10.12.12

Como en cualquier oficina


         El cocodrilo le cuenta al elefante que está harto, harto de verdad, ni siquiera puede ir a la playa y tirarse a tomar un poco de sol, todos salen corriendo ni bien asoma el hocico. Todos le tienen miedo, manga de putos.
         El elefante le dice a la jirafa que siempre es el mismo embole. Los chicos lo quieren ver, todos le quieren dar comida, maníes con cáscara, algún pancito, claro, pero le quieren tocar la trompa. Todo el mundo le quiere acariciar la trompa, me gustaría ver si se bancarían que todo el mundo les quisiera rascar los huevos, o las orejas, trescientas veintisiete veces por día.
         La jirafa le cuenta al hipopótamo que no da más, sí, puede ver todo el paisaje, fumarse un faso ahí arriba está bárbaro, no necesita irse a vivir al piso 37 de una torre en Puerto Madero. Pero tiene las cervicales a la miseria, no es tan sencillo.
         El hipopótamo le dice al león que todos lo consideran un mugriento pero no, nada que ver. Lo que pasa es que nadie quiere ayudarlo a bañarse, y entonces, si no se embarra un poco, se lo comen los mosquitos. Sí, claro, el pajarito es macanudo, te da una mano con los parásitos, pero si le pedís al pajarito que te ayude a bañarte se te caga de risa, te dice que le chupes bien la pija.
         El león le dice al hombre que sí, mucho rey de la selva, pero a la mina que traés al safari te la cogés vos, después mostrás las fotos que me sacaste mientras te tomás un gin tonic (con Angostura), te hacés el pulenta sentado en un sillón Chesterfield, con aire acondicionado. Rey de la selva las pelotas.

10 comentarios:

Viejex dijo...

♫El progreso se nos debe a los insatisfechos♫ cantan los del Cuartetos de Nos. Leyendo su artículo me acordaba de eso. Tal vez tengan razón. El asunto debe ser que a veces nos confundimos y creemos que un quejoso y un insatisfecho son la misma cosa.

A.Torrante dijo...

Y siempre habrá una mina tan buena, una pantera digamos, que consigue que un "Rey" haga todas estas huevadas para cogérsela.

Jes dijo...

ah sí, totalmente de acuerdo con usted. Es raro que este de acuerdo con usted. Bueno.
Saludos

Angel dijo...

Ganas de quejarse no le faltan a nadie.
Lo mejor, por lejos, es lo de fumarse un faso en la altura eso si que lo aplaudo.

J. Hundred dijo...

*viejex! por lo general, cada vez que usted ha visitado estas precarias playas, he percibido, casi con prístina claridad, que su intención era simplemente expectorar alguna mucosidad sobre mi magnífico asado. quiero decir, sus intenciones siempre han sido malas, era fácil advertir que habita en usted un repugnante ser, un despreciable sujeto, malo, envidioso, por demás limitado, vil. pero ahora usted va y hace la quirúrgica distinción entre quejosos e insatisfechos, y yo vuelvo a recordar aquello de ‘tantas espinas por una fucking rosa’. que está muy bien lo que usted dice, lo celebro.

*a. torrante! las cosas que he tenido que hacer para poder olisquear alguna vagina en mal estado, por favor le pido, casi no tengo dignidad. no me haga acordar.

*anexas varias! suele suceder, es de lo más normal, las chicas ven en mí esta indómita poronga, esta descomunal gaver, el entusiasmo las hace aplaudir con los mofletes de la cola. pero eso no es todo, pichona, no puede ser todo. detrás de semejante atributo, sosteniendo el tronco de esta japi de la vida misma, hay una persona que sufre, que llora, que tiene sentimientos, pasiones, anhelos. que soy todavía mejor de lo que usted imagina, la saludo.

*angel! en mi caso, le comento una infidencia, una nimiedad, mi problema es que quejarme es una de las cosas que mejor me salen. me quejo genial. lucho contra eso, más o menos como maradona, cuando decía que estaba luchando contra la merluza.

Dany dijo...

Me simpatizan más algunos de estos animales que los que todos los dias se quejan en la oficina.
La amargura que debe tener el león es la peor......por lo del bitter.....
Ahora voy para los anteriores. Como siempre, mi abrazo.

J. Hundred dijo...

*dany! tantísimas veces lo he pensado, algunas veces lo he dicho. los animales primero, los niños después. no tienen la culpa de nada, embellecen el mundo. pero la gente es una mierda, de ahí no me muevo. lo saludo.

Jes dijo...

Ahora sí! ya me estaba asustando.

Mr. Kint dijo...

Lo que hace de la selva un lugar tan puro y espléndido es que las bestias no se andan con giladas, no se hacen preguntas, ni andan rumiando pelotudeces en su mente; guiados por su olfato, arrojados al instinto, se asumen animales y punto. No hay crisis de identidad. Son.

Ahora, si usted los lleva al zoológico o les arma un safari alrededor, bue, es probable que la cebra se pregunte si no es hora de ponerse nuevos colores encima, de comprarse unas sandalias fucsia que están de moda, y la mona no sepa si hacerse trenzas o teñirse de rubio ceniza 8.3, o el búho se cuestione si no está demasiado viejo para andar tanto de noche, o el león maduro haga un balance de su vida y se debata internamente si logró lo que aspiraba él de joven, lo que deseaba su madre leona, y acto seguido se compre una Harley Vrod. Lo que digo es que en su nuevo hábitat es normal que adquieran ciertas características, que se contagien, digo, se humanicen un tanto.
un abrazo para usted.

J. Hundred dijo...

*anexas varias! que nos vaya bien a todos.

*mr. kint! le cuento algo sin importancia. en una oportunidad, hace muchos años, estaba yo por washington. no, no importa por qué estaba en washington, qué hacía ahí, a qué había ido. el asunto era que no tenía un pomo para hacer casi todo el día, así que empecé a ir al zoológico de woodley park. no sé, me sentía solo, aburrido, desdichado, y el zoológico era barato, un espacio inmenso, bancos para sentarse, algún barcito donde tomar un café. un día, oigo gritos, veo pasar un tumulto de gente corriendo. pensé lo peor, que se había escapado el leon, o que había un asesino serial dando vueltas, pero no, nada que ver. iban, simplemente, a la jaula del panda. lo sé porque corrí con ellos, detrás de ellos, y es allí, en la jaula del panda, donde se detuvieron. era la hora, después lo supe, que sacaban al panda de la especie de cueva donde dormía, para que saludara, para que comiera.
el asunto, ya termino, es que un guardia obligó a salir el panda. ahí estaba, hinchado las bolas, cansado, con la piel de la panza medio mugrienta, el traje de panda algo desteñido. lo vi, mientras la gente gritaba de alegría y sacaba fotos a rabiar. vi lo que hacía el panda, morder una manzana, rascarse la chota, dar un par de pasos como si estuviera extraviado y aturdido. y supe que yo llevaba haciendo lo mismo, más o menos lo mismo, hacía unos buenos diez años, en cualquier oficina del microcentro. en ese instante comprendí muchas cosas, podríamos decir que tuve un satori. sobre otras cosas diría que no, que sigo sin entender nada. un abrazo.