5.7.11

Si quieren saber qué es la poesía

Recordé la frase, no sé por qué. Recordé la frase, aunque venía pensando en otra cosa. Sábado a la mañana, muy temprano, volvía de haber pasado la noche con una piba que vive en Ezeiza. No es tan piba, tampoco, pero yo no soy un galán. Coge con entusiasmo, la piba, el entusiasmo se impone por sobre todo lo que nos falta, a ella y a mí, somos felices por lo que dura un parpadeo, un instante, suma mucho, cuando ya prácticamente todo lo demás resta. Gracias, Vicky.
Me fui muy temprano, ella dormía. Tomé tres mates, acaricié al perro, atorrante, bigotudo, que cada vez que me ve mueve la cola y a mí me hace creer que está contento de verme.
Hacía un frío del carajo, pero yo estaba contento. Manejaba despacio, tenía que ir a encontrarme con una sobrina que quería hablar conmigo. Quiero hablar con vos, me había dicho. Quedamos en desayunar, el sábado, supongo que ella, adolescente, iba a venir a desayunar directo, sin dormir. Como dijo alguna vez el bueno de buk: juventud, hija de puta, dónde te has ido.
Llegué a capital, pasé un minuto por el departamento a tirar un bolso, hice Lacroze, Corrientes, y me paró la barrera de Dorrego.
Esperé que pasara el tren, y ahí recordé la frase, o lo que yo recordaba de la frase, de Dylan Thomas.
‘Y si los señores quieren saber qué es la poesía, si los señores preguntan qué es la poesía, les diré’, decía Dylan Thomas, o había escrito, Dylan Thomas. Lo que yo recordaba era haber leído el pequeño párrafo, unos veinte años antes. El párrafo, la explicación, la frase, me había conmovido profundamente, me había dado ganas de ser poeta.
‘Es un señor o una señora’, decía la frase, ‘un niño o una niña’, acá se me nublaba un poco, no recordaba del todo bien, pero ponele que decía ‘en Londres o en Estambul’, y acá sí, estoy seguro, porque era lo que me había impactado, lo que había estado plagado del más profundo de los sentidos para mí, ‘levantando una mano cuando pasa un tren’.
Eso es lo que recordé, la poesía como un magnánimo saludo, una infinita delicadeza, existencial cortesía, no sé, llamalo como quieras, la nobleza de un gesto, ‘levantando una mano cuando pasa un tren’. Eso decía, terminaba así, estoy seguro.
Estaba fumando, con la ventanilla baja, a pesar del frío. Había tenido una buena noche, la vida a veces se acomoda, me sentía bien.
Vino el tren, justo, pasó el tren, despacito, yo estaba primero en la fila, aunque no había fila, dos o tres autos junto a la barrera.
Había muchos rostros, en el tren, algunos obreros de la construcción quizás, varios hermanos latinoamericanos también, algunos que parecían cargar un par de bombos y una enorme bandera de algún club de fútbol, gente con viejos abrigos, destartaladas bicicletas, bufandas, gorritas con visera.
Levanté una mano, en señal de saludo, me salió así, no lo pensé.
–¡Eeehh, puto!
–¡Bajá el brazo que apestás, gordo forro!
–¡Aguante, aguante All Boys! –uno se sacó la gorrita, me apuntó con un dedo– ¡Me garcho a tu vieja!
Uno que estaba de pie entre dos vagones se agarró los testículos por encima del pantalón, con ambas manos, como si quisiera levantarse, los testículos, y colocarlos, por decirlo de algún modo, a la altura del ombligo, incluso más arriba. Un pibe me tiró un naranjazo que pasó demasiado cerca, y me hizo el gesto, como si colocara una pistola, hecha de los dedos índice y pulgar de su mano derecha, debajo de su boca. Satán hubiese tenido miedo de ese rostro, lo vi sonreír en absoluto amarillo.
Habrá durado todo diez segundos, o quince. Pasó el tren. Tardaron un minuto más y levantaron la barrera. Quizás no haya que buscarle demasiadas explicaciones al asunto, no es preciso analizar mucho la cuestión. Yo tampoco soy Dylan Thomas.

11 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Es evidente que la poesía ha cambiado muchísimo desde la época de la frase a la fecha.

Era aquello, ahora es esto. Y usted debería haber tratado, intentado adaptarse. Por ejemplo mirándolos fijo y juntando la yema del pulgar contra la yema de los otros cuatro dedos, formando un círculo más o menos perfecto, y luego agitando esa figura geométrica repetidamente contra su boca abierta.

Ese habría sido un hermoso verso.


Un saludo.

Unknown dijo...

muy bueno!!! Leí el post tuyo que salió en Oblogo y me di una vuelta. Muy buenos textos. Abrazo.

Viejex dijo...

Que curioso, primero lo impactó Dylan Thomas y unos veinte años después, pensando en él, casi lo impacta un naranjazo. Que hado, el suyo!

Dany dijo...

Obviamente a Dylan Thomas le faltaba calle y a ud. le sobra optimismo. Un abrazo!!

LaLa dijo...

la respuesta fue enérgica, yo prefiero el narajanzo ó agarrada de huevos, que la ingrata indiferencia, de alguna forma es una respuesta, plagada de vivacidad!!

Jorge dijo...

La poesía es lo que hace la gente que come sin hambre, viaja sin apuro, y vive sin motivo de queja salvo lo lentas de las barreras...los otros solo saben el verso de sobrevivir, la naranja antes de tirarla la chupan...
Atte/

Palabras al viento... dijo...

La poesía tiene diferentes significados dependiendo del tipo de persona y su tipo de pensamiento..
Espero que tengas otra buena noche!
Saludos

sergio dijo...

Creo que el comentario de Dany termino de rematar el post.

Saludos!

J. Hundred dijo...

*yoni bigud! respecto a lo gestual. hay un gesto que vi una vez, en una película española, trato de contarle sin aburrirlo. el gesto consiste en poner dos dedos, índice y mayor, haciendo la clásica V. se hace la V en cuestión, pero muy cerca de la propia boca (la propia mano mirando hacia el propio rostro, así comienza la posición), y se saca, apenas, quizás más de una vez, la lengua. es un gesto que indica, sugiere, muchas cosas. que uno está dispuesto a chuparle la concha a la mismísima galaxia, for example. un saludo.

*maximoon! lamento quizás contradecirlo pero no, no ha salido nada mío en esa prestigiosa revista en los últimos cinco años. le agradezco la cortesía, eso sí. un saludo para usted.

*viejex! la puerta es la que elige, no el hombre, dijo el venerable ciego. lo que le quiero decir es que uno, como en tantas pero tantas otras situaciones, no decide qué cosas lo impactan.

*dany! cito al filósofo finisecular, pensador, poeta y profundo conocedor del alma humana, el señor josé marrone: me saco el saco, y me pongo el pongo.

*lala! si la suerte me concede el gusto de conocerla, quizás le recuerde alguna de las preferencias que usted cita. por la vivacidad, digo, por la inclusión también, por los pueblos originarios, por dalmita nerea, por gianina dinorah.

*jorge! sus palabras me causan una particular emoción. también me emocionan mucho los agnolottis de ricotta y nuez al pesto, con un vino de más de cien mangos (del clos de los siete hacia arriba, para que se oriente, para que que se ubique, para que no se pierda), y la densidad de los pezones de ciertas jóvenes del noroeste argentino.

*palabras al viento! sic transit gloria mundi. un saludo.

*sergio! que nos vaya bien a todos.

Jorge dijo...

Me saco el saco, me pongo el pongo...no es de Marrone, es de Mario Sapag...
Atte/

Mr. Kint dijo...

Fue hace ya casi un siglo que Huidobro dijo que la poesía está antes del principio del hombre y después del fin del hombre, el último horizonte; intangible como el tabú del cielo, ordeña las ubres de la eternidad.
No sé, puede que no sea bueno averiguar que quiso decir Huidobro en esa última oración cuando lo atienda la gorda tetona de la rotisería. Y puede que no sea obra de una sincronicidad divina recordar lo que dijo el bueno de Dylan cuando cruce las vías por (Alvarez) Thomas.