15.11.10

Exceso de información

Ella estaba en bombacha y corpiño. Yo en calzoncillos. Hicimos una pausa para terminar nuestras bebidas. Apuré mi whisky. Ella terminó de quitarse una de sus botitas con una corta patada.
Ella me dijo que la excitaba mucho que mientras la penetraban, en la posición clásica, del misionero, así le dicen, le tocaran el clítoris. Con un dedo. Había tenido un novio que era contrabajista de una orquesta municipal. El novio tenía un tremendo callo, amarillento y duro, en el dedo corazón de la mano derecha. El contacto de ese dedo, más precisamente de ese callo, con su clítoris mientras la penetraba el poseedor del callo, eso, la excitaba mucho. Podía acabar cinco veces seguidas, casi superpuestas. A veces más.
Ella me dijo que su ano era una preciada zona erógena que debía ser estimulada. En determinado momento de la previa a la cópula, o si ella estaba sentada encima del sujeto, entonces se le debía meter un dedo. En el ano. Pero una falange, la primer falange, nada más. Por que los movimientos circulares y por decirlo de alguna forma, perimetrales al ano, pero sin entrar, le dejaban sabor a poco. Pero si le metían un dedo completo, ni que hablar un pulgar, eso le distraía la atención, la incomodaba y se iba de foco.
Ella me dijo que cuando estaba, técnicamente, en cuatro patas, si miraba hacia arriba, hacia el techo, aunque el sujeto no pudiera verle la cara, justamente, por que estaba detrás, detrás de ella (por lo general esa era justamente, en eso consistía parte de la gracia de la posición). Si estaba en cuatro patas y miraba hacia arriba, dijo, cosa que el sujeto, a pesar de estar detrás de ella, podía sin mayores dificultades inferir por la posición de la cabeza, de la cabeza de ella. Si estaba en cuatro patas y miraba hacia arriba, dijo, lo que le gustaba era que el movimiento del sujeto, el iterativo mete-saca fuera extremadamente despacio, más aún que si se tratara de una cámara lenta, y que el sujeto, desde atrás, le agarrara las tetas, las tetas de ella, con ambas manos. Habiendo dos tetas y dos manos, lo que ella quería era una teta en cada mano, o una mano en cada teta. Pero si ella bajaba la mirada, y hundía luego la cabeza en la superficie de la cama, entonces lo que quería era que la embistieran con fuerza, de una brutal y despiadada manera, y que la tomaran por la cintura, no quería que le siguieran tocando las tetas, ni que le tiraran del cabello. Quería sentir que era embestida por un gorila, un orangután, incluso un chimpancé, que era cogida por un mono, o alguna otra clase de mamífero mediano. Y ella acababa.
–¿Y vos? –me preguntó, dejó su vaso– ¿Cómo te gusta a vos?
–A mí me gusta coger un poco –dije–, ver qué pasa.

10 comentarios:

Alelí dijo...

admiro la libertad de esa muchacha para expresar tan abiertamente y con lujo de detalle sus gustos a la hora del placer carnal...aunque me pregunto dónde queda el descubrimiento y confieso que si fuera su interlocutor me sentiría algo presionada con tanta indicación.

prefiero algo de misterio.

aunque muchos hombres todavía no tienen ni puta idea dónde está el clítoris!

Yoni Bigud dijo...

Hace un par de años, cuando mi hija tenía solo tres o cuatro primaveras me hacía jugar a la escondida. La escondida digitada, la llamaba yo. Ahora yo me escondo acá, vos pasás y te fijás, no me ves y te vas a buscarme a la cocina. Ahí yo salgo y vos te quedás sorprendido de no haberme visto antes. Y te ponés triste y contás de nuevo. El juego era más o menos así, con variantes por supuesto, aunque también digitadas.

Hay ciertas cosas que me preocupan de su futuro. Muchas. Me cuesta, me incomoda, pensar en varias de ellas, así que le ahorro y me ahorro la exposición. Lo que sí puedo decir es que quiero que sea feliz. Que le vaya bien.

Encuentro su escrito bastante inquietante.

Un saludo.

gamar dijo...

Yo la mando a pasear si me pide que le haga lo que otro.
Que lo vaya a buscar al otro.
Es bueno que pidan lo que quieren, pero de ahí a ser chirolita.

J. Hundred dijo...

*alelí! mire, yo salgo poco, pero me dijeron que el clítoris queda pasando la general paz.

*yoni bigud! estimado, no se preocupe en demasía por el futuro de su hija. cuenta ella, en mi humilde opinión, con varias cosas a su exquisito favor para tener una vida de lo más agradable. un padre como usted, desde ya, y la altísima probabilidad de no tener que pasar jamás por el incordio de conocerme. un saludo.

*gamar! se nota, se percibe que usted jamás ha tenido que literalmente mendigar por un poco de afecto. experiencia que, de tanto haberla transitado, se ha transformado, podríamos decir, en mi segunda piel.

Mr. Kint dijo...

Yo soy de los optan por prescindir de los manuales de instrucciones; creo firmemente que en este y en todos los ámbitos las cosas pueden realizarse mediante el arcaico y perfectamente falible sistema de "prueba y error".
Saludos

J. Hundred dijo...

*mr. verbal kint! prueba y error está muy bien, error y error, como suele ser mi exasperante caso, también tiene su sabor. 1saludo.

Caia dijo...

Y, es tan incomodante como que te pregunten 800 veces qué te gusta que te hagan.

J. Hundred dijo...

*brynhild! atinado, por qué no preciso de su parte.

Walter Ñ dijo...

Hay dos maneras de verlo:
Alucinante por un lado (para los que tienen cancha en el asunto), si todas las mujeres fueran así, seria mucho mas fácil.
Jodido por el otro (para los que no tenemos tanta cancha), con suerte podemos concentrarnos en esas situaciones, y con tantas reglas a seguir, seria mas técnico que un partido de ajedrez el asunto.

J. Hundred dijo...

walter ñ! si le interesa mi opinión, mi voto es por la opción 2.