25.3.11

Ya nada va a ser como antes

Cumplía años P. Cumplía treinta y tres años, y se le ocurrió que podíamos irnos todos a la playa, con el pretexto de festejar su cumpleaños. P. tenía un departamento muy bien ubicado en Miramar, desde siempre, era un departamento de su familia, había pasado todas sus vacaciones de niño en Miramar. El departamento estaba no demasiado cerca del centro, y a una cuadra del mar.
Íbamos a ser siete, con P., pero M. y G. no pudieron y se bajaron. M. Se había esguinzado un tobillo y dijo que no iba a poder hacer nada y se iba a amargar. A G. no lo dejó la mujer. Había tenido un bebé, G., con la inobjetable colaboración de su mujer, y la mujer estaba dispuesta a exigirle lo que creía que se merecía del mundo por haber cumplido con su quizás antropológico y ancestral rol de dar vida. Y todo lo que quería exigir la mujer de G., del mundo, había decidido exigirlo a través de G., lo que equivalía a decir que la mujer de G. no paraba de romperle las pelotas, a G. Parecía que la mujer de G. no iba a dejar de romperle las pelotas, a G., nunca más.
Éramos cinco, entonces, fuimos en dos autos. El cumpleaños de P. era un 24 de septiembre, caía viernes. La idea fue irnos el viernes a la mañana, hacer una cena para el festejo, un asado, en Miramar. Quedarnos el fin de semana, volver el lunes.
Salió todo a la perfección. El departamento de P. tenía más de cien metros, varios cuartos, sobraba espacio, un balcón terraza espectacular. No hacía demasiado frío, ni llovía. P. hizo el asado, comimos como enjaulados leones, como aplicados marsupiales, achuras, salchicha parrillera, ubre, asado, un matambrito de cerdo tierno como la caricia de una madre. Llevamos tres cajas de un digno malbec, tomamos como dos botellas por cabeza y nos fuimos yendo a dormir, de a uno, a medida que nos vencía el cansancio y se empastaba el pozo de compartidas anécdotas.
Al día siguiente, después del mediodía, fuimos a la playa. Había un solcito que acompañaba el sonido del mar. Jugamos a la paleta, y un cabeza, dos contra dos, atajando con espectaculares voladas para aterrizar sobre la olvidada blandura de la arena. Hasta conversamos con un grupo de chicas que nos convidaron unos mates, eran de Hurlingham, quedamos en vernos a la noche, ellas eran cuatro, querían ir a bailar a Mar del Plata.
Debían ser las seis de la tarde, estábamos tirados en la arena. Se había echado con nosotros un perro de playa, una mezcla de collie bigotudo, con el pelo duro de mugre, que se acurrucaba y nos miraba como si estar con nosotros fuera la cosa más divertida del mundo, lo mejor que le pudiera pasar. H. había ido a comprar dos docenas de exquisitas facturas, churros rebosantes de dulce de leche, vigilantes con membrillo que te dejaba los dedos hechos un pegote. D. fumaba un cigarrillo tras otro, como de costumbre, sin parar.
Entonces P. se puso de pie, se sacudió un poco la arena de las piernas, se quitó la remera.
–Bueno, chau –dijo, y empezó a caminar, decidido, hacia el mar.
–Pará, está fresco –dijo H., se chupó un índice y apuntó al cielo. Era cierto, había algo de viento, empezaba a refrescar– ¿Adónde vas?
–Estuvo todo muy bueno –se detuvo un momento P., como si estuviera buscando las palabras adecuadas, que podían estar tanto en la arena como en el cielo–, pero ya nada va a ser como antes. Me voy a matar.
Nos quedamos ahí, mirando a P. que llegó a la orilla y entró al agua casi al trote, sin detenerse, sin dudas. El agua le llegó a la cintura primero, P. siguió adelante, el agua le cubrió los hombros y quedaba la cabeza, una negra manchita, un puntito apenas, en medio del azul más inmenso que te puedas imaginar.

12 comentarios:

Sandra Montelpare dijo...

esta vez aplaudo de pie Sr, Hundred. Así se cierra, carajo!!! Bueno como los vinitos de estos muchachos jaja la joyita del de hoy es "matambrito tierno como la caricia de una madre", chapeau. Después de esto, el micro del suicidio que me mandé anoche quedó una piltrafita.

Alelí dijo...

bueno más o menos todos estaban haciendo lo mismo que P. nada más que mediante un proceso más lento pero más aceptado por la sociedad.

creo.

un beso grande!

Jorge dijo...

Sus relatos tampoco serán como antes, ... quizás mejor así....
Atte/

Dany dijo...

Iba a ser otro comentario más profundo pero lo primero que se me vino a la cabeza fue que para la noche de baile quedaban cuatro y cuatro. Me voy a hacer revisar.

J.J. Bustos dijo...

Su amigo tendría un sentido de lo poético muy espiritual o un sentido de lo espiritual muy poético pero lo cierto es que les cagó el fin de semana, al menos por los trámites.

sergio dijo...

siempre quise festejar un cumple así, amigos, mar, asado. Salvo por la parte del suicidio y un par de cajas de vino de diferencia.
Ese seria mi cumple perfecto.

Saludos

J. Hundred dijo...

*sandra montelpare! pensé en decirle que su suicidio es mejor que el mío, o que su suicidio también está muy bien. pero no sé, como la tecla de un piano que se resiste a cumplir con el tono que se espera de ella, algo no termina de sonar de apropiada manera.

*alelí! claro que sí, todos están haciendo lo mismo, a un proceso más lento como usted dice, y más aceptado por la sociedad. si a morir nos referimos, si de eso se trata, el que se suicida, el que come asado y toma vino con amigos, la mamucha que va a la fiesta de fin de año del colegio, y se prueba una carterita en prüne y cree que sí, que hace juego con ella, con su personalidad, que quizás en seis cuotas sin interés.

*jorge! que nos vaya bien a todos.

*dany! le comento una infidencia, total esto no lo lee nadie. en la versión original del precario fragmento, el grupo de chicas de hurlingham eran siete. luego, al leerlo, me pareció que era un grupo de chicas demasiado numeroso, que cuatro era suficiente. y entonces, por un momento, pasó por mi mente exactamente eso. que si nosotros éramos cinco, y se suicidaba uno, quedábamos cuatro, y las chicas eran cuatro, también. casi de inmediato pensé ‘no puedo ser tan animal, tan asquerosa persona, y pensar que ante el suicidio de un amigo, tendríamos más posibilidades, los ‘vivos’, por coincidencia geométrica, con el grupo de chicas recién conocidas. es de muy mal gusto, nadie va a pensar eso, por la sencilla razón que nadie piensa de esa forma’. lo que le quiero decir, es que me voy a tener que hacer revisar, yo también.

*j.j. bustos! quedamos así.

*sergio! lo importante, lo que prevalece, es que para el cumple perfecto va a hacer falta vino. lo demás lo vamos viendo.

HB dijo...

Hoy tengo un dia optimista. Entonces, gracias a Dios nada va a ser como antes.

Mr. Kint dijo...

Mierda, qué fuerte ese final para P., una especie de Virginia Woolf pantagruélico y meridional.
Hay que admitir que como suicida lleva el elogiable sello de la sorpresa y la efectividad, no como esa pendeja que a lágrimas le jura al novio que se va a cortar las venas con una galletita de agua si no cumple con lo que ella ordena.
Y sí, nunca nada va a ser como antes, es parte de lo que nos toca.
Saludos

PD: palabra de verificación "remala". Me llamo atención, dada la ocasión

Manuel dijo...

Amigo, nunca te dije antes que tus otros cuentos me gustaron, pero te digo que este no me gusto. Sera porque es la idea de fondo de La invencion de Morel. Vamos loco, que no decaiga!

J. Hundred dijo...

*hb! bien por usted. in the midst of winter, I finally learned that there was in me an invincible summer (dijo el señor camus, que, para que usted más o menos se ubique, sería como una especie de justin bieber pero con menos flequillo, con quizás algo más de contenido, sin cantar. sería entonces como una especie de justin bieber, pero distinto).

*mr. verbal kint! usted, de una cuidada y generosa manera, me está diciendo que hasta la palabra de verificación considera que, bueno, que escribir quizás no sea lo mío. 1saludo.

*manuel! acepto desde ya su crítica, este precario espacio no es mucho más que un ejercicio de aceptación de prácticamente cualquier cosa. pero, con todo respeto y fina cortesía, no puedo dejar de mencionar que quizás, lo que usted leyó, fue la invención de morel rodríguez.

Manuel dijo...

jeje, no no, la invencion de Rodriguez todavía no se editó, estoy esperando que salga. Solo hice esa alución porque en la invención de Bioy Casares ocurre algo similar (salvando mil diferencias): la de uno ver que ya nada va a ser como antes y darle fin en su mejor momento.... Juan, no quise ser procaz, tal vez fue que me parecieron muy chupamedias los comentarios anteriores... (y la sigo embarrando...)