5.6.11

Sentido del humor

A F. lo tenían que operar, de la cabeza. Pero no, nada grave, no era para asustarse, porque cuando a uno le dicen que lo tienen que operar, que lo tienen que operar de la cabeza, uno piensa lo peor. Tenemos demasiadas películas encima, demasiadas series de televisión que transcurren en hospitales, tragedia sobre tragedia sobre tragedia en cada capítulo, baldazos de infausta información. Demasiada internet.
El médico le dijo a F. que se tenía que sacar un bulto, un bulto que tenía en la cabeza, desde siempre. Una pelotita del tamaño de un quinto de una pelotita de ping pong que F. tenía en la cabeza, arriba, lado derecho, casi donde termina la frente, aunque definir dónde terminaba la frente en el caso de F. era difícil de establecer. Se había quedado pelado, F., ni bien terminada la adolescencia.
Un golpe, dijo el médico, F. asentía, un golpe se había dado F., de muy chiquito seguramente. La lesión había liberado algo de masa encefálica que se había calcificado primero, encapsulado después, o al revés. Convenía sacarlo, sin apuro. La moda en medicina es que cualquier bulto debe ser sacado, sospecho que el criterio no siempre es médico, hay un negocio ahí también. Los médicos necesitan comer. Además, te pasaste quizás toda la vida fraguando estados contables o vendiendo pulóveres de los más berretas, y te molesta que un médico te cobre por sacarte un lunar. Estamos todos enchastrados en la misma mierda, el rubro no te redime, las maestras de escuela primaria sueñan con automóviles caros y bombachas importadas, welcome to my kingdom, es así.
Fijó la fecha, F., en el Hospital Austral, el médico era de confianza, debía pasar una noche internado y nada más, retomar sus negocios, su familia, seguir.
Lo operaron, el martes, a las tres de la tarde. Lo fuimos a ver. Moni es conocida de su mujer, con F. soy amigo desde siempre, fuimos juntos al colegio, nuestros hijos van juntos al colegio, son amistades construidas a base de permanencia. Hemos estado en casamientos y en entierros, juntos, nos abrazamos con entusiasmo cuando nos vemos, hay anécdotas compartidas que ni siquiera nos molestamos en recordar.
Llegamos a las cinco. La operación se había demorado un poco en comenzar, pero había finalizado ya, con éxito. Esperamos con la mujer de F., estaban por traerlo a la habitación.
Lo traen, finalmente, a F. El médico ha pasado antes, y le ha explicado a la mujer de F., que todo anduvo bien. Dijo que tiene otra operación, que por la noche pasará a conversar con mayor tranquilidad.
Traen a F. En una camilla. Se vino gordo, F., y es petiso desde siempre. Debe pesar unos cien kilos. Está con la cabeza vendada, los ojos cerrados. Esperamos afuera mientras lo pasan, entre tres enfermeros, de la camilla, a la cama. Entramos. F. abre los ojos y sonríe, todo en cámara lenta.
–Hola, mi gordito. Cómo estás. –La mujer de F. termina de acomodarle la sábana, lo tapa como a un chico, le aprieta una mano.
–Disculpe, señora, pero no la conozco. No sé quién es usted –dice F.
Se hace una pausa, son cinco segundos, siete quizás. F. vuelve a sonreír.
–Era un chiste, era un chiste. ¿Qué tal, todo bien?
La mujer de F. cae fulminada. Murió de un masivo infarto, tan contundente como inapelable. No pudieron reanimarla, no hubo nada que hacer.

11 comentarios:

Dany dijo...

Lo bueno de estos relatos es que uno los lee sin la más remota idea del final. El desenlace se produce en cinco....siete segundos. Y nadie nos puede reanimar. Abrazo.

Alelí dijo...

las mujeres podemos ser algo dramáticas es verdad y por eso quizás, entre tanta lágrima desparramada se nos ahoga el humor.

una pena.

Palabras al viento... dijo...

Y así que siempre exageramos cuando es algo pequeño,lo transformamos en grande..
Un muy buen final.
Saludos!

sergio dijo...

inocente palo-
...me hizo recordar un capitulo de los simpson.

saludos.

Tilinga dijo...

Gracias por la entrada, no sé bien por qué pero me robó una sonrisa. Será que me hizo reflexionar que no tenemos que tomarnos las cosas tan en serio y que es bueno aprender a reírnos de nosotros mismos. Saludos.

F dijo...

Hahaha excelente jodita se mandó su amigo F. No sé si debo agradecerle a usted, estimado Juan, por su genialidad para relatar historias o si los créditos son pura y exclusivamente de mi posible tocayo. Gracias a quien corresponda y un abrazo!

The One Muppet dijo...

No me lo vi venir. Exelente relato, la verdad, un gusto leerlo.

Saludos

J. Hundred dijo...

*dany! al igual que una joroba o una quemadura en el rostro, se me nota demasiado que soy genial, aunque a veces lo lamento. 1abrazo.

*alelí! dijo faulkner (que no era el 4 de quilmes) alguna vez: entre la nada y la pena, elegiré la pena. ya sé, ya sé, no tiene nada que ver con la historia, ni con su comentario. pero me acordé la frase, y la frase es mil veces mejor que cualquier cosa que usted o yo jamás hayamos dicho.

*palabras al viento! su comentario, en esta curiosa oportunidad, tiene un doble sentido de lo más agudo que yo haya visto por acá en los últimos tres años. 1saludo.

*sergio!

*la! hoy, parece, estoy de frases. dijo el señor albert cossery: cuando el hombre puede reírse de lo que le sucede, nadie más tiene poder sobre él. escritor del carajo, aunque sea casi imposible conseguir alguno de sus libros. ah, y con relación a su sonrisa, yo no lo robé nada (quiero ser cuidadoso en este aspecto, ya que usted parece tener demasiado ‘carmel’ encima). en todo caso la tomé prestada para ir hasta el club house y volver, como si fuera una bici. un saludo.

*f! que nos vaya bien a todos.

*francisco! le agradezco la cortesía. un saludo.

Tilinga dijo...

Juan Hundred, nunca está de más hacer la salvedad correspondiente, así se trate de un pituto o de una sonrisa. Permítame decirle que Ud. es el Henry Chinaski (alter ego de Bukowski) en formato blog y se lo digo como un cumplido. Al final todos queremos que a sus personajes les termine yendo bien, aunque sospechamos que no va a ser así.

Saludos (La Tilinga)

Mr. Kint dijo...

Me llevo especialmente con ese cambalache sobre que nadie está eximido del business is business (y llevó también la imagen de alguna maestra de Lengua de primaria en sugestivo conjunto de Victoria Secrets.)
A veces un arrebato de ingenuidad nos hace pensar que no todo es así; a veces un ser altruista (o lo suficientemente desquiciado) asoma en la oscuridad para dejarnos un relato o un verso sin exigir algo material a cambio; tal vez, sólo que cada tanto alguien mencione su genialidad en voz alta.
Puede contar conmigo para esas retribuciones - y además y viniendo al caso, entre doctores no nos vamo' a andar gritando en lo' estetoscopios-
Abrazo para usted.

J. Hundred dijo...

*tilinga! yo le agradezco el tan inmerecido como extemporáneo elogio, así como agradezco por lo general las merecidas y cotidianas muestras de repulsa. yo vengo del fondo del mar, agradezco prácticamente cualquier cosa.

*mr. verbal kint! si esta conversación hubiera tenido lugar hace cinco años, o diez, yo hubiera dicho algo como ‘entre pizzeros no nos vamos a pedir el ticket’. usted no me deja otro remedio que hacer una bíblica referencia, aquello de: no mencionarás el nombre de Hundred en vano. un abrazo.