10.4.12

Notas aéreas

El avión despega. Es un momento bravo. Todo potencia, superando leyes de la física, dedicándole a la gravedad una metálica indiferencia. Se dirige a un cielo repleto de atributos, las alturas de lo posible, el destino que juega al sudoku y mordisquea una birome y anota algo.
Lograda la altura, movidos los piolines del impulso, propulsado por las turbinas de lo deseado, el avión se estabiliza, allá en lo alto. Avanza, como si fuera a avanzar para siempre. Las nubes le ceden paso, se abren como cremosas nalgas. El cielo es suyo. Recto y nivelado, según la jerga.
Pero no, no es posible, no puede durar. Aunque veas el horizonte dividiendo en alguna parte el arriba del abajo, algo ha cambiado.
Es ínfimo, al principio. Casi podría ignorarse pero no se ignora, ribetes de sensación. La punta, la nariz del avión, ha bajado un par de grados. No parece relevante ni significativo, nada altera, pero ha comenzado la caída. El avión sigue adelante, va para adelante, pero también, de alguna delicada manera, va hacia abajo.
Y entonces se acelera. Se siente, no hay manera de no sentirlo. El ángulo, la pendiente, llamalo como quieras. No hay lugar para errores de interpretación. Allá abajo está lo duro, la contundencia de lo inevitable, el lugar donde todo comenzó y hacia donde el avión parece dirigirse con la fastidiosa mansedumbre del que divisa algo que ocurrirá con rango de certeza.
El avión se cae, con todo lo que eso implica. Ah, el avión sos vos.

10 comentarios:

Dany dijo...

Estupendo! Si sobrevivimos es por el recuerdo de las cremosas nalgas. Delicada metáfora. Un abrazo!

A.Torrante dijo...

El avión soy yo. Yo odio volar. Me odio a mi mismo. Por fin entiendo.

Yoni Bigud dijo...

El avión soy yo, sí, con todo lo que ello implica. Con todo menos las nalgas cremosas que se abren ante mi presencia. Su pintura, como siempre, es magnífica. Poética y trágica al mismo tiempo, si es que ambas calificaciones pueden separarse. Pero no alcanza. No alcanza para describir mi fracaso, que acapara todo lo malo y prescinde de todo lo bueno. En su relato como en la vida.

Le agradezco, en todo caso, esa visión parcial. Esas nalgas que no son, pero bien podrían ser antes de que la nariz se entierre irremediable en algún bosque perdido que nadie conoce.

Un saludo.

J. Hundred dijo...

*dany! yo tenía un amigo, no lo quiero aburrir con mis recuerdos. yo tenía un amigo, en la adolescencia, un singular personaje. cuando íbamos de vacaciones a gesell, cuando íbamos a bailar. si el tipo se había conseguido una chica, y siempre conseguía chicas gracias a su denodado esfuerzo. cuando volvía, de pronto hacía un gesto para simbolizar lo que había pasado, y lo que había pasado, entre tantas cosas, era que el tipo había conseguido meter el hocico ahí, chuparle la concha a la señorita en cuestión (mi amigo era un fanático chupador de conchas). y el tipo, intentando relatar algo de la experiencia, siendo la chica por lo general bien jovencita. bueno, mi amigo, levantaba un poco la nariz hacia el cielo, hacía ‘montoncito’ con una mano también cerca de su nariz, y decía, por ejemplo ‘quesoro!’. y sonreía, extasiado. usted sin dudas va a saber entender de qué estoy hablando. un abrazo.

*a. torrante! aún sin conocerlo, estoy convencido que si yo fuera usted, sentiría una indomitable pulsión de tirarme del avión.

*yoni bigud! ‘del inconveniente de haber nacido’, se llamaba aquel libro del superior y tan tremendo cioran. también he sentido en alguna que otra oportunidad, que una mujer me observaba con entusiasmo e interés, pero no había más que prestar algo de atención para darse cuenta que, simplemente, la pobre estaba buscando dónde aterrizar su precario avión antes que el fuselaje se le vaya a la mismísima mierda. me fui de tema, o quizás no. le agradezco, en esta curiosa oportunidad, su ínfima empatía. lo saludo con respeto.

A.Torrante dijo...

Lo intentaría, pero encima sufro de vértigo.

Malena Q dijo...

soy yo, definitivamente. Gracias por hacérmelo notar, sin duda me lo estaba olvidando.

Mr. Kint dijo...

Magnífico lo suyo.
Y sí, se despega del suelo con la certeza de que se vuelve. Quizás usted esté añadiendo que no importa bien cómo sea ese retorno, que el declive comienza indefectiblemente y no hay soft landing que compense la amargura del descenso, del fin del viaje.
Suelo pasar tiempo arriba la lata del aire, me encantaron sus notas. Algo así como 'la gravedad de la gravedad'.
Abrazo.

J. Hundred dijo...

*a. torrante! lo vemos.

*malena q! para eso, entre algunas otras cosas que no debo de ninguna manera mencionarle, para eso entonces, le decía, estoy. para hacerle notar cosas que usted preferiría olvidar, cosas que preferiría no saber.

*mr. kint! se lo digo de otra forma. resulta duro el aprendizaje de ver que uno cree que maneja tantísimas cosas, y al final te das cuenta que no, no manejás un pomo. una interesante sensación. y lo de ‘la gravedad de la gravedad’ me gustó, está muy bien para mí. un abrazo.

Anónimo dijo...

Excelente.

notas curiosas 2013 dijo...

@atorrante , Que comentario el tuyo !