10.1.11

Fanático

–¡Gol, carajo! –Saltamos todos, rodamos varios escalones abajo, enroscados. Un amasijo de cuerpos.
–¡Grande, papá, grande! –una radio de mano crujió ante el pisotón de un gordo– ¡Rospide a la selección, maquinola!
Nos caímos, una chica con por lo menos siete aritos en una oreja se puso de pie, sonriendo, y se acomodó, como pudo, las tetas primero, el corpiño después, debajo de su musculosa a rayas. Alguien buscaba, entre los tablones de la tribuna, un zapato.
–¡Olé olé, olé olé olá…! –Cantamos, cantamos todos, saltando. Un viejo se oprimía con un índice y un pulgar los globos oculares, por debajo de los lentes, murmuraba una especie de rezo, lloraba.

El guitarrista avanzó, tres pasos, y arrancó con los primeros acordes. Corrimos todos por el césped, hacia delante, movidos por una superior fuerza, que era la de todos los que empujaban detrás nuestro pero también era algo más, como si la música tuviera un imán. Pisé gente, alguien perdió los lentes pero dijo ‘No importa, loco, qué importa. ¡Escuchá, escuchalo al Jimmy!’.
Las chicas trataban de sacar fotos con los celulares en alto. Hubo una explosión de luz, fuegos artificiales apuntando a desgarrar el centro mismo de la noche. El sonido era como si te arrancaran las orejas a mordiscones. Me pasaron un faso. Pité. Alguien saltaba, saltábamos todos, sentía patadas de atrás, rodillazos.

Ahora, si me preguntás el resultado del partido que fui a ver, si me preguntás incluso qué equipos jugaban, si fue penal o si los goles de palomita valen doble, no tengo la más mínima idea.
Si me preguntás el nombre de la banda del recital, si me preguntás si es una banda de metal pesado o los stones austríacos, cuánto duró el concierto, no sé, no importa.
Lo que yo necesitaba era que alguien me abrace, sentir aunque sea una mano en un hombro, tocar un tobillo, rozar quizás un muslo o una nalga, oler un puñado de cabello humano. Estoy resolo, disculpame.

6 comentarios:

Dany dijo...

No es más barato el subte? Me gustó.

Sandra Montelpare dijo...

me encantaaaAAA ese tufillo irónico siempre en los cierres de sus textos!! me pueden tanto, Sr. Hundred...

Yoni Bigud dijo...

No hay nada que disculpar. Faltaba más.

Es una táctica lícita, efectiva y decente. Es más de lo que muchos podemos hacer.

Un saludo.

Jorge dijo...

Es comprensible, si uno es 100 personas al mismo tiempo siempre estará apiñado consigo mismo y deseoso de ello..o quizás no.
Atte/

Mr. Kint dijo...

No tiene que pedir disculpas. En la cancha creo haber estado, ahí, el que casi se va al piso, el que terminó abrazado a la generosa panza de un hincha, un hincha con la remera más corta de lo que los cánones de la moda indican.
Saludos

J. Hundred dijo...

*dany! pareciera, surge de sus palabras, que usted y yo hemos viajado en subterráneos bien diferentes.

*sandra montelpare! siempre supe, aunque en verdad no, nunca lo supe, quise creer, puse mi mejor empeño en encontrar algo bueno en mí, con los más calamitosos resultados. usted, con su generosidad quizás algo excesiva, me viene a revelar que lo bueno en mí es el tufillo. uno se pasa una vida mortificándose por no poder escribir ni dos líneas como Onetti, y con dejar de bañarme un par de días alcanzaba. haberlo sabido antes.

*yoni bigud! su comprensión, en medio, justamente, de un mar de incomprensión, es bien parecida a un abrazo. gracias y un saludo.

*jorge! que nos vaya bien a todos.

*mr. verbal kint! no lo quiero aburrir, no le quiero quitar su valioso tiempo contándole detalles de mi ridícula vida. pero uno de mis rasgos distintivos, una de mis cualidades intrínsecas, es que por lo general estoy solo y mal acompañado, al mismo tiempo. ah, he leído su texto: ‘besos, heridas y sangre’. acepte mis felicitaciones, si es tan amable.