15.1.11

Proceso de ajuste

Suena el teléfono, el teléfono celular. Estoy sentado en un bar, no deben ser las nueve de la mañana, todavía.
–Hola, bichi –es una voz de mujer, se mezcla la somnolencia con la dulzura–. Te quería decir que ayer me rompiste toda, perdí la cuenta de los orgasmos, me hice sopa. La almohada tiene tu olorcito, voy a seguir durmiendo, te quiero, chau –corta.
Entra una mujer, al bar. Se sienta frente a mí. Está ojerosa, demacrada, algo excedida de peso. Los labios pintados de un rosa pálido que dan ganas de llorar.
–Te odio, hijo de puta. Te di los mejores años de mi vida. Mejor que me empieces a pasar la plata que dijo el abogado, por que si no a Catalina no la ves más. Ah, sos un asco de persona, te lo quería decir –Se levanta, piensa por un momento si tirarme a la cara el agua del vasito que está sobre la mesa, o mejor aún el vasito. Después se toma el agua, de pie, y se va con el vasito en la mano.
Suena el teléfono, el teléfono celular.
–Sí, mago –dice la voz, masculina, muy ronca–. Salió todo perfecto, cobramos. Tengo tu parte, las noventa lucas. Tenemos que ir a tomarnos un champán del bueno, los muchachos quieren festejar –corta.
Entra un hombre. Lleva un maletín de esos triangulares, como de visitador médico. El hombre se sienta, las axilas de la camisa manchadas de un viejo y oxidado sudor. Enciende un cigarrillo, Jockey Suave, da una pitada.
–Estamos en el horno –dice–. Se cayó el comprador del local. Dicen los proveedores que no esperan más, si no empezamos a pagar nos pasan por encima. ¿Sabés cuánto hicimos ayer? No alcanza ni para pagarle a las pibas de la limpieza. Vos y tus ideas de mierda. ¿Qué carajo sabíamos nosotros de gastronomía? Hay que presentar la quiebra, esconderse por un tiempo, después buscar un laburito. Qué vida de mierda, estoy podrido de remar.
Apaga el cigarrillo en mi pocillo de café. Me deja un manojo de papeles, se levanta, se va.
Lo que pasa, lo que está pasando, creo, es que ayer me compré un magnífico teléfono celular, el teléfono celular que siempre quise tener. Pero todavía sigo siendo yo.

9 comentarios:

Sandra Montelpare dijo...

todavía me estoy riendo Señor Hundred! el juego entre título y cierre del post es magnífico Chapeau..

Dany dijo...

De lo mejor que lei por acá. Lo felicito. Yo escucho que soy un guitarrista de una banda de rock pero tuve la cantidad de minas que le corresponden a un contador.

Jorge dijo...

Ay-Phone? , Ay-de-Mí?
Muy bueno!
Atte/

J. Hundred dijo...

*sandra montelpare! me da un poco de pudor decirlo, hacía mucho que no me pasaba, pero usted me da ganas de mejorar.

*dany! por quizás tan extravagantes como superficiales intuiciones, su felicitación luce como insincera. demasiado acostumbrado a recibir tanto pero tanto repudio sincero, quiero decir, tampoco está mal para variar.

*jorge! que nos vaya bien a todos.

Dany dijo...

Sr. Hundred: por quizá tener tanto significado su posteo para mi, me entregué al elogio fácil. No me haga caso.

Mr. Kint dijo...

Los procesos de ajustes suelen ser doloroso; algunos, incluso, interminables.
Hay historias, me han comentado, de quienes se compraron una computadora con el dedicado fin de chamuyarse alguna burrita por chat y colocarla de vez en cuando, o de escribir en un blog y generar la devoción de cientos de lectores desconocidos que al fin reconozcan su talento, o de subir alguna foto cuidadosamente sacada (de arriba, de perfil, mirando para otro lado) para que sólo les digan lo lindos que son.
Y hay quienes han logrado parte de eso, pero lamentablemente siguen siendo los mismos.
Saludos

J. Hundred dijo...

*dany!

*mr. verbal kint! la gente se resiste a entender un biológico proceso que acontece y por el cual, justamente, la gente, no cambia, se acentúa. podés comprarte un iphone triturbo o tatuarte una jirafa lavándose los dientes sobre tu nalga derecha. como en cualquier otra película, no tengo nada contra el decorado y los efectos especiales, pero no está de más saber que en lo esencial, seguís siendo el mismo infeliz de siempre.

Viejex dijo...

Pero todavía sigo siendo yo

No se como lo logra, pero me pasa bastante seguido que me voy de este espacio sonriendo con amargura.

J. Hundred dijo...

*viejex! recordará usted sin mayores dificultades, una publicidad, no sé de qué, donde decían algo como ‘lo importante no es que venga, sino que vuelva’. bueno, en el caso que nos ocupa, aquí, en nuestro caso, yo diría ‘lo importante no es que venga, sino que se vaya’.