Después de cinco años, tal vez siete, de psicoanálisis, ella me explicó que no había mejorado gran cosa. Su tratamiento, al parecer, no avanzaba. No se veían progresos.
Le sugerí que conversara la situación descripta, justamente, con su terapeuta. Me dijo que ya lo había hecho. La respuesta obtenida había sido que se trataba, en opinión del profesional en la materia, de un caso complicado. Al parecer, según dijo, estaban en la fase 1. Había que continuar, había que seguir con el tratamiento, llegar a la fase 2, supongo. El facultativo no creía conveniente hablar de plazos.
Ella quería saber mi opinión. Me dijo ‘quiero saber tu opinión’.
Le sugerí que conversara la situación descripta, justamente, con su terapeuta. Me dijo que ya lo había hecho. La respuesta obtenida había sido que se trataba, en opinión del profesional en la materia, de un caso complicado. Al parecer, según dijo, estaban en la fase 1. Había que continuar, había que seguir con el tratamiento, llegar a la fase 2, supongo. El facultativo no creía conveniente hablar de plazos.
Ella quería saber mi opinión. Me dijo ‘quiero saber tu opinión’.
Le dije que tal vez, sólo tal vez, lo mejor sería intentar algo diferente, algo novedoso. Dejar que el superyo se vaya con el superello, que se vayan, juntos, y que formen una banda de jazz llamada ‘Los supernosotros’.
2 comentarios:
Los siquiatras tienen un demoniaco organigrama de la prueba y el error. Mejor bancarse las penas, o suicidarse. En vez de acercarse gratuitamente al demonio.
Usted no ha ido. Eso se nota.
Lo sigo leyendo, y me sigue pareciendo divertido.
Un abrazo bromado
(de esos que usted no da)
Yo fui al analista un tiempo y después hice las cuentas y descubrí que si no iba más al analista me podía tomar un crucero al Caribe y me lo tomé nomás y estando en el jacuzzi con unas chicas les dije que estaba ahí porque ni iba más al analista y no me entendieron nada porque eran suecas pero se rieron bastante igual.
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