18.6.14

Solcito de la mañana


Estaba sentado en la cocina. No, no desayunaba, había ya tomado un par de mates. Estaba vestido, traje y corbata. Había empezado el invierno pero no hacía un frío excesivo. Vivíamos en un contrafrente bastante abierto en Villa Urquiza, entraba por la ventana el primer solcito de la mañana. Miré el reloj, colgado sobre los azulejos, 0749.
–Qué –dijo Mariana. Se asomó a la cocina y se quedó junto al marco de la puerta, con un cigarrillo entre los dedos. Acababa de bañarse, estaba envuelta en un toallón de un desteñido verde oscuro. Ahora venía la parte donde se cepillaba el pelo durante unos tres minutos, mientras murmuraba.
No contesté, tampoco la miré. Pensaba en ese rayito de sol, en cómo le solía gustar a mi gata Berta sentarse, sentarse y que le pegara el solcito en la cara.
Tenía que juntar fuerzas, levantarme, arrancar. Ir al centro. Hacía un par de semanas que me dolía la cintura, un pinchazo, como si me atravesaran justo arriba del culo con una aguja de tejer finísima, hirviente. La sensación era como si se me fuera la fuerza de las piernas. Había probado darme calor con una almohadilla eléctrica, y una pomada.
–Qué –repitió Mariana–. Qué pasa.
Levanté la vista, la miré. Ella pitó, soltó el humo como si el espacio mismo estuviera en deuda con ella, como si el aire le debiera algo.
–Me acabo de dar cuenta que no te soporto, ya que me lo preguntás –dije–. Me doy cuenta que me parecés una mujer de lo más básica, poco interesante, aburrida. Ya ni ganas de cogerte, tengo. Pero tampoco es todo con vos. No aguanto mi trabajo, no quiero ir al centro nunca más en mi vida. No quiero viajar en subte, ni escuchar a la gente hablando idioteces por sus teléfonos celulares, ni comer en algún lugarcito de morondanga una desteñida milanesa. No quiero ver boludeces por televisión, no me interesa el fútbol ni los programas de concursos donde los participantes cantan o bailan o compiten a ver quién es capaz de pishar más lejos, de hacer la caca más grande. Quiero ver el mar, quiero caminar por la playa bien temprano y meter las patitas en el agua. Quiero acariciar a un perro, y comer pizza con la mano, y tomar un whisky mirando la noche a través de una ventana. Quiero dormir la siesta, quiero fumar un cigarrillo, quiero que me vuelva a interesar algo, que me vuelvan a crecer las ganas de hacer algo por absurdo que parezca, ganas de cualquier cosa.
–Bueno, bueno –dijo Mariana–. Acordate que esta noche quedamos en ir a comer a lo de mi hermana, quedé que llevábamos una torta, o masas. Después la seguimos, todo lo que dijiste me parece muy interesante, eh. Me parece bárbaro.

7 comentarios:

Alelí dijo...

en un lugar así, en mi experiencia, mirando el mar,las montañas, las gaviotas chillar y los patos cagar, siestas diarias largas mientras los árboles rascan el techo de tu casa pasa que el mundo pasa importarte un carajo. hay un desprendimiento brutal de todo lo que hasta el momento te importaba algo...

es peligroso.

beso

Zeithgeist dijo...

Una contestacion asi en mi barrio significa rifle sanitario. Digo, como para empezar con los cambios locos, no? xD

J. Hundred dijo...

*alelí! después del desprendimiento viene una suerte de despersonalización. la cosa se pone peligrosa, pero entretenida. he dicho en más de una oportunidad, he escrito al respecto: no hacer un pomo no es para cualquiera. bellísima imagen de la de los árboles que rascan el techo de la casa. le mando un beso en la frente.

*zeithgeist! estuvo usted acertada como pocas veces. rifle sanitario, una delicadeza de su parte. la abrazo como me sale, como puedo.

NsNc dijo...

Ganas de tener ganas.. Podría ser un capítulo en la vida...
Cuando está en estado zombie, y de pronto toma conciencia, no queda otra cosa que mandar todo a la mierda. Igual la lucidez dura poco... Y uno vuelve al Estado Z nuevamente

J. Hundred dijo...

*nsnc! usted conoce la frase, lo que se suele decir: fue bueno mientras duró. la saludo.

Mr. Kint dijo...

A mí me parece que Mariana entiende mucho, o como dicen por estas épocas: "esa chica sabe".
Un abrazo

J. Hundred dijo...

*mr. kint! por lo general, la gente no ve mucho más allá de su plan personal. cualquier proyecto de carácter más o menos grupal, bueno, sigue siendo un plan personal, a veces con anteojito, a veces con antifaz. lo abrazo.