importa lo que yo quise decir, porrr favorrr. mozo! otra ginebra! y más maníes!
*bugman. ese es el bugman que todos queremos. sagaz, cínico, irónico, perspicaz, calculador, astuto, mordaz. una basura, bah.
*como dijera el actor, el humorista, el nunca bien ponderado Gianni Lunadei, en su personaje de ‘cartucho’, en el taller mecánico junto a H. Arana. decía, Gianni, una y otra vez, y era lo único que decía durante todo el sketch: cómo me gustan las minas.
después se suicidó, Gianni, y era un tipo que me hacía reír. vaya entonces este minúsculo, funambulesco, pero no por eso menos sentido homenaje.