18.11.15

Huevos al aire


​Voy a uno de esos negocios que se llaman ‘granjas’. Ahora está lleno de negocios así por todas partes. Venden, principalmente, pollos y sus derivados. No sé, pechugas, patas, milanesas de pollo a las que sólo hay que meter un rato en el horno. Suelen vender también, en algunos casos, aceite de oliva, huevos, miel. Productos de campo, por ponerle un nombre.
​Entro y compro tres docenas de huevos. Pago, me las dan.
​Salgo a la calle, a la vereda. Abro la primer caja de cartón. Decido, para poder manejarme mejor, apoyar las otras cajas de huevos sobre la vereda, junto a mis pies.
​Comienzo entonces. Tomo un huevo, como si lo estuviera estudiando por un instante, esperando alguna clase de inspiración. Luego lo arrojo al aire. Hacia arriba y hacia delante, pero sin demasiado impulso. Digamos que un metro hacia arriba, y un metro hacia delante.
Miro el huevo que se eleva, que avanza, que se eleva y avanza. Antes de cumplir con el arcano arbitrio de la ley de gravedad, antes de caer. Estalla, el huevo, contra la vereda.
Hago una respiración, consciente, pausada. Inspiro, exhalo.
Tomo otro huevo. Abro un poco las piernas, como si me estuviera afirmando no sé, en la arena. Como si estuviera jugando al tejo en la playa.
​Repito la operación. Lanzo otro huevo al aire. El huevo sube, luego cae, revienta contra el piso, a unos veinte o treinta centímetros del anterior.
​Respiro.
​Hago un movimiento con la mano libre, una especie de sacudida, como si estuviera relajando los músculos del brazo. Muevo un poco el cuello, como si quisiera tocarme, con las orejas, los respectivos hombros.
​Otro huevo. Lo lanzo.
​Se ha juntado algo de gente. Una joven pareja, abrazados. Una familia de turistas brasileños, un tipo de maletín.
​El huevo estalla contra el piso. Salpica un poco.
​Alguien aplaude. Una chica que se está por subir a un taxi deja la puerta abierta, saca una foto con su teléfono celular. Escucho que alguien le pregunta, a otro alguien, si están filmando una propaganda, una película.
​Otro huevo.
​Salen dos vendedoras de una casa de artículos de deportes. Me señalan, asienten con la cabeza (con qué querés que asientan, con las tetas). Un colectivo pasa muy despacio, el colectivero saluda, toca bocina.
​Gente, más gente. Incluso un policía con los brazos cruzados, sonríe. Fotos, más fotos. La gente grita de alegría con cada huevo que revienta contra el piso.
​Debo ir, no sé, por el huevo 14 o 18. Nadie intenta detenerme y nada me dicen con relación a mi conducta. El clima es entusiasta, alegre, festivo.
​A la gente le parece que destruir sin razón(*) es la cosa más normal del mundo.

*y romper las pelotas también, dicho sea de paso.

10 comentarios:

Alelí dijo...

Otra vez me hicisre reir.

Si la gente, me incluyo, no puede con su cuerpo entonces destruye lo que puede y se le cruza.
El otro dia leí "personas que conocen mil maneras de destruir un vaso
Pero ni uno sola de construirlo"



Alelí dijo...

Tb creo que hay otros que porque están destruidos, destruyen.

Sin opción.
Besoooo

Anónimo dijo...

¿El "dueño" de la vereda no dijo nada?
Yo tengo que limpiar el enchastre ese y te cago a puteadas.

J. Hundred dijo...

*alelí! el señor carlos alberto garcía moreno, cuando solía ser charly garcía, cantaba aquello de ‘todo se construye y se destruye, tan rápidamente, que no puedo parar de sonreír..’. la abrazo.

*alelí! dijo hundred, lo que bien mirado equivale a decir que dije yo, ‘cuando tenés luz derramás luz’. y sí, claro, la recíproca también se aplica. la vuelvo a abrazar.

*anónimo! no, el ‘dueño’ (la dueña) de la vereda se me quedó mirando también. mi presencia causa, entre tantas otras cosas, estupefacción, usted debería ser capaz de recordarlo. 1saludo.

Marina dijo...

Quizá lo que llama la atención es lo extracotidiano, voy a probar pasear un pollo, muerto o vivo es anecdótico, y posiblemente sucederá lo mismo. Ya te contaré.

J. Hundred dijo...

*marina filoc! iba a intentar algún juego de palabras, algo como ‘si en lugar de sacar a pasear el pollo, quiere sacara a dar una vuelta la gallina, por favor, no deje de avisarme’, pero después me pareció que quizás no era tan gracioso como yo pensaba.
alto, alto! ahí voy de nuevo.

un oso tenía un lugar apartado en el bosque, adonde solía ir a defecar sin que nadie lo molestara. un día, luego de defecar, de defecar como un oso justamente, podríamos decir, oyó ruidos. se escondió, el oso, detrás de un árbol. era un conejito, que plácidamente, viendo que estaba en paz en medio de la naturaleza, se puso en cuclillas, y cagó.
fue entonces que el oso se asomó, detrás del árbol, ante el asustado conejito. pero con una mano le hizo el gesto de ‘no, tranquilo, no pasa one’. el conejito temblaba un poco, sabía que no tenía escapatoria.
‘conejito, conejito’, dijo el oso, ‘puedo hacerte una pregunta?’.
‘sí, claro’, dijo el conejito. qué otra le quedaba ante semejante bestia.
‘noté que estabas haciendo caca’, dijo el oso. ‘es correcto?’.
‘sí’, dijo el conejito. ‘necesitaba cagar’.
‘acá viene mi consulta’, dijo el oso. ‘cuando terminás de cagar, no te queda algo de caca en los pelitos?’.
‘sí’, dijo el conejo, porque era verdad, porque era cierto.
‘y no te molesta?’, dijo el oso.
‘no’, dijo el conejo. ‘la verdad que no’.
‘bueno, fenómeno’, dijo el oso. y se limpió el culo con el conejo.

se aprueba con cuatro, no? la abrazo, si me lo permite.

Viejex dijo...

Maravilloso todo. Título, presentación, nudo, desenlace, moraleja... Memorable.

Marina dijo...

Memorable y cariñoso el oso. ¿Y el conejo? De la suerte, mijo, de la suerte.

J. Hundred dijo...

*viejex! por fin, viejo, con lo que me cuesta anotar un puntito. lo saludo con afecto.

*marina filoc! tengo más chistes, y debo tener diapositivas de necochea, quiero decir, sé aburrir de múltiples maneras. le mando un beso en la frente.

Marina dijo...

Ah! Lo de multiples maneras me intriga sobremanera. Lo de besos en la frente me recuerda esa pelicula mala de China Zorrilla. Le mando otro.