20.12.12

Fuera de la mente



         El gurú sabía que el tema que intentaba explicar, el tema que todos deberían saber pero no sabían y él intentaba explicar era, justamente, difícil de explicar. Hacía miles de años que algunos iluminados habían intentado explicar lo que estaba ahí, al alcance de la mano, para salvar a la humanidad. Pero las palabras resultaban rudimentarios instrumentos, cómo explicar con un puñado de vocales, y algunos ruidos, siseos, lo divino.
         Lo que había que explicar era que todo consistía en dar un ínfimo saltito y colocarse fuera de la mente. Fuera de la mente te conectabas, como por arte de magia y sin el menor esfuerzo, con una inteligencia superior, un estado de bendición, la alegría del ser, la pasión en colores y todo lo demás. Lo único que hacía falta era un minúsculo envión para salir de la mente. No pensar.
         Como el gurú sabía que otros habían intentado, antes que él, explicar lo inexplicable, decidió utilizar un ejemplo. No se puede explicar qué es estar fuera de la mente utilizando el lenguaje, que es una herramienta de la mente. Por lo general, los más sabios, los mejores, habían intentado explicar, lo inexplicable, haciendo silencio. El silencio es el lenguaje de Dios, pero en el mundo que vivimos, el silencio no alcanza. El silencio no es suficiente para que la gente, como se ha dicho tantas veces, despierte.
         El gurú dijo que podía mostrar lo que era entrar en comunión con el todo, con tan solo salirse de la mente. Sí, con un ejemplo.
         Fueron a un zoológico, en la India. El gurú entró a la jaula de los cocodrilos. Que no era una jaula en el sentido estricto, sino una especie de laguna con barro donde los cocodrilos se sentían a gusto. El gurú entró. Se quitó la túnica y se acostó, sobre el barro, boca arriba, como si fuera a dormir una siesta. Cerró los ojos, las manos sobre el abdomen, se hizo el más absoluto silencio. Cuando salió un cocodrilo que apenas asomaba los ojitos del agua, y se puso a avanzar con ese bamboleo lateral tan curioso, tan característico, que tienen los cocodrilos para caminar. Cuando salió el cocodrilo, decía, el cocodrilo llamado Jerry, una bestia de más de tres metros de largo, y fue derecho hacia el gurú que parecía dormido, la verdad que todos temimos lo peor.
         Una mujer venida de Alemania no pudo reprimir un ataque de hipo. Alguien sollozó, esperando el fatídico chasquido de mandíbulas, el gurú sería devorado en un par de mordiscos. A pesar de la expresa prohibición, los japoneses sacaban fotitos con sus teléfonos celulares. Hacía un calor del carajo, mediodía en Calcuta. Después que el cocodrilo terminara de comerse al gurú, nosotros tendríamos que defendernos, a las trompadas, de los mosquitos.
         El cocodrilo avanzó, abrió la boca que era todo dientes, movió la cabeza con lentitud en ambas direcciones, un suave bostezo de precalentamiento antes del almuerzo.
         Y nada. Se acostó al lado del gurú, casi tocándole un hombro con el lateral de su temible cabeza, a descansar. Como si fuera la cosa más natural del mundo, pura armonía.
         A los cinco o diez minutos el gurú abrió los ojos, acarició el rugoso lomo el animal, y salió de la jaula.
         –Al salir de la prisión de la mente –dijo el gurú–, al entrar en comunión con el todo, nada puede hacerme daño. No hace falta explicarlo con palabras, ustedes lo vieron.
         La gente se abrazaba, algunos lloraban. El gurú nos había mostrado lo que no se podía explicar, la mente es ilusión, la mente es maya, fuera de la mente somos uno.
         Me dieron ganas de decirle al gurú que hiciera la prueba de quedarse así dormidito con alguna de las chicas que yo solía frecuentar. Cuando te despertás no hay nada, te pelan.

6 comentarios:

A.Torrante dijo...

La palabra gurú, está demasiado manoseada. Yo conozco gente que ha ido a la hinchada contraria vistiendo la camiseta de su propio club y le ha gritado el gol de su equipo en la cara y salieron más o menos enteros-renguendo y con un trapito del color de su club asomando de su ojete, pero enteros y no se jactaron de "hablar con Dios" ni nada parecido, eso sí, se dieron cuenta que "suicidio por Barra" no siempre funciona.

Viejex dijo...

Quisiera dejarle un buen comentario, pero mucho me lamento no tener la sabiduría de su gurú ni mucho menos la suya.
Pásela lindo, mi viejo.

P/D: El otro día me acusó usted diciendo más o menos que ve en mí, cada vez que le comento un artículo suyo, aviesas intenciones y a un ser vil y retorcido.

Nada más lejos de la verdad: si le comento es porque lo escrito me gusta. Si no me convence, no comento nada.

A pesar de todo eso, fue uno de sus comentarios más elogiosos hacia mi persona y se lo agradezco.

Bee Borjas dijo...

Después de leerlo saco la siguiente conclusión: Mejor animal conocido que mujer por conocer.
Y siendo mujer, me atrevo a decir que usted está en lo cierto.
No hay bicho más ladino que nosotras las mujeres.
Recuerda ese refrán que dice "Cocodrilo que se duerme, acaba siendo cartera?" Bien, hombre que se duerme, termina "acostado" por las damas.
Por lo menos que sea con felicidad!
Buen texto, don Juan.
Saludos.

J. Hundred dijo...

*a. torrante! sus palabras, en esta curiosa ocasión, en esta particular oportunidad, resultan de una supina irrelevancia. igual, lo saludo con afecto.

*viejex! estimado, si comenta, si no comenta, si le gusta, si no le gusta, si decide poner un parripollo con un cuñado o prefiere tirarse gases en una carpa en necochea, el subte viene lleno. cosas buenas para usted, lo que se diga en estos casos. lo saludo.

*bee borjas! hay algo para decir en favor de la mujer, en su sempiterna comparación con el cocodrilo. no, pichona, nada de tirar de la goma, quién habló de tirar de la goma, no sea fanática, por favor le pido. además, yo he conocido chicas que, abocadas (nunca mejor utilizado el término) a la mencionada práctica, me han dejado la chota (se lo digo en francés para no herir su sensibilidad: le chot) como si me la hubieran pasado por un rallador de queso, quizás tenían problemas de ortodoncia, vaya uno a saber, una de las pocas cosas que siempre he respetado es el entusiasmo en cualquiera de sus manifestaciones. lo que se puede decir, a favor de la mujer, es que jamás he visto a un cocodrilo haciendo milanesas con puré. ahora sí, la saludo con alegría.

Mr. Kint dijo...

Se tragaron vos, "la viuda" y "el guerrero" lo que me costó diez años de paciencia y de yugar decía Discépolo creo.
Qué decirle, cuando le pone esos ribetes orientales usted me puede, ya se lo dije varias veces. Le mando un abrazo.

J. Hundred dijo...

*mr. kint! es increíble todo lo que sé, aunque tampoco sé muy bien cómo lo sé, y mucho menos por qué. y por favor, no hace falta hablar del para qué, quiero decir, su utilidad. un abrazo.